miércoles, 28 de marzo de 2012

Culpar al Diablo No Disculpa

Culpar al Diablo No Disculpa:

Culpar al Diablo No Disculpa

Cierta vez golpeó el diablo la puerta del monasterio de San Antonio Abad. Éste salió a ver quién era y se encontró con un extraño hombre de más de dos metros de altura. 

San Antonio preguntó: ¿Quién eres, forastero?

Y el diablo respondió: Soy el mismo Satanás.

Y antes de echarlo, le preguntó: ¿Y qué quieres por aquí?

Satanás: Sólo quería saber por qué, no sólo los monjes, sino todos los cristianos me maldicen. Por qué ante cualquier caída enseguida dicen: "Maldito el diablo".

San Antonio, entonces, asombrado por las verdades que obligadamente pronunció el "Padre de la Mentira", le replicó: ¡Con mucha razón los cristianos te maldicen; porque tú los tientas y les tiendes lazos permanentemente! ¡Te maldicen porque eres tú el que los induces a pecar!

Entonces Satanás dijo: Yo no tengo la culpa de las culpas de los hombres, sino ellos mismos, que se hacen la guerra y se buscan solitos las ocasiones de pecado. Yo no tengo la culpa, ni puedo tenerla. De hecho, cuando el Hijo de Dios murió en la cruz, yo fui apresado y encadenado; y aún faltan muchos pecados para que me desaten nuevamente. Aún de los desiertos, donde moran los monjes, he sido desterrado. Por eso, los hombres se han de quejar de sí y no de mí cuando caen. Porque yo, ninguna culpa de sus pecados puedo tener.

San Antonio, entonces, lo hizo callar; y lo expulsó de allí en el Nombre de Nuestro Señor Jesucristo.



NUESTRA SEÑORA DEL BUEN CONSEJO

NUESTRA SEÑORA DEL BUEN CONSEJO:
LETANÍAS A NUESTRA SEÑORA DEL BUEN CONSEJO
Señor, ten piedad de nosotros.
Cristo, ten piedad de nosotros.
Señor, ten piedad de nosotros.
Cristo, óyenos.
Cristo, escúchanos
Dios Padre celestial,
ten piedad de nosotros.
Dios Hijo, redentor del mundo,
Espíritu Santo Dios,
Santísima Trinidad, un solo Dios,
Santa María,
ruega por nosotros.
Santa Madre de Dios,
Santa Virgen de las vírgenes,
Madre del Buen Consejo,
Hija del Padre celestial,
Madre del divino Hijo,
Esposa del Espíritu Santo,
Templo de la Santísima Trinidad,
Puerta del cielo,
Reina de los ángeles,
Decoro de los profetas,
Consejera de los apóstoles,
Consejera de los mártires,
Consejera de los confesores,
Consejera de las vírgenes,
Consejera de todos los santos,
Consejera de los atribulados,
Consejera de las viudas y de los huérfanos,
Consejera de los enfermos,
Consejera de los afligidos y de los prisioneros,
Consejera de los pobres,
Consejera de todos los necesitados,
Consejera en todos los peligros,
Consejera en todas las tentaciones,
Consejera de los pecadores que se convierten,
Consejera de los moribundos,
En todos los acontecimientos y necesidades,
aconséjanos.
En las dudas e incertidumbres,
En las tristezas y contrariedades,
En todos los peligros y desgracias,
En las empresas y negocios,
En todas nuestras necesidades,
En las cruces y en los sufrimientos,
En todas nuestras tentaciones,
En las persecuciones y calumnias,
En todo agravio recibido,
En los peligros del alma y cuerpo,
En todos los acontecimientos de la vida,
En la hora de nuestra muerte,
Santa María, Madre del Buen Consejo.
Cordero de Dios, que quitas los pecados del mundo, perdónanos Señor.
Cordero de Dios, que quitas los pecados del mundo, escúchanos Señor.
Cordero de Dios, que quitas los pecados del mundo, ten piedad de nosotros.
Jesucristo, óyenos.
Jesucristo, escúchanos.
Señor, ten piedad de nosotros.
Padrenuestro y Avemaría.
V. En todas nuestras dudas y tribulaciones,
R. Aconséjanos, oh María.
Oración. Oh Dios, dispensador de todos los dones buenos y perfectos, haz que poniendo nuestro refugio en María en todos los acontecimientos, incertidumbres y tribulaciones, obtengamos de su maternal mano, consejo, ayuda y asistencia, por Jesucristo, tu Hijo. Así sea.

Hay que mirar elmundo con los ojos bien abiertos

Hay que mirar elmundo con los ojos bien abiertos:

Resulta tan agradable un viaje de doce horas y veinte minutos sumergido en una buena novela. Os aseguro que no noté el paso de las horas en el avión, porque mi mente realmente recorría la abadía de El Nombre de la Rosa. No tuve tiempo ni para ver ninguna de las tres películas que Iberia nos ofreció. Películas especialmente escogidas para un público hipotéticamente memo. De todo el catálogo escogieron aquellas que pudieran complacer únicamente a un grupo de cretinos. Justo todo lo contrario de las páginas que tenía entre mis manos. Donde el autor se dedica a levantar una gran obra, un monumento al arte de pensar. Nunca he visto un libro en el que se tenga menos en cuenta al público: el autor se dedica a la grandeza. Todas las grandes obras son así. Cuando hay un genio creando arte, lo notarás porque dice: al público que le den por saco.


Sea dicho de paso, la primera vez que leí la novela no encontré ni un solo fallo. Pero casi dos decenios más de libros tras mi primera lectura, me hacen encontrar anacronismos tan minúsculos, que sólo son una prueba más del nivel de rigor de ese libro. En otro post os ofreceré algunos de ellos.


Al llegar a Alcalá, me encontré con La Regenta. Me marché de viaje dejando la novela de más de ochocientas páginas a sólo veinte páginas de acabarla. Fue duro, sí, pero me tuve que marchar dejando esas pocas páginas sin leer. Esta noche las retomaré. También me encontré en otro rincón con La conjura de los necios, de mi viaje a Jerez de la Frontera. Batallas literarias incoadas. Ya no busco los laureles del libro coronado. Pienso empezar cuantos libros me apetezcan. Sólo leeré hasta el final aquellos que entusiasmen. Pero La conjura merecerá mi atención en mis próximos vuelos de ida y vuelta a Roma.


De momento, las lecturas tendrán que esperar a que deshaga las maletas. ¿Por qué procrastino tanto la tarea de vaciar las maletas cuando retorno de un viaje? Mis viajes por Perú y Chile han apartado mi mente de mi tesis. Mañana mismo pienso regresar a esa región familiar de mis pensamientos. Se me va a hacer raro. Me siento tan ajeno a la tesis cuando paso dos semanas de conferencias. ¿En qué pueblo sustituiré esta Semana Santa?

martes, 27 de marzo de 2012

La dignidad de todo ser humano (nuevo libro)

La dignidad de todo ser humano (nuevo libro):
¿Qué dice la ciencia y la filosofía acerca del origen de la vida humana? ¿Qué nos diferencia de los animales? ¿Qué papel juegan los sentimientos en el conocimiento? ¿Tiene alguna base objetiva la noción de persona? ¿Es la familia algo radicado en la naturaleza humana? ¿Están unidas naturaleza y ética?… Este trabajo aspira a responder estas cuestiones dando ideas que nos puedan ayudar a redescubrir en qué consiste la naturaleza humana y su dignidad.
A lo largo de los siglos se han dado comportamientos tremendamente inhumanos que se han legalizado en algunas sociedades como algo permitido e incluso visto con buenos ojos: la esclavitud, las guerras de conquista, los sacrificios humanos, el exterminio de personas inocentes en campos de concentración… Cuando esto ocurre se hace necesaria una revisión de cuál es la idea de nosotros mismos y del legado que queremos dejarles a las generaciones futuras.
La vida humana no es un bien protegido incondicionalmente en todas sus etapas, especialmente en sus momentos más dependientes. Aunque pueda parecer una cuestión tangencial esto es algo de gran importancia para entendernos a nosotros mismos y a nuestro futuro. La dignidad de la persona humana debe ser constantemente redescubierta para que no se vacíe parte de su contenido. En íntima relación con ella está la idea que tengamos de la familia y del amor humano.

La dignidad de todo ser humano (nuevo libro)

La dignidad de todo ser humano (nuevo libro):
¿Qué dice la ciencia y la filosofía acerca del origen de la vida humana? ¿Qué nos diferencia de los animales? ¿Qué papel juegan los sentimientos en el conocimiento? ¿Tiene alguna base objetiva la noción de persona? ¿Es la familia algo radicado en la naturaleza humana? ¿Están unidas naturaleza y ética?… Este trabajo aspira a responder estas cuestiones dando ideas que nos puedan ayudar a redescubrir en qué consiste la naturaleza humana y su dignidad.
A lo largo de los siglos se han dado comportamientos tremendamente inhumanos que se han legalizado en algunas sociedades como algo permitido e incluso visto con buenos ojos: la esclavitud, las guerras de conquista, los sacrificios humanos, el exterminio de personas inocentes en campos de concentración… Cuando esto ocurre se hace necesaria una revisión de cuál es la idea de nosotros mismos y del legado que queremos dejarles a las generaciones futuras.
La vida humana no es un bien protegido incondicionalmente en todas sus etapas, especialmente en sus momentos más dependientes. Aunque pueda parecer una cuestión tangencial esto es algo de gran importancia para entendernos a nosotros mismos y a nuestro futuro. La dignidad de la persona humana debe ser constantemente redescubierta para que no se vacíe parte de su contenido. En íntima relación con ella está la idea que tengamos de la familia y del amor humano.

