domingo, 22 de septiembre de 2013

Proclama del partido Social Cristiano Copei



Proclama del partido Social Cristiano Copei



Considerando:
          


Que los niveles de desabastecimiento e inflación están causando un gran perjuicio a la sociedad venezolana.

  • Que la corrupción y la ineficiencia son las causas fundamentales del sufrimiento de nuestro pueblo.
  • Que el gobierno venezolano ha expropiado cerca de mil empresas de alimentos y más de tres millones en la nefasta política de rescate de tierras
  • Que el 95% de esas expropiaciones no han sido indemnizadas de conformidad con lo que ordena nuestro marco legal.
  • Que la consecuencia de esa nefasta política de expropiaciones y rescate de tierras ha sido la caída de más de un 50% en la producción de alimentos en Venezuela.



Resuelve:


  • Exigimos al gobierno nacional decretar la derogación de todos los decretos de expropiación de empresas de alimentos y rescate de tierras que no han sido indemnizados
  • Exigimos que se le devuelva la propiedad y posesión de las empresas de alimentos y tierras a sus dueños legítimos para relanzar la producción de alimentos y garantizar el pleno abastecimiento nacional.
  • Proponemos un plan de apoyo técnico y financiero al sector agropecuario del país.




En Caracas,  21-09-2013

domingo, 16 de junio de 2013

PRIORIDADES EN DOCTRINA SOCIAL

PRIORIDADES EN DOCTRINA SOCIAL: La Doctrina Social de la Iglesia es un conjunto de vasta temática, como es de suponer; en su lago recorrido histórico ha venido integrando, junto a cuestiones de perenne actualidad, otras que responden a signos de los siempre cambiantes tiempos. Pensemos, por ejemplo, en lo tocante a la dignidad de la persona humana (la destaca ya el libro del Génesis) al lado de lo que contemporáneamente se exige en materia de responsabilidad ecológica. Ahora bien, dentro de las múltiples afirmaciones que se plantean en dicha enseñanza social, hay algunas que emergen con carácter prioritario y deben calificarse, por lo tanto, como fundamentales y generadoras dentro del conjunto. Prioridad equivale a primacía y es un elemento o aspecto que ocupa un lugar anterior o superior a otro u otros. Así se habla de una necesidad prioritaria que atender o de una cualidad o capacidad que privilegiar. Lo prioritario no se plantea entonces con carácter excluyente ni entiende minimizar lo otro. Aparece integrado en un conjunto de elementos todos ellos válidos. Así, en una exposición antropológica se podrá decir que el espíritu tiene prioridad sobre la materia, lo cual no implica en modo algún que se descuida la corporeidad humana, la cual entra esencialmente en la consideración del hombre; sólo quiere decir que en una escala de valores lo espiritual tiene primacía, priva sobre lo simplemente corporal, siendo los dos necesarios. Es así como la crítica a la interpretación marxista del proceso social, que polariza su valoración en las condiciones materiales, no quiere decir que se margina o minimiza la importancia de las mismas en el entramado social y en la suerte de la historia; tampoco quiere decir que en un momento determinado, en una situación o proceso concretos, lo socioeconómico no sea lo único determinante. Cosa parecida se diga del juego de la oferta y la demanda o del papel del capital como factores importantes en el tejido económico. El peligro o el daño de los ismos consiste, precisamente, en la afirmación hegemónica o totalizante de un solo factor dentro de un conjunto. Afirmar la primacía de lo espiritual no implica caer en el espiritualismo. Se requiere una buena dosis de discernimiento para superar las frecuentes tentaciones de absolutizar lo relativo o inflar lo parcial. Dicho lo anterior, he aquí algunas prioridades o primacías en la Doctrina Social de la Iglesia: –del destino común de los bienes sobre la propiedad privada. –del trabajo sobre el capital; –del bien común sobre el interés particular; –del ser sobre el tener-poder-placer; –del espíritu sobre la materia; –de la ética sobre la técnica; –del hombre sobre las cosas; –del ser humano sobre la estructura; –de lo eterno sobre lo temporal; Las prioridades de la Doctrina Social de la Iglesia constituyen faros particularmente orientadores para la acción social, no sólo de los cristianos, sino también de muchos otros que, más allá de identificaciones confesionales, comparten una visión del ser humano que subraya su carácter personal, comunitario y trascendente.

.:Sursum Corda:. - Las almas del purgatorio

Las almas del purgatorio

El siguiente texto fue publicado originalmente en el blog de nuestros amigos de la Sociedad Religiosa San Luis Rey de Francia.


¿PORQUE UNA EXPIACIÓN TAN PROLONGADA?

Las razones no son difíciles de entender.
 

1. La malicia del pecado es muy grande. Lo que a nosotros nos parece una pequeña falta en realidad una seria ofensa contra la infinita bondad de Dios. Es suficiente ver cómo los Santos se condolieron sobre sus faltas.

Somos débiles, es nuestra tendencia. Es verdad, pero entonces Dios nos ofrece generosamente abundantes gracias para fortalecernos; nos da la luz para ver la gravedad de nuestras faltas, y la fuerza necesaria para conquistar la tentación.

Si todavía somos débiles, la falta es toda nuestra. No usamos la luz y la fortaleza que Dios nos ofrece generosamente; no rezamos, no recibimos los Sacramentos como debiéramos.

2. Un eminente teólogo remarca que si las almas son condenadas al Infierno por toda la eternidad por el pecado mortal, no hay que asombrarse que otras almas debieran ser retenidas por largo tiempo en el Purgatorio quienes han cometido deliberadamente incontables pecados veniales, algunos de los cuales son tan graves que al tiempo de cometerlos el pecador escasamente distingue si son mortales o veniales.

También, ellos pueden haber cometido algunos pecados mortales por los cuales tuvieron poco arrepentimiento e hicieron poca o ninguna penitencia. La culpa ha sido remitida por la absolución, pero la pena debida por los pecados tendrá que ser pagada en el Purgatorio.

Nuestro Señor nos enseña que deberemos rendir cuentas por cada palabra que decimos y que no dejaremos la prisión hasta que no hayamos pagado hasta el último céntimo.(Mt 5:26).

