Ángelus: recuerdo especial de Benedicto XVI para los cristianos que han vivido la llegada del Salvador en medio de la violencia, la guerra y la intolerancia y nuevo llamamiento a abandonar el camino del odio
Domigo, 26 dic (RV).- En este día después de la solemnidad de la Navidad en que la liturgia nos propone celebrar, en el primer domingo después del nacimiento de Jesús, la fiesta de la Sagrada Familia, Benedicto XVI ha querido recordar a todos los que les ha tocado vivir la llegada del Salvador del mundo en medio de la violencia, la guerra y la intolerancia. Para todos ellos ha hecho un llamamiento a la paz a la serenidad y la esperanza.
El Santo Padre ha hecho este llamamiento después del rezo mariano del Ángelus. Su alocución previa la ha dedicado a la Sagrada Familia. Ha invitado a los fieles a acoger su ejemplo como “modelo de vida”. El Papa ha explicado que fueron los pastores de Belén, los primeros testigos oculares del nacimiento de Jesús, que lo encontraron en un pesebre al lado de María y José como cuenta el evangelio de Lucas, ante ellos se presentó una escena familiar.
“Por eso la Liturgia nos hace celebrar, en el primer domingo después de Navidad, la Fiesta de la Sagrada Familia, que este año prevalece sobre la fiesta de san Esteban, y que nos invita a contemplar esta imagen en la que el pequeño Jesús aparece en el centro de los afectos amorosos de sus padres”. En la pobre cueva de Belén -escriben los padres de la Iglesia, ha dicho el Pontífice- brilla una luz muy intensa, reflejo del profundo misterio que rodea a aquel Niño, y que María y José custodian en su corazón. Ellos conservan en lo más íntimo las palabras del anuncio del ángel a María: “Aquel que nacerá será llamado Hijo de Dios”.
El nacimiento de cada hijo trae consigo algo de este misterio! Lo saben bien los padres que lo recibe como un regalo y que a menudo hablan como un don de Dios. A todos nos ha sucedido oír hablar a un padre o una madre y decir: “este niño es un don, es un milagro". De hecho, los seres humanos viven la procreación no como un simple acto reproductivo, ha afirmado el Santo Padre, sino que perciben la riqueza, intuyen que toda criatura humana que nace en la tierra es el "signo" por excelencia del Creador y Padre que está en el cielo.
“¡Qué importante, es entonces, que cada niño que viene al mundo, sea acogido en el calor de una familia! No importan las comodidades exteriores: Jesús ha nacido en un establo y como primera cuna ha tenido un pesebre, pero el amor de María y José le ha hecho sentir la ternura y la belleza de ser amado. De esto tienen necesidad los niños: del amor del padre y de la madre”.
Este amor es el que les da seguridad a los pequeños y que, creciendo, les permite descubrir el significado de la vida”, ha señalado Benedicto XVI. La Sagrada Familia de Nazaret atravesó muchas dificultades, como por ejemplo, la que menciona el Evangelio de San Mateo -la "matanza de los Inocentes", que obligó a María y a José emigrar a Egipto. Pero, confiando en la divina Providencia, encontraron su estabilidad y proporcionaron a Jesús una infancia serena y una sólida educación”.
“Queridos amigos, -ha finalizado su alocución el Santo Padre- la Sagrada Familia es sin duda única e irrepetible, pero al mismo tiempo es "modelo de vida" para cada familia, porque Jesús, verdadero hombre, quiso nacer en una familia humana, y al hacerlo la ha bendecido y consagrado. Encomendamos por tanto, a la Virgen María y San José, todas las familias, para que no se desanimen ante las pruebas y las dificultades, y cultiven siempre el amor conyugal y se dediquen con confianza al servicio de la vida y de la educación.
Después del rezo mariano del Ángelus, el Pontífice ha saludado en distintas lenguas estas han sido sus palabras en español
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