Respuesta a la carta abierta de monseñor Nicola Bux

Respuesta a la carta abierta de monseñor Nicola Bux:
Por Mons. Richard Williamson
Londres, 22 de Marzo de 2012.
Monseñor,
En una carta abierta del 19 de marzo dirigida a Monseñor Fellay y a todos los sacerdotes de la Fraternidad San Pío X, usted nos ruega aceptar el sincero y afectuoso ofrecimiento de reconciliación que el Papa Benedicto XVI presenta a la Fraternidad San Pío X para superar la fractura de larga data existente entre Roma y esta Fraternidad. Permítame en mi carácter de uno de los sacerdotes a quienes usted se ha dirigido, de tomar la responsabilidad en nombre propio, de darle mi opinión tal como hubiera podido ser la respuesta de este “gran hombre de Iglesia”, el Arzobispo Lefebvre.
Vuestra carta empieza por un llamado a “sacrificarlo todo en nombre de la unidad”. Pero no puede existir verdadera unidad Católica si no está fundada sobre la verdadera Fe Católica. El gran Arzobispo lo sacrificó todo para la unidad en la verdadera doctrina de la Fe. ¡Ay! Las Discusiones Doctrinales de 2009-2011 probaron que la fractura doctrinal entre la Roma del Vaticano II y la Fraternidad San Pío X es tan profunda como siempre.
Esta fractura fue designada por Usted el 19 de marzo como “perplejidades remanentes, puntos a ser profundizados o detallados”, pero, sin embargo, el 16 de marzo el Cardenal Levada había sido categórico al declarar que la posición asumida por Monseñor Fellay el 12 de enero es “insuficiente para superar los problemas doctrinales”. Monseñor Fellay ha comentado una vez cuánto divergen entre sí los hombres de Iglesia de Roma, pero sea lo que fuere su unidad, de todas formas la Fe sacrificada en pro de tal unidad es una unidad sin Fe.
Por supuesto, como Usted nos lo recuerda, la Iglesia es una institución divina y a la vez humana. Por supuesto, el elemento divino no puede fallar y, tampoco, por supuesto, la Iglesia. Finalmente no puede fallar y el sol saldrá de nuevo. Pero perdónenos estar en desacuerdo con usted cuando dice que el alba está al alcance de la mano, porque esta verdadera Fe que la Fraternidad San Pío X defendió en las Discusiones, no brilla en la Roma del Vaticano II, donde, por ende, la Fraternidad no puede estar segura. Tampoco ella podría hacer brillar la luz si ella misma adoptare las tinieblas conciliares.
No se pone en duda el sincero deseo del Papa de dar la bienvenida al retorno de la Fraternidad San Pío X a una “plena comunión eclesial”, como lo han mostrado varios gestos suyos de real buena voluntad. Pero “una profesión de Fe común” entre la Fraternidad y aquellos que creen en el Concilio Vaticano II no es posible, a menos que la Fraternidad San Pío X llegue a traicionar esta Fe que ella representó en las Discusiones. Y cuando la Fraternidad San Pío X clama “¡Dios no permita!” tal traición, lejos de que su voz sea silenciada, ella es escuchada en el mundo entero y lleva para la Iglesia Católica buenos frutos que hoy en día son la excepción más que la regla.
Ciertamente “es el momento adecuado”, ciertamente “la hora favorable ha llegado” para solucionar la agonía y los problemas de la Iglesia y del mundo. Sin embargo, la solución es la que Nuestra Madre del Cielo ha pedido por largo tiempo y que depende únicamente del Santo Padre. ¡De hecho, puesto que Nuestro Señor ha dejado en manos de Su Madre la solución, Ella dijo que ninguna otra solución funcionará, de tal manera que Nuestro Señor no podría permitir que cualquier otra solución funcionare, ¡sin convertir a Su Madre en una mentirosa! ¡Inconcebible!
La solución ha sido conocida desde hace mucho tiempo, pues ¿como hubiera sido posible que el Cielo haya abandonado el mundo a tal zozobra como la de los últimos 100 años sin ofrecer un remedio tal como ofreció el profeta Eliseo para sanar la lepra del General Sirio Naaman? Desde un punto de vista humano, bañarse en el Río Jordán parecía ridículo, pero nadie podía decir que no era posible. Solamente requería algo de fe y de humildad. El General pagano reunió a la vez bastante fe y confianza en el hombre de Dios para hacer lo que el Cielo había pedido y, por supuesto, fue sanado instantáneamente.
¡Pueda solamente el Santo Padre reunir a la vez suficiente fe y confianza en la promesa de la Madre Celestial! ¡Que él solamente aproveche este “buen momento” antes de que toda la economía global se colapse en ruinas y antes de que unos locos logren lanzar la Tercera Guerra Mundial en Medio Oriente! Que él, le suplicamos, le imploramos, salve la Iglesia y el mundo haciendo simplemente lo que la Madre Celestial ha pedido. No es algo imposible. Ella vencería todos los obstáculos puestos en su camino. Haciendo lo que Ella pide, él y sólo él puede ahora salvarnos de sufrimientos inimaginables -- e innecesarios.
Y si él deseara el apoyo -- sea en oración o en acción -- con el cual la humilde Fraternidad San Pío X podría ayudarle a consagrar Rusia al Corazón Inmaculado de María en unión con todos los obispos del mundo que la Reina del Cielo reclutaría, él sabe que él puede contar en primer lugar con el apoyo de Monseñor Fellay y de los tres otros obispos de la Fraternidad San Pío X, de los cuales el menor entre ellos es
Vuestro humilde servidor en Cristo,
+Richard Williamson

Orimulsión y el cambio de la matriz energética mundial en el siglo XXI

Orimulsión y el cambio de la matriz energética mundial en el siglo XXI: Orimulsión y el cambio de la matriz energética mundial en el siglo XXI

Benedicto XVI defiende en Cuba la dignidad del ser humano

Benedicto XVI defiende en Cuba la dignidad del ser humano:


"Deseo hacer un llamado para que den nuevo vigor a su fe, para que vivan de Cristo y para Cristo, y con las armas de la paz, el perdón y la comprensión, luchen por construir una sociedad abierta y renovada, una sociedad mejor, más digna del hombre, que refleje más la bondad de Dios", dijo Benedicto XVI.




Santiago de Cuba.- El papa Benedicto XVI llamó hoy a los cubanos a "construir una sociedad abierta y renovada" en su primera misa pública en la isla, celebrada en la Plaza de la Revolución Antonio Maceo de Santiago de Cuba.

"Deseo hacer un llamado para que den nuevo vigor a su fe, para que vivan de Cristo y para Cristo, y con las armas de la paz, el perdón y la comprensión, luchen por construir una sociedad abierta y renovada, una sociedad mejor, más digna del hombre, que refleje más la bondad de Dios", dijo Benedicto XVI al finalizar su homilía, informó DPA.

El pontífice, que llegó hoy mismo a la isla procedente de México, saludó asimismo el "esfuerzo" y la "abnegación" de los cubanos en las "circunstancias concretas de su país".

"Sé con cuánto esfuerzo, audacia y abnegación trabajan cada día para que, en las circunstancias concretas de su país y en este tiempo de la historia, la Iglesia refleje cada vez más su verdadero rostro", dijo el Papa en la céntrica plaza de la segunda ciudad de la isla.

También tuvo palabras para las familias. El Papa defendió la dignidad del ser humano y manifestó que Dios "ha encomendado a la familia fundada en el matrimonio la altísima misión de ser célula fundamental de la sociedad y verdadera Iglesia doméstica", informó Efe.

Dirigiéndose a los matrimonios, les dijo que han de ser para sus hijos "signo real y visible del amor de Cristo por la Iglesia".

"Cuba tiene necesidad del testimonio de su fidelidad, de su unidad, de su capacidad de acoger la vida humana, especialmente la más indefensa y necesitada", subrayó, en velada condena al aborto.

La plaza, con capacidad para unas 100.000 personas, se llenó paulatinamente en el transcurso de la tarde. En ella había numerosos peregrinos cubanos llegados de otras provincias como Camagüey y Ciego de Ávila. La misa empezó más o menos con una hora de retraso respecto a la hora prevista.

Poco antes, el presidente Raúl Castro criticó el embargo estadounidense impuesto a la isla desde hace medio siglo en su mensaje de bienvenida al pontífice. El gobierno cubano espera que el papa se pronuncie en la isla contra el embargo, como ya hizo Juan Pablo II en su visita de 1998.

La visita de Benedicto ha despertado varias expectativas tanto dentro como fuera de la isla. La oposición interna y el exilio cubano, sobre todo de Miami, esperan que el papa aborde públicamente la situación de los derechos humanos en el país.

Las tensiones con la disidencia aumentaron en los días previos a la llegada de Joseph Ratzinger. Fuentes opositoras acusan a las autoridades de haber llevado a cabo varios arrestos temporales para impedir que activistas como las Damas de Blanco lleguen a la misa.

La plaza, que se llenó en las dos horas previas a la misa, lucía un ambiente festivo en la tarde. El acto se vio sin embargo empañado brevemente por la irrupción de un presunto activista opositor, que intentó llegar al altar del papa gritando consignas antes de ser reducido por efectivos de seguridad.

"Abajo el comunismo", gritó el hombre al ser sacado de la plaza, según cámaras de televisión de la prensa extranjera. El hombre fue agredido por algunas personas mientras lo sacaban del lugar. El acto continuó después con normalidad.

El pontífice fue celebrado antes por los asistentes con pañuelos blancos y pequeñas banderas del Vaticano y Cuba al entrar a la plaza. El "papamóvil" hizo un recorrido circular por la plaza. En el lugar había peregrinos llegados de distintas provincias, así como del propio Santiago.