Los Santos cometieron pocos y leves pecados, y todavía ellos sienten mucho y hacen severas penas. Nosotros cometemos muchos y gravísimos pecados, y nos arrepentimos poco y hacemos poca o ninguna penitencia.

PECADOS VENIALES

Sería dificultoso calcular el inmenso número de pecados veniales que un católico comete.

1) Hay un infinito numero de faltas en el amor, egoísmo, pensamientos, palabras, actos de sensualidad, también en cientos de variantes; faltas de caridad en el pensamiento, palabra, obra, y omisión. Holgazanería, vanidad, celos, tibieza y otras innumerables faltas.

2) Hay pecados por omisión que no pagamos. Amamos tan poco a Dios, y Él clama cientos de veces por nuestro amor. Lo tratamos fríamente, indiferentemente y hasta con ingratitud.
Él murió por cada uno de nosotros.

Le hemos agradecido como se debe? Él permanece día y noche en el Santísimo Sacramento del Altar, esperando por nuestras visitas, ansioso de ayudarnos. Cuan a menudo vamos a Él? Él ansía venir a nosotros en la Santa Comunión, y lo rechazamos. El se ofrece a Si Mismo por nosotros cada mañana en el Altar en la Misa y da océanos de gracias a aquellos que asisten al Santo Sacrificio.

3) Nuestros corazones están llenos de amor a sí mismos, duros. Tenemos hogares felices, espléndida comida, vestido, y abundancia de todas las cosas.

Muchos de nuestros projimos viven en el hambre y la miseria, y le damos tan poco, mientras que vivimos en el despilfarro y gastamos en nosotros mismos sin necesidad.

4) La vida nos fue dada para servir a Dios, para salvar nuestras almas. Muchos cristianos, sin embargo, están satisfechos de rezar cinco minutos a la mañana y cinco a la noche!! El resto de las 24 horas están dedicados al trabajo, descanso y placer. Diez minutos a Dios, a nuestras almas inmortales, al gran trabajo de nuestra salvación. Veintitrés horas y cincuenta minutos a esta transitoria vida! Es justo para Dios?

Nuestros trabajos, nuestros descansos y sufrimientos deberían ser hechos para Dios!

Así debería ser, y nuestros méritos serían por supuesto grandes. La verdad es que hoy día pocos piensan en Dios durante el día. El gran objetivo de sus pensamientos son ellos mismos.

Ellos piensan y trabajan y descansan para satisfacerse a sí mismos. Dios ocupa un pequeñísimo espacio en sus días y sus mentes. Esto es un desaire a Su Amantísimo Corazón, el cual siempre piensa en nosotros.

Y AHORA, LOS PECADOS MORTALES

5) Muchos cristianos cometen, desafortunadamente, pecados mortales durante sus vidas, pero aunque los llevan al Sacramento de la confesión, no hacen satisfacción por ellos, como ya hemos dicho.

San Beda el venerable, opina que aquellos que pasan gran parte de su vida cometiendo graves pecados y confesándolos en su lecho de muerte, pueden llegar a ser retenidos en el Purgatorio hasta el Día Final.

Santa Gertrudis en sus revelaciones dice que aquellos que cometen muchos pecados graves y que no hayan hecho penitencia no gozan de ningún sufragio de la Iglesia ¡por un considerable tiempo!

Todos esos pecados, mortales o veniales, se acumulan por 20,30,40,60 años de nuestras vidas. Todos y cada uno deberán ser expiados para después de la muerte.

Entonces, es de asombrarse que algunas almas tengan que estar en el Purgatorio por tanto tiempo?

OBISPO PARAGUAYO DENUNCIA EL CRIMINAL SILENCIAMIENTO DEL INFIERNO

from Catolicidad 

OBISPO PARAGUAYO DENUNCIA EL CRIMINAL SILENCIAMIENTO DEL INFIERNO:
  • «NO DECIR LA VERDAD EN ESTE PUNTO ES NO AMAR A LOS HOMBRES»
  • «ES UNA FALTA DE CARIDAD»
  • «NO PODEMOS SEPARAR LA MISERICORDIA DE DIOS DE SU INEXORABLE JUSTICIA»
Texto del Obispo de Ciudad del Este (Paraguay), Mons. Rogelio Livieres, escrito en un post de su blog «Firmes en la fe» publicado el 6 de junio, donde el Prelado condena el silenciamiento sistemático de una verdad fundamental de nuestra fe: la existencia del infierno. Habrá un desenlace final nefasto para el sacerdote que no crea en él y arrastrará consigo al pueblo que lo siga. A continuación el texto íntegro:

Existe un tema que debe interpelarnos fuertemente, tanto a los consagrados como a los laicos, y es el silenciamiento sistemático de una verdad fundamental de nuestra fe: la existencia del infierno.

No podemos justificar nuestro silencio sobre este tema tan importante diciendo que es una verdad por todos aceptada o recurriendo a lo absurdo: «el infierno espanta a la gente, por eso, es mejor no hablar de él». No podemos separar la misericordia de Dios de su inexorable justicia, porque sería engañarle al pueblo que nos fuera confiado por Nuestro Señor, y al mismo tiempo, estaríamos negando en la práctica esta verdad de fe por medio del constante y sistemático silenciamiento.

Vale la afirmación, «una verdad silenciada durante mucho tiempo termina siendo negada en la práctica». Y es un imperativo moral hablar sobre este tema, no para asustar y obligar a las personas a tener temor de Dios, sino porque su omisión consiste en cierto modo en una falta de caridad hacia los hombres. No decir la verdad, en este punto, es no amar a los hombres. En positivo, hablar del infierno es un acto de amor hacia los hombres.

Nuestro tiempo está marcado por cambios constantes y los cristianos no están exentos, por eso, los sacerdotes y demás personas comprometidas con la fe no deben perder de vista la necesidad de predicar ésta y otras verdades de fe. La necesidad se da por un doble motivo:

El primero es la frecuente afirmación de Jesús. Nuestro Señor conoce bien la posibilidad de una condenación eterna, y como ama mucho a los hombres y desea su salvación, en su evangelio «habla con frecuencia de ‘la gehena’ y del ‘fuego que nunca se apaga’» (Catecismo 1034). El mismo Señor habla con mucha frecuencia sobre la existencia del infierno, sin embargo en nuestros días existe un deliberado silencio que debe preocuparnos.