"Me invitaron a venir", comentó Hobert, de 42 años y chofer de la directora de la fábrica de compotas de Santiago, que llegó a la plaza con varios compañeros más de su empresa. El gobierno cubano decretó hoy festivo para que los trabajadores estatales puedan asistir a la misa.

lunes, 26 de marzo de 2012

Santoral (San Juan de Egipto)

Santoral (San Juan de Egipto):
http://misantoraltradicional.blogspot.com/
san juan de egipto
SAN JUAN DE EGIPTO
¿Quién no ha oído hablar de los Padres del desierto? ¿Quién no ha admirado algunas de sus figuras sublimes que asombraron al mundo con sus penitencias y virtudes?
¡El Desierto...! ¡La Tebaida...! ¡Egipto...! Si sus piedras, y sus plantas, y las heroicas virtudes de aquellos Santos, nos contarían multitud de rasgos hermosos que no han llegado a conocimiento de la posteridad.
Cualquiera de aquellas rocas, santificada por la huella de un gran penitente, nos diría: "Yo fui el refugio de un cuerpo que torturaron ásperos cilicios: en las grandes tentaciones, en los terribles momentos en que la carne se enciende a impulsos de la concupiscencia, cuando el demonio de la lujuria azuza los sentidos sacudiéndolos, enfureciéndolos, encabritándolos, yo con mi aspereza atajé los desordenados ímpetus, que se estrellaron contra los picos salientes de estas piedras que me informan. Aquí, sobre mí, se retorció el anacoreta sublime, tratando de vencer con la dureza de mi contacto la sugestión de un pensamiento inmundo suscitado en horas de angustia por las serpientes infernales. ¿No ves cómo todavía vetean mi rocosa epidermis unas manchas rojas? Es la sangre que fluía del penitente, cuando para castigar su rebelde cuerpo se hería con mis guijarros y con las ortigas y cardos punzantes que a través de mis junturas crecen..."
"Detente un momento, peregrino, nos diría un árbol con la lengua de su ramaje: descansa al pie de mi robusto tronco, y oye la relación de quien tuvo la dicha de admirar las proezas de un gran Santo. ¿Ves estos rubios dátiles que cuelgan de mi copa umbrosa? Ellos, durante más de medio siglo, fueron la única alimentación de un hombre abnegado, sufrido, despreciador de los vanos deleites del mundo. ¿Ves estas ramas anchas y luengas que me revisten? Ellas revistieron también las maceradas carnes de aquél glorioso campeón de Cristo. Donde tú mismo descansas ahora, él descansó algunas veces, poniéndose al abrigo de esta ardorosa lumbre egipciaca, de este sol radiante que tuesta con sus implacables rayos las guijas del desierto."
Y al deslizarnos junto a las márgenes floridas del poético y legendario Nilo, éste salmodiaría de esta suerte, con la cristalina voz de sus ondas azules: "Cuando los antiguos me adoraron como a un dios; cuando Moisés cruzaba en un cestillo de mimbres mi límpida corriente, fui menos dichoso que al contemplar las austeridades de aquellos solitarios que poblaron la tierra por la cual constantemente serpenteo. ¡Cuántas veces, al escuchar las súplicas de estos Santos, que en bien de los demás hombres pedían al Señor término a una prolongada sequía, yo, obediente a los mandatos providenciales, me desdoblaba, inundando la campiña,  que tornaba a producir frutos y flores...! ¡Más de una vez besé con mis cristalinas ondas las sandalias de esparto y las fimbrias de los toscos sayales de aquellos penitentes ilustres...! Y al hacerlo, sentía un exquisito goce, porque aunque ensangrentados y ásperos, esta sangre y esta aspereza tenían un escondido deleite..., ¡El deleite del sacrificio impuesto por un purísimo ideal...!"
Entre esas muchedumbres de santos solitarios que embalsamaron con el perfume de sus virtudes los desiertos de la Tebaida, hay pocos, fuera del gran San Antonio Abad, como San Juan de Egipto, conocido también con el nombre de San Juan ermitaño.
Los ilustres Paladio y Rufino, anacoretas, que tuvieron la dicha de verle y oírle, nos refieren muchos detalles de la vida de este gran penitente, cuyas virtudes, milagros y profecías atrajéronle la admiración y veneración de sus contemporáneos.
Hacia el año 330 y en Licópolis, hoy Siut, junto a la orilla izquierda del Nilo, en la Baja Tebaida, nació Juan, quien a los veinticinco años, inflamado en el amor de Dios, abandonó su humilde oficio de carpintero, para retirarse a las asperezas de una soledad.
La ciencia de la santidad, a semejanza de las demás ciencias, no puede aprenderse sin maestro, no puede seguirse sin una sabia y prudente dirección. Y como Juan no lo ignoraba, desconfiando con razón de sus propias luces, marchó, como discípulo dócil, a ponerse bajo la salvaguardia de un antiguo solitario.
El buen anciano a quien Juan había escogido por maestro, admiraba el celo y buena voluntad de su discípulo, pero temiendo los peligros del amor propio, ejercitábalo en una obediencia humilde y difícil.
Los profanos en la ciencia del espíritu suelen mirar despectivamente, con burla, con sorna, ciertos procedimientos empleados por algunos maestros de novicios religiosos para instruírles y educarles. A la verdad que si estos métodos de enseñanza se siguieran por muchos padres de familia en el mundo, otra sería la suerte de sus hijos, quienes ganarían bastante para sobrellevar las mil contrariedades y humillaciones que a cada paso nos ofrece la vida, acostumbrándose a humillar y abatir el amor propio, causa, casi siempre, de amargos sinsabores.
Si los padres supieran el arte de quebrar a tiempo los gustos a sus hijos, ¡cuántos pesares les evitarían y se evitarían!... No estriba precisamente el cariño de los padres en llenar los menores deseos de aquellos a quienes dieron el ser, acostumbrándolos a una vida caprichosa, voluntariosa, que luego constituirá su mayor desgracia, cuando se hallen a merced de los caprichos y voluntades del mundo.
El amor de los padres debe ir más allá del presente, y prever muchas contingencias del porvenir. Si no nos criaron humildes, resignados, pacientes, ¡qué trabajo nos costará resignarnos, humillarnos a la fuerza!... Y todos, desde el más grande al más pequeño, desde el rey hasta el último ciudadano, tienen que humillarse alguna vez, tienen que tascar el freno de alguien que de una u otra manera les manda y les esclaviza!... Este es el mayor martirio de los poderosos: la humillación, la abdicación ante otro de su orgullo y su soberbia. Los pobres, ya acostumbrados, saben doblegarse; mas para los ricos, es esto un martirio que sólo ellos podrán exactamente explicar. Por esto es un gran acto de amor en los padres pudientes humillar, contrariar los gustos a sus hijos. Esa educación que antiguamente se daba en el yermo y hoy se practica en los noviciados de las Órdenes religiosas, hacía falta en muchas casas de familia donde cada cual, por sus caprichos, quiere crearse una especial autonomía.
Para ser feliz, con la felicidad relativa a que podemos aspirar en la tierra -valle de lágrimas-, es preciso cumplir la voluntad de Dios, y, para esto, hay que renunciar muchas veces a la voluntad propia. Y esto es lo que hizo el ilustre santo cuya vida estamos siguiendo; y ya le mandara su preceptor en santidad regar dos veces al día una vara seca y medio podrida hasta que echase raíces y floreciese; ya le ordenara arrojar por una ventana la única botellita de aceite que tenía para condimentar sus legumbres, el discípulo obedecía prontamente, sin pararse a discutir la oportunidad del mandato.
Así llegó a la cumbre de las virtudes, a la cima de la mortificación, a ser, por sus grandes penitencias, digno compañero de San Antonio Abad, de San Pablo Ermitaño, de San Hilarión, de San Macario y otros penitentes esclarecidos. Si el famoso Simeón Stylita pasó su vida en lo alto de sus célebres columnas, Juan de Egipto vivió en el hueco de una roca que hendió a pico, y cuya entrada tapió, no dejando abierto más que un tragaluz por donde recibía las frutas y el agua que le servían de alimento.
Así permaneció durante cincuenta años, es decir, hasta su muerte. No le inspiraban ningún cuidado los bienes del mundo. (CONTINUARÁ... pág. 529)
Que la Virgen los acompañe siempre

Santoral (San Braulio)

Santoral (San Braulio):
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Braulio_de_Zaragoza_
SAN BRAULIO

San Braulio, Arzobispo de Zaragoza, personifica en su admirable vida cuanto de sublime encierra la misión augusta de esa clase escogida por el cielo para llevar a cabo los altos designios de la Providencia con respecto a la humanidad.

El catolicismo, como sociedad debía tener una jerarquía, una autoridad, una influencia libre de las trabas del poder humano. Y esta fue la jerarquía instituida por los Apóstoles y continuada en sus sucesores los Obispos.

El Episcopado fue el único poder constituido que conservó en todos los tiempos la energía suficiente para obrar el bienestar de las sociedades.

En vano -como dice un ilustre escritor- se hubiera pretendido contener con la fuerza el desbordamiento de los bárbaros que, derramándose por Europa, lo demolían todo con sus armas. En vano se hubiera querido civilizarlos con una literatura que no estaban en la situación* de comprender.

Sin las doctrinas de la Religión católica, sin la fuerza moral del sacerdocio, sin el empeño tenaz, decidido, constante de los Obispos, aquellas hordas feroces hubieran continuado por el mundo su obra de destrucción y muerte. Pero los Prelados, con la santidad de su carácter, con dulces y persuasivas palabras, con insinuantes exhortaciones, poco a poco iban ganando el corazón de aquellas salvajes turbas, convirtiendo su ferocidad en mansedumbre, su odio en amor.

Así es como el principio católico, puesto en acción por los ministros de la Iglesia, iba facilitando la marcha de la civilización, y así es como fueron destruidos los grandes obstáculos que dificultaban el progreso verdadero.

Un elemento funestísimo importado a nuestra Patria** por aquellos pueblos conquistadores, fue la  herejía arriana que emponzoñó en breve la vida de la península; pero desarraigada al fin, y tornando a brillar en nuestro cielo el sol de la verdadera fe, la nacionalidad española se refugió entonces a la sombra del sacerdocio, y éste, respondiendo noble al llamamiento de la Patria y a la gran influencia que ejercía en los destinos de la sociedad, se consagró enteramente a fomentar todo lo bueno, a extirpar el germen de todo lo malo y a secundar toda obra encaminada a la prosperidad de la nación.

San Braulio fue uno de estos hombres providenciales puesto por Dios entre las turbulencias de su siglo, para encauzar y dirigir acertadamente un pueblo.

San Pablo dice, que el deber más serio del obispado es la enseñanza de la buena doctrina. Al obispado incumbe velar por mantener puro e intacto contra los errores este depósito sagrado. A él atañe cuidar la semilla evangélica; a él pertenece exhortar al sabio, instruir al ignorante, amonestar al impío, convencer al incrédulo, buscar al que huye, sostener al que vacila, levantar al que cae, alentar la debilidad de sus ovejas, curar sus dolencias, proveer sus necesidades, trabajar, en fin, por su felicidad.