El segundo es la predicación que alimenta la fe del pueblo. Atendamos a estas palabras: «El justo vive de la fe (…) La fe es por la predicación, y la predicación por la palabra de Cristo» (Rm 1, 17; 10, 17). En el caso concreto del sacerdote, la fe en la verdad revelada es un presupuesto necesario para que su predicación tenga la fuerza suficiente para alimentar la fe del pueblo que le fue confiado. El sacerdote debe creer aquello que va predicar, de lo contrario terminará creando un pueblo ignorante con un desenlace final nefasto en el peor de los casos, y esta consecuencia será compartida en primer grado por el sacerdote que estuvo encargado de alimentar la fe de ese determinado pueblo.

+ Rogelio Livieres, Obispo de Ciudad del Este


Catolicidad - Lorenzo Perosi - EN VOS CONFÍO

EN VOS CONFÍO
 

 

Por el padre Terzio

El Verbo se hizo carne. Se hizo hombre, con cuerpo y alma, con sangre y corazón. Su Corazón latió inocente, desde su primer pulso, acompasó su movimiento con el corazón de la Virgen, latió pureza estando en el seno de su Madre y nació entre latidos de inocencia, de un cuerpo intacto.

Fue sacrificado. Agonizó con suspiros y lágrimas. Fue prendido, maltratado, escupido, escarnecido, vejado y humillado, fue flagelado, fue burlado y coronado de espinas. Su Corazón latió con pulso de dolor, vertiendo sangre, derramando vida, empapando la tierra con santidad divina, cruentamente.

Fue crucificado. Fue clavado en el madero. Sus manos y sus pies fueron traspasados y fijados a la Cruz, con golpes que le hirieron, que le abrieron cruentas llagas de las que brotó su sangre, al ritmo divino y humano de su Corazón, que le traspasaron, ya muerto. Le hirieron el Corazón con una lanza, le abrieron la quinta llaga en el centro de su Cuerpo, de donde manó sangre y agua.

Cuando resucitó glorioso no borró las llagas que sus discípulos tocaron y besaron. ¡Señor mío y Dios mío!. Ascendió al Cielo y vive y reina a la diestra del Padre, con el Espíritu Santo. Dentro de Él, su Corazón herido vive y reina, late y pulsa -¡Amor de los amores!- glorioso por los siglos de los siglos. Amén.

Cuando viene al altar, cuando se inmola y ofrece, cuando -como sacerdote- toco su Cuerpo sacramentado con mis manos, sé que toco el Corazón que tanto amó, que tanto ama, que amará eternamente. Entonces le pido, le ruego, le imploro, que haga mi corazón semejante al Suyo. Le rezo, le hablo, le digo, con temor y temblor, que encienda mi corazón en el Suyo. Le canto, le rimo y le salmodio que reine en mi corazón el Suyo.

Soy consciente, adorante y reverente, de la propiciación de su Corazón, de que es su Corazón, manso y humilde, lo que ofrezco en el Sacrificio siempre agradable al Padre.

Es la jaculatoria que más repito: En Vos confío, Corazón; en Ti confío, Corazón, de Cristo, de Jesús, de Enmanuel, del Verbo, del Hijo, de Dios, en Ti confío, en Vos confío.

¿Porque en qué o en quién confiaré, si sólo Tú tienes palabras de vida eterna?

¡Viva su Corazón por siempre!

Popout

(Un fragmento de la exquisita y muy desconocida 'Pasión según San Marcos' del maestro Don Lorenzo Perossi, sacerdote).



Lorenzo Perosi - La Passione di Cristo secondo S.Marco (2/3) - YouTube


LA DENUNCIA PROFETICA - El rol contrarrevolucionario de la devoción al Sagrado Corazón de Jesús

El rol contrarrevolucionario de la devoción al Sagrado Corazón de Jesús
 

Plinio Corrêa de Oliveira

 
La devoción al Sagrado Corazón de Jesús está en la raíz de todos los movimientos contrarrevolucionarios, grandes o pequeños, conocidos o desconocidos, que han surgido desde la época en que Santa Margarita María  recibió esta revelación en el siglo XVII. Ella recibió la misión, en nombre del Sagrado Corazón de Jesús, de pedirle al rey Luis XIV de Francia que consagrase la nación al Sagrado Corazón y pusiese el Corazón de Jesús en el escudo de armas de Francia.

Santa Margarita, a pedido de nuestro Señor, le prometió al rey de Francia de que si combatía a los enemigos de la Iglesia, el Corazón de Jesús lo apoyaría y llevaría su reinado a una gran gloria[1]. El Sagrado Corazón de Jesús esperaba que Luis XIV cambiase el curso de su política y se colocase a la cabeza de la Contra-Revolución. De haberlo hecho, él tendría un reino de gloria y Francia alcanzaría su verdadero apogeo católico.

 
Está claro que en caso de que él hubiese tomado este curso, la devoción al Sagrado Corazón de Jesús se habría extendido por todo el mundo. Habría habido una buena acogida en Francia a la predicación de San Luis María Grignon de Montfort que también vivió en esa época. Por lo tanto, su predicación se habría extendido por todo el mundo y, con ello, la Revolución Francesa se ​​podría haber evitado.

Por medio de este pedido al rey, a la Revolución —en la forma que tenía en la época de Santa Margarita María— habría sido detenida, y esa forma de maldad que ésta tomó más tarde —la Revolución Francesa— se habrían evitado.

Por lo tanto, esta devoción, desde su primer movimiento, desde su primera indicación por parte del Sagrado Corazón, tiene un significado claramente contrarrevolucionario.

Objeciones a esta devoción

En un cuidadoso estudio de esta devoción, el profesor Fernando Furquim llama la atención sobre el hecho de que los distintos movimientos contrarrevolucionarios que se alzaron en los siglos XVIII y XIX estaban vinculados al Sagrado Corazón de Jesús. Por ejemplo, los contrarrevolucionarios franceses de la Vendée, los Chouans, llevaban una insignia del Sagrado Corazón. Esta devoción siempre ha sido adoptada por los contrarrevolucionarios, inspirándolos y alentándolos, a la vez que ha sido odiada por los malos.