San Braulio, tan luego como se halló investido de la dignidad arzobispal, hizo florecer en su pueblo la verdad católica y con ella las buenas costumbres, dedicándose a cultivar con su doctrina aquel terreno que le confiara la Divina Providencia. Él arrancó las malas hierbas de la herejía, que aun asomaban como residuos funestos de la dominación del arrianismo, y sofocó el germen de groseras pasiones, consecuencias inevitables de aquella época infausta en que nuestra Patria había sido víctima infeliz de tantos pueblos como en ella pusieron su planta inoculándola sus errores y sus vicios.

Con la maestría de un guerrero avezado al combate, usa del arma poderosa de su elocuente palabra, convenciendo al que se obstina en sostener principios erróneos; esclareciendo la inteligencia del que divaga en la tenebrosa noche de la duda; haciendo frente a los argumentos sofísticos que le presenta el adversario.

La Teología, la Patrística, la Historia, la Metafísica, la Filosofía, todo es familiar a Braulio, y de todo se vale para defender los dogmas sagrados de la religión. Y así -como elocuentemente exclama uno de sus muchos ilustres panegiristas-, los más altivos cedros del error caen por tierra al eco atronador de su voz poderosa; las rocas más firmes de la antigua secta se despedazan al impulso irresistible de su sabiduría; los más soberbios gigantes del arrianismo se miran ignominiosamente vencidos con el propio acero con que ellos pretendieran burlarse de este intrépido defensor del nuevo Israel: y sus vanos sofismas y sus capciosos argumentos, y sus ingeniosas sutilezas desaparecen ante la profunda erudición de Braulio, al modo que las hojas secas de los árboles son arrolladas por el soplo del viento en tiempo de otoño.

Y no se contentó con fecundizar nuestra sociedad con los puros manantiales (CONTINUARÁ...)

NOTAS:

* En el original: "en el caso de comprender"

** España
Que la Virgen los acompañe siempre

Su Santidad Benedicto XVI en Parque Bicentenario: HOMILIA DE LA SANTA MISA

Su Santidad Benedicto XVI en Parque Bicentenario: HOMILIA DE LA SANTA MISA:
Queridos hermanos y hermanas:

Me complace estar entre ustedes, y deseo agradecer vivamente a Monseñor José Guadalupe Martín Rábago, Arzobispo de León, sus amables palabras de bienvenida. Saludo al episcopado mexicano, así como a los Señores Cardenales y demás Obispos aquí presentes, en particular a los procedentes de Latinoamérica y el Caribe. Vaya también mi saludo caluroso a las Autoridades que nos acompañan, así como a todos los que se han congregado para participar en esta Santa Misa presidida por el Sucesor de Pedro.

«Crea en mí, Señor, un corazón puro» (Sal 50,12), hemos invocado en el salmo responsorial. Esta exclamación muestra la profundidad con la que hemos de prepararnos para celebrar la próxima semana el gran misterio de la pasión, muerte y resurrección del Señor. Nos ayuda asimismo a mirar muy dentro del corazón humano, especialmente en los momentos de dolor y de esperanza a la vez, como los que atraviesa en la actualidad el pueblo mexicano y también otros de Latinoamérica.

El anhelo de un corazón puro, sincero, humilde, aceptable a Dios, era muy sentido ya por Israel, a medida que tomaba conciencia de la persistencia del mal y del pecado en su seno, como un poder prácticamente implacable e imposible de superar. Quedaba sólo confiar en la misericordia de Dios omnipotente y la esperanza de que él cambiara desde dentro, desde el corazón, una situación insoportable, oscura y sin futuro. Así fue abriéndose paso el recurso a la misericordia infinita del Señor, que no quiere la muerte del pecador, sino que se convierta y viva (cf. Ez 33,11).

Un corazón puro, un corazón nuevo, es el que se reconoce impotente por sí mismo, y se pone en manos de Dios para seguir esperando en sus promesas. De este modo, el salmista puede decir convencido al Señor: «Volverán a ti los pecadores» (Sal 50,15). Y, hacia el final del salmo, dará una explicación que es al mismo tiempo una firme confesión de fe: «Un corazón quebrantado y humillado, tú no lo desprecias» (v. 19).
La historia de Israel narra también grandes proezas y batallas, pero a la hora de afrontar su existencia más auténtica, su destino más decisivo, la salvación, más que en sus propias fuerzas, pone su esperanza en Dios, que puede recrear un corazón nuevo, no insensible y engreído.

Esto nos puede recordar hoy a cada uno de nosotros y a nuestros pueblos que, cuando se trata de la vida personal y comunitaria, en su dimensión más profunda, no bastarán las estrategias humanas para salvarnos. Se ha de recurrir también al único que puede dar vida en plenitud, porque él mismo es la esencia de la vida y su autor, y nos ha hecho partícipes de ella por su Hijo Jesucristo.

El Evangelio de hoy prosigue haciéndonos ver cómo este antiguo anhelo de vida plena se ha cumplido realmente en Cristo. Lo explica san Juan en un pasaje en el que se cruza el deseo de unos griegos de ver a Jesús y el momento en que el Señor está por ser glorificado. A la pregunta de los griegos, representantes del mundo pagano, Jesús responde diciendo: «Ha llegado la hora de que el Hijo del hombre sea glorificado» (Jn 12,23).

Respuesta extraña, que parece incoherente con la pregunta de los griegos. ¿Qué tiene que ver la glorificación de Jesús con la petición de encontrarse con él? Pero sí que hay una relación. Alguien podría pensar – observa san Agustín – que Jesús se sentía glorificado porque venían a él los gentiles. Algo parecido al aplauso de la multitud que da «gloria» a los grandes del mundo, diríamos hoy. Pero no es así. «Convenía que a la excelsitud de su glorificación precediese la humildad de su pasión» (In Joannis Ev., 51,9: PL 35, 1766).

La respuesta de Jesús, anunciando su pasión inminente, viene a decir que un encuentro ocasional en aquellos momentos sería superfluo y tal vez engañoso. Al que los griegos quieren ver en realidad, lo verán levantado en la cruz, desde la cual atraerá a todos hacia sí (cf. Jn 12,32). Allí comenzará su «gloria», a causa de su sacrificio de expiación por todos, como el grano de trigo caído en tierra que muriendo, germina y da fruto abundante. Encontrarán a quien seguramente sin saberlo andaban buscando en su corazón, al verdadero Dios que se hace reconocible para todos los pueblos.

Este es también el modo en que Nuestra Señora de Guadalupe mostró su divino Hijo a san Juan Diego. No como a un héroe portentoso de leyenda, sino como al verdaderísimo Dios, por quien se vive, al Creador de las personas, de la cercanía y de la inmediación, del Cielo y de la Tierra (cf. Nican Mopohua, v. 33). Ella hizo en aquel momento lo que ya había ensayado en las Bodas de Caná. Ante el apuro de la falta de vino, indicó claramente a los sirvientes que la vía a seguir era su Hijo: «Hagan lo que él les diga» (Jn 2,5).

Queridos hermanos, al venir aquí he podido acercarme al monumento a Cristo Rey, en lo alto del Cubilete. Mi venerado predecesor, el beato Papa Juan Pablo II, aunque lo deseó ardientemente, no pudo visitar este lugar emblemático de la fe del pueblo mexicano en sus viajes a esta querida tierra. Seguramente se alegrará hoy desde el cielo de que el Señor me haya concedido la gracia de poder estar ahora con ustedes, como también habrá bendecido a tantos millones de mexicanos que han querido venerar sus reliquias recientemente en todos los rincones del país.

Pues bien, en este monumento se representa a Cristo Rey. Pero las coronas que le acompañan, una de soberano y otra de espinas, indican que su realeza no es como muchos la entendieron y la entienden. Su reinado no consiste en el poder de sus ejércitos para someter a los demás por la fuerza o la violencia. Se funda en un poder más grande que gana los corazones: el amor de Dios que él ha traído al mundo con su sacrificio y la verdad de la que ha dado testimonio. Éste es su señorío, que nadie le podrá quitar ni nadie debe olvidar. Por eso es justo que, por encima de todo, este santuario sea un lugar de peregrinación, de oración ferviente, de conversión, de reconciliación, de búsqueda de la verdad y acogida de la gracia. A él, a Cristo, le pedimos que reine en nuestros corazones haciéndolos puros, dóciles, esperanzados y valientes en la propia humildad.

También hoy, desde este parque con el que se quiere dejar constancia del bicentenario del nacimiento de la nación mexicana, aunando en ella muchas diferencias, pero con un destino y un afán común, pidamos a Cristo un corazón puro, donde él pueda habitar como príncipe de la paz, gracias al poder de Dios, que es el poder del bien, el poder del amor. Y, para que Dios habite en nosotros, hay que escucharlo, hay que dejarse interpelar por su Palabra cada día, meditándola en el propio corazón, a ejemplo de María (cf. Lc 2,51). Así crece nuestra amistad personal con él, se aprende lo que espera de nosotros y se recibe aliento para darlo a conocer a los demás.

En Aparecida, los Obispos de Latinoamérica y el Caribe han sentido con clarividencia la necesidad de confirmar, renovar y revitalizar la novedad del Evangelio arraigada en la historia de estas tierras «desde el encuentro personal y comunitario con Jesucristo, que suscite discípulos y misioneros» (Documento conclusivo, 11). La Misión Continental, que ahora se está llevando a cabo diócesis por diócesis en este Continente, tiene precisamente el cometido de hacer llegar esta convicción a todos los cristianos y comunidades eclesiales, para que resistan a la tentación de una fe superficial y rutinaria, a veces fragmentaria e incoherente. También aquí se ha de superar el cansancio de la fe y recuperar «la alegría de ser cristianos, de estar sostenidos por la felicidad interior de conocer a Cristo y de pertenecer a su Iglesia.