 
Es perfectamente correcta la devoción a un órgano
específico de Cristo
¿Qué han dicho estos enemigos contra la devoción al Sagrado Corazón de Jesús? Primero, ellos presentan este argumento supuestamente decisivo: “¿Por qué adorar al Corazón de Jesús ¿Por qué no hacer una hermosa devoción a las manos o a los ojos de Jesús? Al adorar su corazón, podríamos blasfemar por descomponer a Jesús y hacer una devoción a cada parte de su cuerpo Por tanto, podríamos tener una devoción a sus oídos que oyeron todas las súplicas del hombre, a su boca que habló, a sus manos que bendijeron (sin mencionar que también azotaron a los mercaderes del Templo). Por lo tanto, no vale la pena esta devoción al Corazón de Jesús”.

También, ellos van a decir: “Esta es una devoción sentimental. El corazón es el símbolo de la emoción por lo sentimental. De manera que esta es una devoción sentimental carente de contenido teológico y no se debe permitir”.

Una devoción promovida por la Iglesia

En efecto, en muchos de los documentos papales solemnes, sustanciales y magníficos, la Santa Sede recomendó esta devoción, por ejemplo, la encíclica Inscrutabile Divinae Sapientiae del Papa Pío VI en 1775. La Santa Sede concedió muchas indulgencias a los que recibieran la comunión los primeros viernes en reparación por las ofensas hechas contra el Sagrado Corazón. También se otorgaron indulgencias en las cofradías y archicofradías que se establecieron en apoyo a la devoción del Sagrado Corazón.

Además, se aprobó y alentó la construcción de iglesias, altares e imágenes en honor del Sagrado Corazón. La Iglesia, por tanto, ha aprobado esta devoción abundantemente y, por lo tanto, tiene todas las razones para merecer nuestra confianza.

En cuanto al argumento de que no se puede tener una devoción a cada parte del cuerpo sagrado de Nuestro Señor, éste no tiene ningún mérito. De hecho, en nuestras devociones privadas, podemos adorar a Nuestro Señor en sus manos sagradas; podemos y debemos adorarlo a Él en sus infinitamente expresivos, elocuentes, regios, instructivos y salvíficos ojos. No hay más que recordar que fue con una mirada de Nuestro Señor, que movió a San Pedro a arrepentirse de su triple negación para darnos cuenta que adorar a Nuestro Señor en sus divinos ojos es sin duda algo que uno puede hacer.

Pero la Iglesia, que tiene un gran sentido del ridículo y entiende que el ridículo puede estar a un paso de lo sublime, entiende que las mentes vulgares están siempre dispuestas a emplear el sarcasmo para degradar devociones como estas a una parte del cuerpo, las que realmente pueden impresionar a las sensibilidades humanas. Pero estas devociones no están en contra de la razón, y pueden ser hechas apropiadamente.

 
Nuestra Señora adoró el cuerpo de su amado
Hijo
Por ejemplo, entre las piedras de la Vía Sacra tenemos la que lleva la marca de sus pies divinos. Es honesto y legítimo a adorar los divinos pies que pisaron la tierra para enseñar y que fueron cubiertos con el polvo de la carretera con el fin de instruir, salvar y combatir el mal. Es correcto adorar estos pies que condujeron al Salvador mientras llevaba la cruz, esos pies manchados de sangre para nuestra redención, esos pies que llevan las marcas de los clavos de la Pasión.

Una hermosa manera de adorar a Nuestro Señor Jesucristo es unirnos a los pensamientos y meditaciones de Nuestra Señora, cuando Nuestro Señor fue bajado de la cruz, cuando ella sostuvo en su regazo su Sagrado Cuerpo y sangre derramada. Ella contempló cada parte de ese cuerpo macerado con infinito amor, veneración, respeto y afecto. Ella consideró los miembros y los adoró en su significado y función. Ella midió la ofensa contra su divinidad en esas partes flageladas. Con esto, en definitiva, ella practicó esta devoción, adorando las diferentes partes del cuerpo de su Divino Hijo.

Por lo tanto, es sólo una cuestión de conveniencia, un sentido de la apariencia y proporción, por así decirlo, que la Iglesia promueve la adoración de las muchas de las partes del cuerpo de Nuestro Señor.

¿Qué es la devoción al Sagrado Corazón de Jesús?

¿Qué es exactamente la devoción al Sagrado Corazón? Es la devoción al órgano de Nuestro Señor, que es el corazón. Pero en las Escrituras, el corazón no tiene el significado sentimental que tomó hacia finales del siglo 18, y desde luego en el siglo 19. El corazón no expresa sentimiento.

Cuando la Escritura dice: “Con todo mi corazón te he buscado”, (Salmo 119, 10) el corazón aquí es la voluntad humana, el propósito humano, propiamente dicho, la santidad humana. Por lo tanto, cuando el profeta dice esto, él que quiere decir, “Con toda mi voluntad te he buscado”. El Evangelio dice también: “La Virgen guardaba todas estas cosas, meditándolas en su corazón” (Lucas 2, 19). Podemos ver aquí que no se habla de un corazón sentimental, sino de su voluntad, su alma, que guardaba estas cosas y pensaba en ellas.

 
El marqués Gral. de la Rochejaquelein usaba en su pecho la insignia del
Sagrado Corazón, símbolo de la resistencia católica de la Vendée
El corazón es la voluntad y la razón de la persona, ese elemento dinámico que estudia y reflexiona sobre las cosas. En Nuestro Señor, su Sagrado Corazón es su voluntad. La voluntad está simbolizada por el corazón, porque todos los movimientos de la voluntad pueden tener repercusiones en el corazón. Es en este sentido, pues, que el Sagrado Corazón de Jesús es adorado.

Por correlación, está la devoción inmensamente significativa del Inmaculado Corazón de María. El Inmaculado Corazón de María es un santuario en cuyo interior se encuentra el Sagrado Corazón de Jesús.

Nuestro Señor prometió una efusión de gracia para esta devoción. El Sagrado Corazón hizo promesas especiales  a quienes hacen los nueve primeros viernes. La más notable de ellas, tal vez, es de que los que hacen los Nueve Primeros Viernes no morirán sin la gracia de la penitencia final. Esto no quiere decir que sin duda irá al cielo. Es decir que tendréis una gran gracia antes de morir, tan grande que se puede tener toda esperanza para vuestra salvación.