De esta alegría nacen también las energías para servir a Cristo en las situaciones agobiantes de sufrimiento humano, para ponerse a su disposición, sin replegarse en el propio bienestar» (Discurso a la Curia Romana, 22 diciembre 2011). Lo vemos muy bien en los santos, que se entregaron de lleno a la causa del evangelio con entusiasmo y con gozo, sin reparar en sacrificios, incluso el de la propia vida. Su corazón era una apuesta incondicional por Cristo, de quien habían aprendido lo que significa verdaderamente amar hasta el final.
En este sentido, el Año de la fe, al que he convocado a toda la Iglesia, «es una invitación a una auténtica y renovada conversión al Señor, único Salvador del mundo [...]. La fe, en efecto, crece cuando se vive como experiencia de un amor que se recibe y se comunica como experiencia de gracia y gozo» (Porta fidei, 11 octubre 2011, 6.7).

Pidamos a la Virgen María que nos ayude a purificar nuestro corazón, especialmente ante la cercana celebración de las fiestas de Pascua, para que lleguemos a participar mejor en el misterio salvador de su Hijo, tal como ella lo dio a conocer en estas tierras. Y pidámosle también que siga acompañando y amparando a sus queridos hijos mexicanos y latinoamericanos, para que Cristo reine en sus vidas y les ayude a promover audazmente la paz, la concordia, la justicia y la solidaridad. Amén.

Presos políticos piden al Papa interceder ante Chávez en caso de encuentro

Presos políticos piden al Papa interceder ante Chávez en caso de encuentro:

Los llamados presos políticos venezolanos enviaron este lunes una carta al Papa Benedicto XVI para que “interceda” por ellos y por los “perseguidos políticos” ante el presidente Hugo Chávez en caso de que se concretara un encuentro entre el Sumo Pontífice y el mandatario nacional.
“Nos dirigimos a usted, confiados y esperanzados, porque estamos convencidos que sus palabras, inspiradas por el Espíritu Santo, podrían infundir al presidente Chávez iniciativas que sirvan para rescatar la paz, la unión y la concordia que tanto añoramos los venezolanos”, dice parte de la misiva.

Lea carta completa

Su Santidad
Benedicto XVI
Nunciatura Apostólica
La Habana, Cuba.-
Caracas, 26 de Marzo de 2012
Amado y admirado Papa:
Según informan algunas notas de prensa, es posible que, durante su visita a Cuba, Su Santidad conceda una audiencia al Presidente de Venezuela, Hugo Chávez.
Dicha audiencia se daría en condiciones muy especiales, debido a la grave enfermedad que aqueja al presidente Chávez. Estas circunstancias permitirían abrir la mente y el corazón para un diálogo sincero y fructífero.
No es un secreto que los venezolanos estamos sufriendo como consecuencia de muchos problemas que nos afectan, entre ellos la violencia, la inseguridad y la marcada polarización política.
Nos dirigimos a usted, confiados y esperanzados, porque estamos convencidos que sus palabras, inspiradas por el Espíritu Santo, podrían infundir al presidente Chávez iniciativas que sirvan para rescatar la paz, la unión y la concordia que tanto añoramos los venezolanos.
Entre las iniciativas que nuestro país clama con mayor insistencia se encuentran la liberación de los presos políticos, el regreso de los exiliados, y el cese de la persecución a la disidencia.
Cabría preguntarse: ¿Puede un hombre enfermo pedir clemencia y salud a Dios, cuando abiertamente se la niega a sus conciudadanos? ¿Acaso esta situación no recuerda al pasaje bíblico del siervo que pidió clemencia a su amo y luego de recibirla se la negó a uno de sus hermanos? (Mt 18:21-35)
Es por ello que nos atrevemos humildemente a pedirle que, de encontrarse con el presidente Chávez, Su Santidad interceda por los presos y perseguidos políticos. De hecho, ya se han adelantado todas diligencias para solicitar medidas de gracia para aquellos presos políticos que padecen de enfermedades, e incluso se han recogido firmas para un proyecto de Ley de Amnistía Generalizada; por lo cual sus palabras tendrían un asidero legal para ser aplicadas de inmediato.
Aprovechamos la oportunidad para felicitarlo por su viaje a México y a Cuba. Seguramente habrá podido constatar cuánto lo quieren y lo admiran los pueblos de nuestro “Continente de la Esperanza”. Encomendamos su viaje y sus intenciones a Nuestra Señora de Guadalupe, Patrona de América Latina.
Nos despedimos, implorando su santa bendición.
Muy atentamente,
MARIA DEL PILAR PERTINEZ DE SIMONOVIS
V.6.917.213
Abogada y esposa del preso político venezolano Iván Simonovis.
MARIA LOURDES AFIUNI
Presa política venezolana.
IVAN ANTONIO SIMONOVIS
V-5.968.260
Preso político venezolano recluido en el SEBIN desde 2004.
ROLANDO GUEVARA
Preso político venezolano recluido en el SEBIN desde 2004.

OTONIEL GUEVARA

Preso político venezolano recluido en el SEBIN desde 2004.
CESAR CAMEJO BLANCO
Preso político venezolano recluido en el SEBIN desde 2011.
OTTO GEBAUER
Preso político Venezolano.

JUAN BAUTISTA GUEVARA

Preso político venezolano recluido en el SEBIN desde 2004.
RICHARD BLANCO
Diputado a la Asamblea Nacional Venezolana y Ex Preso político.
GUSTAVO AZOCAR ALCALA
V- 8.231.493
Periodista y Ex Preso político Venezolano.
LEOCENIS GARCIA
V- 16.016.218
Periodista y Ex Preso político Venezolano.

OSCAR PEREZ

Exiliado político Venezolano.
INDIRA RAMÍREZ DE PEÑA
V-6.202.528
Periodista y esposa del Ex Preso político Venezolano Alejandro Peña Esclusa.
ANA MERCEDES DE GEBAUER
Abogada y esposa del Preso político Venezolano Otto Gebauer.
NATALIA ESCOBAR
Hija del Ex Preso político José Dacre
IVAN SIMONOVIS PERTINEZ
Hijo del Preso político Iván Simonovis

CLORINDA MAIURI DEL BUONO

Esposa del Preso político Antonio Márquez

JAQUELINE SANDOVAL DE GUEVARA

Abogada y esposa del Preso político Venezolano Rolando Guevara
DELSA SOLORZANO
V-10.500.320
Abogada y Diputada venezolana al Parlatino
ELENIS RODRIGUEZ
Abogada defensora de DDHH y Miembro Asociación Civil FUNDECI
CLAUDIA MUJICA
Abogada defensora de DDHH y Miembro Asociación Civil FUNDECI

ANTON BOSTJANCIC

V- 9963526
Abogada defensora de DDHH y Miembro Asociación Civil FUNDECI
YAJAIRA CASTRO DE FORERO
Abogada defensora del Ex Preso político Lázaro Forero
FLOR ELENA CAMEJO
Familiar del Preso político Cesar Camejo



Benedicto XVI exhorta a México a “no dejarse amedentrar” por las fuerzas del mal

Benedicto XVI exhorta a México a “no dejarse amedentrar” por las fuerzas del mal:

(foto CNN en Español)
El papa Benedicto XVI exhortó este lunes a los mexicanos “a no dejarse amedrentar por las fuerzas del mal” en un país azotado por la violencia del narcotráfico, al despedirse en el aeropuerto de Guanajuato en Silao (centro de México), rumbo a Cuba.
“Deseo reiterar con energía y claridad un llamado al pueblo mexicano a ser fiel a sí mismo y a no dejarse amedrentar por las fuerzas del mal, a ser valiente y trabajar para que la savia de sus propias raíces cristianas haga florecer su presente y su futuro”, señaló Benedicto XVI al despedirse.
En el aeropuerto, Benedicto XVI fue despedido por el presidente Felipe Calderón, del partido de origen católico Acción Nacional (PAN), miembros de su gabinete, la jerarquía católica y miles de fieles, incluyendo indígenas venidos de distintas partes de México.
El Papa aludió los problemas de México, particularmente, la violencia que deja más de 50.000 muertos en cinco años, muchos de ellos en crimenes brutales, genéricamente atribuidos al narcotráfico pero que incluyen también a víctimas inocentes.
“He sido testigo de gestos de preocupación por diversos aspectos de la vida en este amado país, unos de más reciente relieve y otros que provienen de más atrás, y que tantos desgarros siguen causando”, añadió el Papa en referencia a la criminalidad, la corrupción y la pobreza, sobre los que puntualizó en la visita iniciada el viernes.
En su salida para abordar el helicóptero que lo llevó al aeropuerto, el Papa fue nuevamente celebrado por miles de fieles mexicanos que batiendo banderas y y coreando “porras” (rimas de aliento), le cantaron temas del folclor mexicano como “Cielito Lindo” y “Las Mañanitas”. AFP



domingo, 25 de marzo de 2012

Educación para transformar

Educación para transformar:
Padre Luís Ugalde S.J.

Hay enfermedades que alarman al primer síntoma. Otras avanzansigilosamente y sólo se les presta atención cuando ya no hay remedio; de esteúltimo tipo es la educación de mala calidad que va minando la sociedad, hastaque a mediano plazo aparece la tragedia irremediable. Hoy la gente parece medioconforme con la educación y las encuestas se centran en otros malestares. Al nomedirnos con la buena educación de países exitosos, aumenta la inconsciencia.
Un grupo de venezolanos convencidos de que tenemos una extraordinariaoportunidad para convertir nuestra educación en la gran palanca detransformación del país, con reuniones sistemáticas mes a mes a lo largo de unaño, estudiamos los nudos claves para hacer propuestas audaces y realistas conel objetivo de convertirlas en hechos en una década, tomando ejemplo de lospaíses más exitosos. Se trata de tomar en serio lo que está en la Constituciónde 1999: "Toda persona tiene derecho a una educación integral de calidad,permanente, en igualdad de condiciones y oportunidades...(es obligatoria) desdeel maternal al nivel medio diversificado" y el Estado debe garantizar elfinanciamiento educativo en todos los niveles preuniversitarios (artículo103).Se trata de tomar en serio el derecho y el deber de ofrecer una educación decalidad para todos durante, al menos, los doce primeros años de escolaridad:¡todo un cambio radical! Entendemos que todos los venezolanos estamos deacuerdo con este mandato constitucional, pero es evidente que la realidadcontradice el logro de este objetivo y no hay señales de que la situación seesté superando. En consecuencia, necesitamos crear una nueva conciencianacional educativa para dar un salto que cambie las inercias del pasado y larealidad, y nos encamine a una educación de calidad.
En el grupo de trabajo donde participamos hay gente competente que hadedicado toda su vida a la educación nacional ­privada y oficial­,investigadores, docentes, actores significativos, como rectores y directores endiversos niveles, un ex ministro y algunos empresarios.
Empezamos nuestro trabajo identificando una decena de puntos claves y,sin quedarnos en el diagnóstico y la lamentación, pasamos a elaborar laspropuestas con base en la siguiente metodología: escogíamos a uno de nosotrospor sus conocimientos en determinado tema específico, que debía escribiralrededor de 15 páginas con sus propuestas.
Otro para que redactara cerca de 5 páginas de comentarios sobre esetexto, y luego todos (aproximadamente 20 personas en cada sesión) discutíamossobre el tema y el escrito. Finalmente, el autor inicial recogía lasobservaciones, correcciones y sugerencias y volvía a redactar el informe quedespués se transformaría en un capítulo de este libro que recogería nuestrasideas. Nos llamaron la atención las discusiones por la libertad, apertura ycreatividad de un grupo tan variado. Así surgieron los 10 capítulos del libroEducación para transformar el país y una Síntesisfinal formulada en SietePerspectivas y Siete Propuestas. El libro y la síntesis, como separata, hansido presentados en estos días en varios ámbitos a nombre de la treintena deautores, quienes trabajaron bajo mi coordinación, en el Foro-Cerpe que losaglutina.
No queremos quedarnos en un libro, sino activar una conciencia nacionalmovilizada para el logro de una educación de calidad para todos, empezando porlos más pobres, entre los cuales se pierden millones de talentos castigados porla baja calidad de su educación y la escasa prosecución escolar que los condenaa luchar en condiciones de inferioridad.
Debemos insistir en que no nos interesa cualquier educación, sinoaquella que despierte y desarrolle las potencialidades y valores personales,eleve la condición ciudadana democrática y nos vincule al hecho productivo conuna capacitación y eficiencia que permita salir victorioso en un mundo tanglobalizado. Es cierto, que se puede aliviar la pobreza con limosnas, pero elúnico modo de derrotarla es transformando el ingreso petrolero en educación decalidad para cada venezolano.
El Foro-Cerpe no debe entenderse como un grupocerrado de treinta personas, sino como un espacio abierto a la discusiónorientada a la acción y a los acuerdos eficaces. A él puede pertenecer todoaquel que comparta nuestros objetivos, independientemente del carácter de sus ideas.

Del lamentable desprecio que los hombres hacen de la gracia

Del lamentable desprecio que los hombres hacen de la gracia:
La gracia de Dios es un destello de la bondad divina que, viniendo del cielo al alma, la llena, hasta sus profundidades, de una luz tan dulce y a la vez tan potente que embelesa el mismo ojo de Dios; se convierte en objeto de su amor y se ve adoptada como esposa y como hija, para ser finalmente elevada, sobre todas las posibilidades de la naturaleza. De esta suerte, en el seno del Padre celestial, junto al Hijo divino, participa el alma de la naturaleza divina, de su vida, de su gloria y recibe en herencia el reino de su felicidad eterna.
La Virgen María, a quien el ángel saludó diciéndole: llena eres de gracia
Estas palabras, cada una de las cuales anuncia una nueva maravilla, exceden con mucho el alcance de nuestra razón. Ni debemos extrañarnos de no podernos formar una idea acerca de estos bienes, siendo así que los mismos ángeles, aun poseyéndolos, apenas pueden apreciar su valor. Fijas sus miradas en el trono de la misericordia divina, no pueden hacer otra cosa que adorar con el mas profundo respeto, si es que no se asombran otro tanto al considerar nuestra locura, al ver que tan poco estimamos la gracia de Dios y somos tan negligentes para procurarla, como fáciles para rechazarla. Lloran nuestro infortunio cuando por el pecado perdemos esta dignidad celeste a la que Dios nos había elevado. Estábamos sobre los ángeles y ahora nos encontramos en el fondo del abismo, entre las bestias y los demonios. ¡Como estaremos de endurecidos, insensatos, que ape­nas lo sentimos!
Enseña el Ángel de la Escuela que el mundo entero, con todo lo que contiene, a los ojos divinos tiene menos valor que un solo hombre en estado de gracia[1]. San Agustín va más lejos y afirma que el cielo y todos los coros los ángeles no pueden comparársele[2]. El hombre debiera estar más reconocido a Dios por la menor gracia que si recibiera la perfección de los espíritus puros o el dominio de los mundos celestiales. ¿Cómo no ha de aventajar entonces la gracia a todos los bienes de la tierra?
A pesar de todo, se le prefiere cualquiera de estos bienes y se la canjea, ¡sacrilegio horrendo!, con los más abominables; ¡se juega con ella, se burla de ella!
No se avergüenzan los hombres de sacrificar a la ligera esta plenitud de bienes que Dios nos ofrece a una consigo mismo. ¡Y todo por no tenerse que privar de una mirada impura! Más insensatos que Esaú, venden su herencia por el miserable goce de un instante. ¡Y eso que sobrepujaba en valor a todo el mundo!
Asombraos, cielos; puertas del empíreo, declaraos en duelo[3].
¿Quien sería tan temerario e insensato que, para procurarse un breve deleite, hiciera desaparecer el sol del mundo, y decretara la caída de las estrellas e introdujera la confusión en todos los elementos? ¿Quién osaría sacrificar todo el mundo a un capricho, a una codicia? ¿Qué supone la pérdida del mundo en comparación de la pérdida de la gracia? ¡Y pensar que esto se lleva a cabo con tanta facilidad y frecuencia! Tal hecho acontece, no digo a diario, ¡sino a cada instante y en muchísimos hombres! ¿Cuántos son los que se esfuerzan por impedirlo sea en si mismos sea en otros? ¿Cuántos los que se entristecen y lloran por ello?
Nos estremecemos cuando se oscurece el sol por un instante, cuando un terremoto devasta una ciudad, cuando una epidemia siega a hombres y animales. Sin embargo se da algo mucho más terrible y más triste, que se repite a diario sin que nos conmovamos: el que tantos hombre pierdan de continuo la gracia de Dios y desprecien las ocasiones mas favorables de procurarla y acrecentarla.
Temblaba Elías ante la conmoción de la montana[4]; el profeta Jeremías estaba inconsolable en vista de la destrucción de la ciudad santa; el derrumbe del bienestar de Job sumergió a sus amigos, durante siete días, en un dolor mudo. ¡Lloremos nuestra desdicha! Nunca será suficientemente intenso nuestro duelo, si hemos llegado a destruir en nuestra alma el paraíso de la gracia. Pues en tal caso, perdemos el reflejo de la naturaleza divina; nos privamos de la reina de las virtudes, la caridad, con todos los efectos sobrenaturales; arrojamos de nosotros los dones del Espíritu Santo y al mismo huésped celestial; rechazamos nuestra filiación divina, las ventajas de la amistad de Dios, el derecho a su herencia, el fruto de los sacramentos y de nuestros méritos; en una palabra, desechamos a Dios, el cielo, la gracia con todos sus tesoros.
El alma que pierde la gracia puede aplicarse a sí propia la lamentación de Jeremías sobre Jerusalén: ¿Cómo el Señor, en su cólera, ha cubierto de una nube a la hija de Sion? Ha precipitado del cielo sobre la tierra la magnificencia de Israel; en el día de su cólera no se acordó del escabel de sus pies. El Señor ha destruido sin piedad la morada espléndida de Jacob[5]. ¿Dónde encontrar a quien reflexione en su infortunio, al que se lamente, al que se ponga en guardia contra nuevos pecados? Toda la tierra fue cubierta de destrucción, porque no se encontró una persona que se inquietara[6].
Salta a la vista que amamos poco nuestra verdadera dicha y que apenas reconocemos el amor infinito con que Dios nos previene y los tesoros que nos ofrece. Obramos como aquellos israelitas a los que Dios quería sacar de la esclavitud de Egipto y del árido desierto, para llevarlos a un país en el que fluían leche y miel. Despreciaron este don inmerecido; desdeñaron hasta la mano que Dios les tendía en el camino, le devolvieron las espaldas y ansiaron nuevamente “las ollas de carne de Egipto”[7]. La tierra de promisión era una imagen del cielo prometido por Dios a sus elegidos; el maná significaba la gracia de que debemos alimentarnos y tomar fuerzas en el camino de la patria celes­tial. Si ya entonces levantó Dio su mano vengadora contra los que despreciaban un país tan bello, tan apetecible, y los hizo perecer en el desierto[8], ¿cuál será el precio que deberemos pagar nosotros por haber despreciado el cielo y la gracia?
Causa de este deplorable menosprecio es que nuestros sentidos nos dan una idea demasiado alta de los bienes perecederos, y nuestro conocimiento de los bienes eternos es sobrado superficial. Consideremos con más atención estos dos extremos y procuremos reparar nuestro error. El aprecio de los bienes celestiales aumentará en nosotros en la misma medida en que baje el aprecio de los bienes terrenos[9]. Acerquémonos todo lo posible a esta fuente inagotable de la gracia divina; esas riquezas robarán nuestra atención y harán que despreciemos los bienes de la tierra. En esa forma, aprenderemos a estimarla. “Aquel que venera y alaba la gracia —dice San Juan Crisóstomo— la guardará y vigilará celosamente”[10].
Comencemos, pues, con la ayuda de Dios, la alabanza de la gloria de su gracia[11].
Dios todopoderoso y bueno, Padre de las luces y de las misericordias, de quien procede todo don[12], Tú que, según el designio de tu voluntad nos has adoptado por la gracia, que desde el principio del mundo escogiste y predestinaste para nosotros a tu Hijo, para que como hijos tuyos seamos santos e inmaculados en tu presencia con un santo amor[13], concédenos el espíritu de sabiduría y de revelación, aclara los ojos de nuestro corazón, y así conoceremos la esperanza de tu elección, las riquezas de la gloria de tu herencia en tus santos[14]. Dame luz y fuerza, para que consiga no disminuir con mis palabras este don de la gracia, por la cual tú arrancas a los hombres del polvo de su raza mortal y los adoptas en tu divina familia.
Señor Jesucristo, Salvador nuestro, Hijo de Dios vivo, por tu sangre divina derramada para salvarnos y restituirnos gracia, haz que logre mostrar, según mis débiles fuerzas, el valor inestimable de esa gracia comprada por ti a semejante precio.
Y tú, Espíritu supremo y santo, sello y prenda del divino amor, huésped santificador de nuestra alma, por quien la gracia y la caridad se derraman en nuestro corazón, tú, que mediante tus siete dones las nutres y las sostienes y que jamás das la gracia sin que te des a ti mismo, revélanos su esencia y su valor inapreciable.
Santa Madre de Dios, Madre de la divina gracia, haz que pueda mostrar a los hombres, convertidos por la gracia en hijos de Dios e hijos tuyos, los tesoros por los cuales ofreciste a tu divino Hijo.
Santos ángeles, espíritus glorificados por el resplandor de la gracia divina, y vosotras, almas santas, de pasasteis de este destierro al seno del Padre celestial, todos cuantos allá arriba gozáis del fruto de la gracia, ayudadme con vuestras plegarias para que, disipadas las nubes que ocultan a mis ojos y a los ojos de los demás el sol de la gracia, luzca éste en todo su brillo y, por su resplandor, despierte en nuestros corazones el amor y la nostalgia de la vida imperecedera.
Continuará…
M. J. Scheeben, Las maravillas de la Gracia divina, cap. I