Ustedes entienden cuán diligentemente la Iglesia se ha esforzado en el pasado para que esta devoción fuese conocida, apreciada y comprendida por nuestra razón sin sentimentalismo. Una devoción varonil busca la razón de una cosa y luego ama esa cosa por su razón de ser. Es, de esta manera, que el hombre fuerte y la mujer fuerte del Evangelio juzga las cosas piadosas.

Por lo tanto, debemos reflexionar sobre esta devoción y volcar nuestras almas, nuestras voluntades, al Corazón de Jesús como la fuente de esas gracias que la Divina Providencia planeaba dar a los hombres en la época de la Revolución. Es un medio de la gracia destinado a los tiempos difíciles por venir, esos mismos tiempos en los que vivimos hoy en día.

Debemos pedir al Corazón de Jesús, a través de la sangre y el agua que fluyeron de él, que limpie y restaure el de nosotros. Esta es mi sugerencia cuando mediten y recen los viernes, y sobre todo en el primer viernes de cada mes, y el viernes de la Semana de la Pasión.

Termino recordándoles del soldado que atravesó el Corazón de Jesús con una lanza. Al hacer este acto de violencia contra el Sagrado Corazón de Jesús, agua y sangre brotó desde el costado de Nuestro Señor y le cayó en sus ojos. Entonces, los ojos del soldado, que se estaba volviendo ciego, se curaron inmediatamente y recobró la vista. Para nosotros, esto es lo más elocuente y significativo.

Esto significa que aquellos que tienen la devoción al Sagrado Corazón de Jesús pueden pedir gracias similares, no necesariamente el milagro físico, sino más bien una gracia para nuestras almas. Si queremos tener el sentido católico, un conocimiento contrarrevolucionario de las cosas, si queremos percibir cómo la Revolución y la Contra-Revolución están trabajando alrededor de nosotros y dentro de nosotros, si queremos conocer nuestros defectos, para comprender el alma de los otros para hacerles el bien, para tener perspicacia en nuestros estudios, para tener un buen equilibrio psicológico y curarse de problemas nerviosos de todo tipo, entonces podemos y debemos recurrir al Sagrado Corazón de Jesús.

Deberíamos pedir una gracia que brota de su Sagrado Corazón —como la sangre y el agua que curó al soldado— que erradicará la ceguera total o parcial de nuestras almas. Oremos, pues, al Sagrado Corazón de Jesús a través del Corazón Inmaculado de María, porque ésta es la única manera de obtener las gracias para curarnos de nuestras múltiples cegueras. Al hacer esto, vamos a hacer una espléndida solicitud y estar en el camino hacia la obtención de una magnífica gracia.

Publicado originalmente por TIA 

miércoles, 12 de junio de 2013

FE Y CAFÉ - Un laico ejemplar: Dr. Jorge Enrique Porras Moreno

from FE Y CAFÉ 
Un laico ejemplar: Dr. Jorge Enrique Porras Moreno:

Andrés Bravo
Capellán de la UNICA
           
Se ha enseñado que el laico es aquella persona que por el bautismo confiesa la fe cristiana en la Iglesia católica, pero no está consagrada a ningún ministerio del orden sacerdotal, ni ha profesado como religioso o religiosa. Es decir, no es ni sacerdote ministerial, ni religioso, ni religiosa. Mucho se ha discutido sobre este asunto. Existen quienes ven esta definición muy negativa, especialmente cuando se formula simplemente como el bautizado no consagrado. La verdad es que el bautismo nos consagra a todos como hijos de Dios; configurados a Cristo que es sacerdote, profeta y rey. Además, por la unción del Espíritu Santo que comienza a habitar en nosotros, somos convertidos en templos de la divinidad.
El Vaticano II, nos enseña que todos los bautizados somos sacerdotes. Aunque, el mismo Concilio tiene cuidado en distinguir ese sacerdocio común del bautizado del sacerdocio ministerial. De modo que el laico es sacerdote por el bautismo, común a todos los que formamos parte del Pueblo de Dios. Juan Pablo II identifica al laico como el obrero de la viña, es decir, el obrero del mundo (Christifideles laici 1). El Concilio Plenario de Venezuela asume lo enseñado en el documento de Puebla, en el sentido de que el laico es persona de Iglesia en el corazón del mundo y persona del mundo en el corazón de la Iglesia (Puebla 786 y CPV documento 7, numeral 62).
Lo entenderemos mejor si contemplamos vidas ejemplares de auténticos seguidores de Jesús que dentro de la comunidad eclesial, integran su vida a su fe, personas que optan por el Evangelio de Jesús y proyectan su existencia conforme a sus criterios evangélicos. Quiero destacar este tema porque hace un mes partió a la casa eterna del Padre un laico ejemplar, el Dr. Jorge Enrique Porras Moreno. Así como existió Jorge, excelente hombre de valores trascendentes como la familia, la profesión, la amistad, la universidad, la educación, el trabajo y la Iglesia, es un laico. Aquel que, todo él, es vivencia del bautismo. Consagrado para el servicio de Dios en los hermanos. Para esto se formó y trabajó toda su vida.
Jorge se comprometió con pasión al bien de los demás. Lo hizo como cristiano, en los diferentes ámbitos de la vida social. Su acción apostólica se expresó en el trabajo a favor del progreso de las comunidades más humildes. Creyendo en los jóvenes pobres y marginados y confiando en sus capacidades, se empeñó en fundar y dirigir el Centro de Formación Profesional San Francisco en sus dos sedes. Somos testigos de los éxitos que manifestaba con una alegría enorme, aunque le costaran dolor y lágrimas. Lo vimos muy preocupado ante graves dificultades, pero jamás rendido, siempre ocupado; implorando constantemente la gracia divina, seguía con pasión su apostolado. Amaba lo que hacía y, para ello, buscaba hacerlo mejor. Como buen hijo de san Ignacio de Loyola, para la mayor gloria de Dios.
Era un convencido de la Educación para el trabajo, así construía el país que soñó. Sin odios, sin descalificaciones, sin exclusiones, metiéndose entre la gente inquieta de los barrios, brindándoles su amor y ganándose su respeto. Creían en él, porque sentían su amor cristiano hacia ellos, sin importarles sus opciones políticas o religiosas, sus condiciones sociales o culturales. Si es humano y sólo por ser humano, le servía como el samaritano del Evangelio. Es admirable su participación en los consejos comunales y en otras muchas organizaciones populares. Con ellos enfrentaba las invasiones y otras graves dificultades.
Formó parte del FORO CERPE (Centro de Reflexión y Planificación Educativa), coordinado por el padre Luis Ugalde, que nos ofrece sus propuestas en la obra “Educación para transformar el país”. Ahí es presentado como economista y abogado, profesor de la Universidad Rafael Urdaneta y director del Centro de Arbitraje y Mediación de la Cámara de Comercio de Maracaibo. Sin embargo, su aporte se centró en su experiencia y saberes sobre la educación para el trabajo.
Además, impulsó la responsabilidad de las empresas a la solidaridad, a la acción social por el bien de los que necesitan. Las respuestas positivas las celebraba y agradecía con sincero sentimiento. La sensibilidad social hace engrandecer a la persona humana. Formó parte de la Unión Internacional Cristiana de Dirigentes de Empresas (UNIAPAC), organización que tiene por objetivo promover entre los dirigentes de empresas la visión e implementación de una economía que sirva a la gente y al bien común de toda la humanidad, para la construcción de una sociedad más justa y humana. Formar un movimiento así en Venezuela es una tarea que dedicó tiempo y talentos. Esta obra reclama la necesidad de seguirla construyendo. Para ello ofreció toda su pasión, su excelencia profesional y su fe cristiana.
En ocasiones me invitó a compartir con él en el Centro de Formación con mi acompañamiento espiritual. Porque en esta obra sembró la conciencia de que su trabajo es como Iglesia católica. Aunque en ocasiones lo dejamos sólo, siempre expresó que su apostolado era de Iglesia y con la Iglesia.
Otra de sus más grandes pasiones, integrada también a su trabajo del Centro de Formación y vivida especialmente con el Foro Eclesial de Laicos en equipo con la Universidad Católica “Cecilio Acosta”, fue la Doctrina Social de la Iglesia (DSI). Sus principios de reflexión, sus criterios de juicios y sus directrices de acción no fueron de él. Los asumió del magisterio social de su Iglesia, con el propósito de promover un humanismo integral y solidario. Eso data de mucho tiempo, desde su formación jesuítica. Recuerdo que una vez Mons. Roa Pérez me pidió un trabajo sobre esta doctrina social y Mons., Antonio López me aconsejó que buscara la ayuda de Jorge Porras, porque él era uno de los más inquietos en la DSI en Maracaibo. Lamento no obedecer ese consejo, mucho me perdí, estoy seguro.
            Después de algunos años, Dios me dio la gracia de encontrarme con él, en la misma trinchera a favor de la formación y difusión de la DSI. Ante la situación del país, en los difíciles días del año 2002, Mons. Santana convocó a un grupo de laicos inquietos, intelectuales, con sensibilidad social y profunda fe cristiana, para ayudarle con sus reflexiones a discernir la mejor respuesta de la Iglesia en esos momentos de turbulencia política y social. De ahí, quedó un reducido pero muy competente grupo que se organizó para la formación y disfunción de la DSI, denominado Foro Eclesial de Laicos, que Jorge con Guillermo Yepes Boscán, coordinó y fortaleció.
            El mejor momento fue la promulgación del Compendio de la DSI por parte del Pontificio Consejo “Justicia y Paz”, el año 2004. Eso entusiasmó más el espíritu inquieto de Jorge y del Foro Eclesial de Laicos. A México fue a dar para asistir a la presentación formal del Compendio por parte de la Iglesia Latinoamericana, organizada por el Consejo Episcopal Latinoamericano (CELAM). Ahí se entusiasmó más al conocer el Instituto Mexicano de Doctrina Social Cristiana (IMDOSOC) y comenzó a participar en él para su profundización y la nuestra sobre el tema de gran interés para nosotros. Esta experiencia avanzó hasta formar una red social de comunicación de los trabajos e investigaciones sobre la DSI.
            El llamado del Pastor de realizar un acto para la presentación del Compendio de la DSI en nuestra Arquidiócesis, nos unió al Foro Eclesial de Laicos y la Universidad Católica “Cecilio Acosta”, ahí Jorge propone realizar una Semana de la DSI. Así nace la I Semana de la DSI que celebramos en junio del año 2007. Nos encontramos en estos momentos en la organización de la VIII Semana que celebraremos, Dios mediante, en la cuaresma del próximo año. Nos ayuda que, en comunión con la Trinidad santa, Jorge sigue movilizándonos para progresar en este tan importante evento eclesial.
Desde estos eventos, Jorge Porras manifestaba con mucha inquietud que la DSI debe ser parte de la formación de todos, de sacerdotes, seminaristas y laicos. Que sea materia obligada en todos los centros de formación, empezando por las escuelas católicas, universidades, movimientos de apostolados y seminarios. Él daba el ejemplo en el Centro de Formación Profesional San Francisco. Esta inquietud, desde el Foro Eclesial de Laicos, fue expresada al Nuncio Apostólico, a la Conferencia Episcopal Venezolana, al Cardenal Urosa, a la AVEC, a la Vicaría para la Educación y la Cultura, y al Seminario, siempre bajo la guía de nuestro Arzobispo. Cómo desearíamos seguir esta lucha para que así podamos rendir verdadero homenaje a nuestro amigo Jorge.
Mucho se ha logrado, lo que sucede es que la tarea es aún más exigente. Sé que en la UNICA hay signos significativos y propuestas valiosas que también recibieron gran apoyo de Jorge. Así como también se le reconoce su apoyo a la Acción Católica de Maracaibo y a la Diócesis de Cabimas donde también se celebra la Semana de la DSI, acompañando Jorge a la Pastoral Universitaria y a la Pastoral Social de la Costa Oriental del Lago. Quiso extender la iniciativa de la Semana de la DSI a otras Iglesias locales, Barquisimeto, Machiques, Vigía-San Carlos, Coro, Valencia.
A estas reflexiones añado un agradecimiento al Señor de la historia por habernos regalado a una persona tan extraordinaria como Jorge Porras, así como nuestros sentimientos solidarios de fe y esperanza a su esposa Cecilia, a sus hijas e hijo y a toda su familia. Sentimiento que comparto personalmente con el padre Eduardo Ortigoza, quien preside esta Eucaristía, en nombre de toda la Iglesia peregrina en Maracaibo, muy particularmente en nombre de nuestros Pastores Mons. Ubaldo Santana y Mons. Ángel Caraballo. También quiero expresar estos mismos sentimientos en nombre de la Universidad Católica “Cecilio Acosta”, Comunidad Universitaria que ha orado por Jorge y su familia con especial aprecio y admiración. Y su espacio apostólico el Foro Eclesial de Laicos que, unidos a los mismos sentimientos cristianos, quiere honrarlo trabajando con mayor fuerza por la gran pasión que compartimos con Jorge Porras, la DSI.
            Permítanme visualizar el encuentro de Jorge con Dios. Es Jorge a la entrada de la Morada Eterna quien dice al Padre: gracias por darme tantos talentos, aquí te los ofrezco multiplicados. Y el Padre que le invita: pasa a tomar parte de la comunión eterna de amor, porque cuando estuve necesitado tú me serviste con sincero amor. Y el Hijo de Dios a la derecha del Padre le replica es que donde esté yo, ahí quiero que esté mi servidor.