[1] Santo Tomás, Suma Teológica, I, II, q 113, a. 9, ad 2. Acerca de la gracia en general, véanse las cuestiones 109 a 114 de la misma parte
[2] Ad Bonif., c. II, epist. I. 2, c. 6.
[3] Jeremías, II, 12.
[4] Libro tercero de los Reyes, XIX, 11. Dios sacudía la montaña ante Elías, para mostrarle que no se halla en la agitación.
[5] Lamentaciones, II, 1-2.
[6] Jeremías, XII, 11
[7] Éxodo, XVI, 3.
[8] Salmo, CV, 26.
[9] San Bernardo, In ascensione Domini, s. 3, n. 7.
[10] In Ephes., Homil. I, n. 3.
[11] Efesios, I, 6.
[12] Epístola de Santiago, I, 12.
[13] Efesios, I, 4-6.
[14] Efesios, I, 17-18.

(santoral) 25 de Marzo, La Encarnación del Verbo en las Entrañas Purísimas de Nuestra Señora.

(santoral) 25 de Marzo, La Encarnación del Verbo en las Entrañas Purísimas de Nuestra Señora.:
http://misantoraltradicional.blogspot.com/

SANTORAL
LA ENCARNACIÓN DEL VERBO EN LAS ENTRAÑAS PURÍSIMAS
DE LA VIRGEN MARÍA
Dios creando la tierra, con sus montes, con sus valles, con sus ríos; Dios sembrando el firmamento de soles, planetas y satélites radiantes; Dios formando minerales, vegetales, irracionales, almas humanas y espíritus angélicos; Dios, en fin, sacando de la nada todas las portentosas maravillas de la naturaleza, es a nuestros ojos menos grande, menos omnipotente que cuando realiza la Encarnación del Verbo, su Hijo unigénito, en el seno de una virgen.
¿Podéis concebir toda el agua del mar, todo el Océano replegado, contenido, sin perderse una gota, en el interior de un vaso? ¿Podéis imaginaros todo el gran disco del sol, fulgurando dentro del plateado recipiente de una lámpara de iglesia....? Pues infinitamente más que esto fue lo que hizo Dios en el Misterio de la Encarnación. La Divinidad, sin perder ninguno de sus atributos, inmensa, sabia, hermosa, poderosa, sin principio ni fin, eterna, perenne, inmortal..... baja a la Tierra, que sólo ocupa un punto en el espacio, y se esconde en el seno de una virgen, para salir de allí, al cabo de nueve meses, bajo la forma de hombre verdadero, sin dejar de ser verdadero Dios.
Para librar al género humano, pudo Dios, como todopoderoso e infinitamente sabio, hallar otros medios que éste de hacerse hombre en las entrañas purísimas de una virgen; pero quiso realizar una obra en la cual brillasen todos los tesoros de su sabiduría y omnipotencia, y ésta fue la Encarnación del Verbo, por la cual se unen en una misma persona la naturaleza divina con la humana, lo infinito con lo finito, lo eterno con lo temporal.
Solo Él pudo juntar extremos tan opuestos como Dios y hombre, Verbo Eterno y carne, Madre y Virgen. Considerando el alto Misterio de la Encarnación, nadamos en un océano de grandezas, cuyas olas imponentes pasando por encima de nosotros, nos sumergen en el abismo insondable de Dios, que en ninguna parte como aquí muestra su poder excelso y su misericordia infinita.
Su misericordia, sí: pues si por un hombre había entrado la perdición en el mundo, por otro se nos proporciona el remedio. Fuimos condenados todos por la soberbia de un hombre a perder la gracia y la gloria, y el Dios humanado nos repara con su humildad. Todo el linaje humano ha sido ennoblecido por este rasgo de la Bondad infinita. Cristo es hueso de nuestros huesos y carne de nuestra carne. Por Él nuestra flaca naturaleza se halla ensalzada sobre todos los coros angélicos. Ya, por este Misterio angustísimo, pertenecemos a Dios, que habiendo dado al hombre todas las cosas criadas, y viendo que ninguna igualaba a su grandeza, quiso darse a sí mismo para que, como dice el apóstol San Pablo, de aquí pudiéramos inferir que ya no le quedaba por dar cosa alguna: "El que no perdonó a su propio Hijo, sino que le dio por todos nosotros, ¿cómo es posible que con Él no haya dado todo lo demás?"
Cuanto puedan darnos las criaturas comparado con Dios, es un átomo respecto de la gran máquina del universo. "Todas las naciones delante de Dios -dijo Isaías-, son como si no fuesen." No se puede llamar suma comunicación la que Dios hace al hombre dándole todas las cosas, la comunicación suma es la que hizo en el Misterio de la Encarnación.
No de otra manera podía hallarse medicina tan eficaz para curar nuestras llagas espirituales; porque, como dice Fray Luis de Granada: "¿Con qué se podía abatir mejor nuestra soberbia que con su humildad, y nuestra avaricia que con su pureza, y nuestra ira que con su paciencia, y nuestra desobediencia que con su obediencia, y los regalos y deleites de nuestra carne que con los dolores y asperezas de la suya? ¿Con qué se podía mejor vencer nuestro desamor que con tal amor, y nuestro desagradecimiento que con tales beneficios, y nuestro olvido que con tal providencia, y los desmayos de nuestra desconfianza que con tales merecimientos y tales prendas de amor?"
Dios no pudo hacer más por salvarnos y redimirnos.
Este momento -momento supremo- de la Encarnación, era predicho desde hacía tantos siglos, el deseado por Patriarcas y Profetas, el suspirado por Abrahán, el invocado por todas las grandes voces del mundo. Los mismos gentiles, agitados por un confuso instinto, lo deseaban, lo vislumbraban, lo adivinaban sin conocerlo. Virgilio alzó su voz entre las asperezas del mundo pagano, y la Sibila emitió oráculos que el gentilismo aceptó.
Y el codiciado momento llega para que la tierra salte de júbilo y los cielos se regocijen. Las promesas de Dios se cumplen, los designios eternales se realizan; los votos de todos los siglos hallan plena satisfacción.
Cuando el mundo romano aclama a Livia Madre del orbe, -Genetrix orbis- Gabriel, el ángel del Señor, abandona los alcázares gloriosos, surca raudo el firmamento, atraviesa la atmósfera de nuestro globo, recorre el delicioso valle Esdrelón, ciérnese sobre la risueña ciudad de Nazareth, e ingresa en la humilde morada de la Virgen...
Pocas serán las antiguas religiones, -creemos que ninguna- que entre el laberinto de sus mitos y fábulas deje de ofrecer algún vago reflejo del sublime Misterio que conmemoramos hoy. En el Tibet, Fo encarna en el seno de una hermosa ninfa para salvar a los hombres; en China, la diosa Sching-Mou, concibe un hijo por el simple contacto de una flor; Buddah nace de la virgen Maha-Mahai; Sommonokodon, de una virgen blanca; Lao Tseu, de una virgen negra; Zoroastro, es fruto de Dogdo, la mujer babilónica que vio en sueños a un resplandeciente mensajero de Oromazo, el cual envolvíala en un rayo de purísima luz... Todos estos mitos no eran más que transformaciones, adulteraciones de la promesa paradisíaca, cuya exacta noticia sólo poseía el pueblo de Israel, la nación escogida de Dios. Dios, al castigar la prevaricación de nuestros primeros padres, arrojados del Paraíso, templando con un rasgo de su infinita misericordia la ira de su justicia, despliega ante el abatido género humano la consoladora perspectiva de una virgen purísima, que en su día, había de aplastar con su divina planta la cabeza de la infernal serpiente: Ipsa conteret caput tuum.
¿Y quién es esta Virgen, esta mujer admirable? ¡Es María! "tálamo aseado por su pureza, entretejido de flores, hermoso de virtudes y oloroso por la fragancia de su castidad. Ella es la puerta del Cielo, entrada del Paraíso, estrella del mar, alegría del mundo, refugio de los pecadores, puerto de los que navegan, ayuda de los que peligran, camino de los descaminados, salud de los desahuciados, espanto y terror de los espíritus malignos. Ella es el Tabernáculo y el Arca del Testamento, el propiciatorio del templo, el trono de Dios, la vara florida, la nube ligera, el huerto cerrado, la fuente sellada, paloma sin mancha, flor suavísima, varita de humo de todos los perfumes, oliva verde, vid frondosa, ciprés alto, terebinto que extiende sus ramas, campo vestido de mieses y tierra bendita que produce fruto de vida eterna. Ella es el alba de la mañana y lucero esclarecido, más hermosa que la luna y más resplandeciente que el sol". Por eso "esta Virgen Santísima, adornada de todas las virtudes y ataviada de todas las gracias divinas, con el olor de ellas trajo a sí al Rey del Cielo". Y por eso, "siendo más santa que todas las santas, fue escogida para ser Madre de Dios, para desterrar la culpa, para acarrear la gracia, para dar paz al mundo, Dios al hombre, fin a los vicios, regla a las costumbres..." Y así fue Ella "la amada del Altísimo, la morada del Verbo, la enriquecida con el fruto divino, la prefigurada en las Santas Escrituras, la anunciada de los Profetas, la ensalzada sobre todos los espíritus angélicos. Grande cuando nació, grande cuando concibió. Santa en el alma, santa en el cuerpo. Siempre llena de gracia y virtud purísima en todos sus pensamientos, en todas sus palabras, en todas sus obras, en todas sus acciones..."
¿Qué elogios podremos nosotros añadir a estos ardientes que en honra de la Santísima Virgen destiló la pluma del primer Patriarca de Venecia, San Lorenzo Justiniano?