FE Y CAFÉ - Un laico ejemplar: Dr. Jorge Enrique Porras Moreno

from FE Y CAFÉ 
Un laico ejemplar: Dr. Jorge Enrique Porras Moreno:

Andrés Bravo
Capellán de la UNICA
           
Se ha enseñado que el laico es aquella persona que por el bautismo confiesa la fe cristiana en la Iglesia católica, pero no está consagrada a ningún ministerio del orden sacerdotal, ni ha profesado como religioso o religiosa. Es decir, no es ni sacerdote ministerial, ni religioso, ni religiosa. Mucho se ha discutido sobre este asunto. Existen quienes ven esta definición muy negativa, especialmente cuando se formula simplemente como el bautizado no consagrado. La verdad es que el bautismo nos consagra a todos como hijos de Dios; configurados a Cristo que es sacerdote, profeta y rey. Además, por la unción del Espíritu Santo que comienza a habitar en nosotros, somos convertidos en templos de la divinidad.
El Vaticano II, nos enseña que todos los bautizados somos sacerdotes. Aunque, el mismo Concilio tiene cuidado en distinguir ese sacerdocio común del bautizado del sacerdocio ministerial. De modo que el laico es sacerdote por el bautismo, común a todos los que formamos parte del Pueblo de Dios. Juan Pablo II identifica al laico como el obrero de la viña, es decir, el obrero del mundo (Christifideles laici 1). El Concilio Plenario de Venezuela asume lo enseñado en el documento de Puebla, en el sentido de que el laico es persona de Iglesia en el corazón del mundo y persona del mundo en el corazón de la Iglesia (Puebla 786 y CPV documento 7, numeral 62).
Lo entenderemos mejor si contemplamos vidas ejemplares de auténticos seguidores de Jesús que dentro de la comunidad eclesial, integran su vida a su fe, personas que optan por el Evangelio de Jesús y proyectan su existencia conforme a sus criterios evangélicos. Quiero destacar este tema porque hace un mes partió a la casa eterna del Padre un laico ejemplar, el Dr. Jorge Enrique Porras Moreno. Así como existió Jorge, excelente hombre de valores trascendentes como la familia, la profesión, la amistad, la universidad, la educación, el trabajo y la Iglesia, es un laico. Aquel que, todo él, es vivencia del bautismo. Consagrado para el servicio de Dios en los hermanos. Para esto se formó y trabajó toda su vida.
Jorge se comprometió con pasión al bien de los demás. Lo hizo como cristiano, en los diferentes ámbitos de la vida social. Su acción apostólica se expresó en el trabajo a favor del progreso de las comunidades más humildes. Creyendo en los jóvenes pobres y marginados y confiando en sus capacidades, se empeñó en fundar y dirigir el Centro de Formación Profesional San Francisco en sus dos sedes. Somos testigos de los éxitos que manifestaba con una alegría enorme, aunque le costaran dolor y lágrimas. Lo vimos muy preocupado ante graves dificultades, pero jamás rendido, siempre ocupado; implorando constantemente la gracia divina, seguía con pasión su apostolado. Amaba lo que hacía y, para ello, buscaba hacerlo mejor. Como buen hijo de san Ignacio de Loyola, para la mayor gloria de Dios.
Era un convencido de la Educación para el trabajo, así construía el país que soñó. Sin odios, sin descalificaciones, sin exclusiones, metiéndose entre la gente inquieta de los barrios, brindándoles su amor y ganándose su respeto. Creían en él, porque sentían su amor cristiano hacia ellos, sin importarles sus opciones políticas o religiosas, sus condiciones sociales o culturales. Si es humano y sólo por ser humano, le servía como el samaritano del Evangelio. Es admirable su participación en los consejos comunales y en otras muchas organizaciones populares. Con ellos enfrentaba las invasiones y otras graves dificultades.
Formó parte del FORO CERPE (Centro de Reflexión y Planificación Educativa), coordinado por el padre Luis Ugalde, que nos ofrece sus propuestas en la obra “Educación para transformar el país”. Ahí es presentado como economista y abogado, profesor de la Universidad Rafael Urdaneta y director del Centro de Arbitraje y Mediación de la Cámara de Comercio de Maracaibo. Sin embargo, su aporte se centró en su experiencia y saberes sobre la educación para el trabajo.
Además, impulsó la responsabilidad de las empresas a la solidaridad, a la acción social por el bien de los que necesitan. Las respuestas positivas las celebraba y agradecía con sincero sentimiento. La sensibilidad social hace engrandecer a la persona humana. Formó parte de la Unión Internacional Cristiana de Dirigentes de Empresas (UNIAPAC), organización que tiene por objetivo promover entre los dirigentes de empresas la visión e implementación de una economía que sirva a la gente y al bien común de toda la humanidad, para la construcción de una sociedad más justa y humana. Formar un movimiento así en Venezuela es una tarea que dedicó tiempo y talentos. Esta obra reclama la necesidad de seguirla construyendo. Para ello ofreció toda su pasión, su excelencia profesional y su fe cristiana.
En ocasiones me invitó a compartir con él en el Centro de Formación con mi acompañamiento espiritual. Porque en esta obra sembró la conciencia de que su trabajo es como Iglesia católica. Aunque en ocasiones lo dejamos sólo, siempre expresó que su apostolado era de Iglesia y con la Iglesia.
Otra de sus más grandes pasiones, integrada también a su trabajo del Centro de Formación y vivida especialmente con el Foro Eclesial de Laicos en equipo con la Universidad Católica “Cecilio Acosta”, fue la Doctrina Social de la Iglesia (DSI). Sus principios de reflexión, sus criterios de juicios y sus directrices de acción no fueron de él. Los asumió del magisterio social de su Iglesia, con el propósito de promover un humanismo integral y solidario. Eso data de mucho tiempo, desde su formación jesuítica. Recuerdo que una vez Mons. Roa Pérez me pidió un trabajo sobre esta doctrina social y Mons., Antonio López me aconsejó que buscara la ayuda de Jorge Porras, porque él era uno de los más inquietos en la DSI en Maracaibo. Lamento no obedecer ese consejo, mucho me perdí, estoy seguro.
            Después de algunos años, Dios me dio la gracia de encontrarme con él, en la misma trinchera a favor de la formación y difusión de la DSI. Ante la situación del país, en los difíciles días del año 2002, Mons. Santana convocó a un grupo de laicos inquietos, intelectuales, con sensibilidad social y profunda fe cristiana, para ayudarle con sus reflexiones a discernir la mejor respuesta de la Iglesia en esos momentos de turbulencia política y social. De ahí, quedó un reducido pero muy competente grupo que se organizó para la formación y disfunción de la DSI, denominado Foro Eclesial de Laicos, que Jorge con Guillermo Yepes Boscán, coordinó y fortaleció.
            El mejor momento fue la promulgación del Compendio de la DSI por parte del Pontificio Consejo “Justicia y Paz”, el año 2004. Eso entusiasmó más el espíritu inquieto de Jorge y del Foro Eclesial de Laicos. A México fue a dar para asistir a la presentación formal del Compendio por parte de la Iglesia Latinoamericana, organizada por el Consejo Episcopal Latinoamericano (CELAM). Ahí se entusiasmó más al conocer el Instituto Mexicano de Doctrina Social Cristiana (IMDOSOC) y comenzó a participar en él para su profundización y la nuestra sobre el tema de gran interés para nosotros. Esta experiencia avanzó hasta formar una red social de comunicación de los trabajos e investigaciones sobre la DSI.
            El llamado del Pastor de realizar un acto para la presentación del Compendio de la DSI en nuestra Arquidiócesis, nos unió al Foro Eclesial de Laicos y la Universidad Católica “Cecilio Acosta”, ahí Jorge propone realizar una Semana de la DSI. Así nace la I Semana de la DSI que celebramos en junio del año 2007. Nos encontramos en estos momentos en la organización de la VIII Semana que celebraremos, Dios mediante, en la cuaresma del próximo año. Nos ayuda que, en comunión con la Trinidad santa, Jorge sigue movilizándonos para progresar en este tan importante evento eclesial.
Desde estos eventos, Jorge Porras manifestaba con mucha inquietud que la DSI debe ser parte de la formación de todos, de sacerdotes, seminaristas y laicos. Que sea materia obligada en todos los centros de formación, empezando por las escuelas católicas, universidades, movimientos de apostolados y seminarios. Él daba el ejemplo en el Centro de Formación Profesional San Francisco. Esta inquietud, desde el Foro Eclesial de Laicos, fue expresada al Nuncio Apostólico, a la Conferencia Episcopal Venezolana, al Cardenal Urosa, a la AVEC, a la Vicaría para la Educación y la Cultura, y al Seminario, siempre bajo la guía de nuestro Arzobispo. Cómo desearíamos seguir esta lucha para que así podamos rendir verdadero homenaje a nuestro amigo Jorge.
Mucho se ha logrado, lo que sucede es que la tarea es aún más exigente. Sé que en la UNICA hay signos significativos y propuestas valiosas que también recibieron gran apoyo de Jorge. Así como también se le reconoce su apoyo a la Acción Católica de Maracaibo y a la Diócesis de Cabimas donde también se celebra la Semana de la DSI, acompañando Jorge a la Pastoral Universitaria y a la Pastoral Social de la Costa Oriental del Lago. Quiso extender la iniciativa de la Semana de la DSI a otras Iglesias locales, Barquisimeto, Machiques, Vigía-San Carlos, Coro, Valencia.
A estas reflexiones añado un agradecimiento al Señor de la historia por habernos regalado a una persona tan extraordinaria como Jorge Porras, así como nuestros sentimientos solidarios de fe y esperanza a su esposa Cecilia, a sus hijas e hijo y a toda su familia. Sentimiento que comparto personalmente con el padre Eduardo Ortigoza, quien preside esta Eucaristía, en nombre de toda la Iglesia peregrina en Maracaibo, muy particularmente en nombre de nuestros Pastores Mons. Ubaldo Santana y Mons. Ángel Caraballo. También quiero expresar estos mismos sentimientos en nombre de la Universidad Católica “Cecilio Acosta”, Comunidad Universitaria que ha orado por Jorge y su familia con especial aprecio y admiración. Y su espacio apostólico el Foro Eclesial de Laicos que, unidos a los mismos sentimientos cristianos, quiere honrarlo trabajando con mayor fuerza por la gran pasión que compartimos con Jorge Porras, la DSI.
            Permítanme visualizar el encuentro de Jorge con Dios. Es Jorge a la entrada de la Morada Eterna quien dice al Padre: gracias por darme tantos talentos, aquí te los ofrezco multiplicados. Y el Padre que le invita: pasa a tomar parte de la comunión eterna de amor, porque cuando estuve necesitado tú me serviste con sincero amor. Y el Hijo de Dios a la derecha del Padre le replica es que donde esté yo, ahí quiero que esté mi servidor.

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