¿Qué alabanzas podremos de prodigar nosotros a esta Madre-Virgen, que reune en su ser caridad de serafines, belleza de ángeles, fe de patriarcas, esperanzas de profetas, celo de apóstoles, y heroicidad de mártires?
Ave María; llena eres de gracia, le dice el enviado celestial cuando, para anunciarle el gran Misterio, entró resplandeciente en la humilde estancia de Nazareth. Llena eres de gracia, es decir, llenas estás de fe, de esperanza, de ciencia, de piedad, del temor de Dios, de todos los dones del Espíritu Santo. Llena eres de gracia: tu memoria se alimenta con piadosos recuerdos, tu entendimiento con luces celestiales, tu voluntad con sentimientos de amor a Dios, con purísimos anhelos de abnegación, de mortificación, de sacrificios... Llena eres de gracia, sí; porque todos los méritos, todos los privilegios, todas las virtudes que se encuentran como en su fuente y que en los ángeles y en los Santos se hallan divididos como en otros tantos arroyuelos, en tí se reunen, se juntan como las aguas de diversos manantiales en sus proximidades al mar. "Sicut omnia flumina intrant in mare -exclama San Buenaventura- sic omnes gratiae, quas habuerunt angeli, patriarchae, prophetae, aspotoli, martyres, confessores, virgines, in Mariam fluxerunt".
El Señor es contigo -continúa el Ángel-, llena toda tu alma, ocupa todas tus potencias, invade todos tus sentidos, impregna todo tu ser. Está contigo por su protección, por su asistencia, por sus cuijdados. Está en ti como en su templo, como en su lecho nupcial, como en el lugar apacible de todas sus delicias.
Y, eres bendita entre todas las mujeres. Así concluye su alabanza el Ángel. Bendita entre todas las mujeres: más bendita que Sara, que Rebeca, que Judit, que Esther, que Jahel, que Ruth, que Abigail... Estás exenta de la maldición que pesa sobre las demás mujeres; darás a luz sin dolor, el Verbo divino saldrá de tu purísimo seno como rayo de sol por un cristal. Bendita entre todas las mujeres, porque serás fecunda y virgen a la vez, reunirás las dos glorias de la mujer, la maternidad y la incorruptibilidad, sin que para ostentar una, hagas sacrificio de la otra.
Y María, la que está con el Señor llena de gracia, la bendita entre todas las mujeres, escuchando al Ángel, permanece silenciosa, pensativa, turbada, creyéndose indigna de merecer tan hermosa salutación.
Y el Ángel prosigue: "No temas, María, porque has encontrado gracia delante de Dios. He aquí que concebirás y parirás un Hijo, a quien llamarás Jesús. Será llamado el Hijo del Altísimo, y el Señor Dios le dará el trono de David, su padre; reinará eternamente en la casa de Jacob, y su reinado no tendrá fin.
No temas, María, no es hora de temer, sino de gran confianza, porque se acerca la hora de la rehabilitación universal; porque el Eterno ya se complace en escuchar desde el fondo de su eternidad el concierto de alabanzas que por medio de su Unigénito va a dirigirle el mundo; porque el Verbo con la naturaleza humana eleva la creación, degradada por el hombre, hasta hacerla digna de su soberano Artífice; porque todos los miembros dispersos de la humanidad van a congregarse y van a formar la gran sociedad divina, ¡La bella familia de los hijos de Dios!
Y, has encontrado gracia delante de Dios: a sus divinos ojos eres más grata que todas las luces del firmamento, que todas las espumas de los mares, que todos los hombres justos, que todos los Ángeles del cielo; y lo eres, porque no has buscado otro mérito ni otra gloria que la de agradar a Dios, porque inocente, desprendes cual vara de nardos suavísimo perfume; porque el pudor, que es al alma lo que el capullo al gusano de seda, y a la flor el cáliz, y al fruto la cáscara, te rodea, te aureola, te circunda a manera de velo dorado, de incienso quemado, de claro de luna.
Y concebirás y parirás un hijo, a quien llamarás Jesús. Este será llamado el Hijo del Altísimo, y el Señor Dios le dará el trono de David, su padre, y reinará eternamente en la casa de Jacob, y su reinado no tendrá fin. Sí, aquel Señor prometido de Dios, y deseado de los patriarcas, y anunciado de los profetas, y figurado en la Ley, y anhelado por todas las gentes..., este mismo, concebirás como verdadera madre, y le parirás, y llamarás Jesús, que quiere decir Salvador... Y será grande, no como Juan Bautista -grande delante de Dios-, sino grande como Dios. La grandeza de Juan tuvo principio y fin: la grandeza de este Hijo no tiene fin ni principio, porque Él es principio y fin de todas las cosas. Será grande por su naturaleza, por su origen, por su autoridad, por su poder, por su sabiduría, por sus obras, por sus ejemplos, por su caridad. Grande en el Cielo, grande en la tierra, grande sobre los Infiernos. Y por esta grandeza, los ángeles, los hombres y los demonios se arrodillarán ante Él; y las fieras se le rendirán, y le obedecerán todos los elementos: el mar, el fuego, la tempestad, el aire...
Y María, a todas aquellas palabras del embajador celestial, contesta con esta pregunta: "¿Cómo sucederá esto si no conozco varón? ¿Cópmo sucederá, si desde que alboreé y florecí en el mundo guardé el fulgor de mis ojos y el perfume de mi aliento para iluminar e incensar el trono del Señor que a mí te envía? ¿Cómo sucederá, si desde niña voy tejiendo con los blancos linos de mi pureza un cendal que envuelve, con sus pliegues suaves, todos mis pensamientos? ¿Cómo sucederá, si al nacer puse entre mí y el mundo una línea divisoria de rosas blancas que jamás traspasaré? ¿No sabes que a los tres años de mi edad abandoné mi hogar por la morada del Señor? ¿No sabes que renuncié hasta a la gloria de tener sucesión y figurar entre los ascendientes del Redentor futuro, ideal de la mujer hebrea? ¿No sabes que consagré mi virginidad a Dios, y me escondí en el santuario? ¿No sabes que pasé mi niñez tras el velo del templo recatada, alejada, separada del mundo? ¿No sabes que José, mi casto esposo, es un testigo, un defensor, un custodio de esta pureza qu eyo he consagrado con un santo juramento a Dios...?
El Espíritu Santo descenderá sobre tí, -replica el Ángel- y la virtud del Altísimo te cubrirá con su sombra. No temas; los destellos de tus ojos y el aroma de tu aliento, seguirán alumbrando y perfumando el trono de la Divinidad; ese níveo cendal que te encubre, seguirá flotando sobre tu cuerpo; ese límite de blancas rosas que voluntariamente te impusiste será eternamente respetado. No temas: esa virginidad que tanto ansías, que tanto anhelas, que tanto amas, continuará en tí... Será luz constantemente alimentada que esparcirá por el mundo su efluvio luminoso... No temas. La maternidad que se te ofrece excluye en absoluto todo concurso humano. tu Hijo no tendrá padre en la tierra, sino únicamente su Padre que le engendra en la eternidad... La sombra del Espíritu Santo, envolviéndote, te hará fecunda. En el amor del Espíritu Santo se empapará ese velo que te embellece, y sin romperlo y sin mancharlo, como una luz que se filtra, como un perfume que exhala, nacerá el Redentor divino...
Será cosa santa lo que nazca de tí, María -prosigue el Ángel-. Será cosa santa: así, en sentido absoluto, sustantivo, singular; no carne santa, niño santo, hombre santo... Porque esto sería poco, esto puede convenir a una humana concepción. No, no: la concepción formada en tu seno, ¡oh, María!, es singularmente santa; más aun, santísima, ¡la misma esencia de la santidad...! Lo Santo que nacerá de tí... Quod nascetur ex te sanctum...
Y para tranquilizar totalmente a María, el Ángel dice: "Isabel, tu prima, ya vieja y estéril, ha concebido un hijo y se halla en el sexto mes de su embarazo. Nada importa que no conozcas varón. El Señor es omnipotente. Nada es imposible para él. De la nada hizo todo cuanto existe: el cielo invisible con los espíritus que lo pueblan; el universo visible con todas sus maravillas. Su poder no tiene límites. Como ha formado el cuerpo de Eva de una parte del cuerpo de Adán, formará el cuerpo de su Hijo con un poco de su substancia, para que seas verdaderamente su madre... ¡La Madre de Dios!...
Y, como el árbol, que cuanto más cargado de fruto más se inclina hacia la tierra, María, la ensalzada, la llena de gracia, la llena de santidad, se inclina y se somete a la voluntad de Dios, diciendo: "He aquí la sierva del Señor; hágase en mí según tu palabra"... ¡Ah!, desde el fiat nada se había dicho más grande, más importante, más eficaz que el fiat de esta humilde virgen: Fiat mihi secundum verbum tuum. Este fiat, como observa el Padre Ventura, fue más poderoso, en cierto modo, que el primer fiat del Criador. Porque el fiat pronunciado por Dios sacó al mundo de la nada, y el fiat articulado por María hizo que descendiese a la nada el mismo Dios. Este fiat fue el exordio de nuestra salvación. Gracias a él el día triunfó de las tinieblas, la verdad del error, la justicia de la iniquidad, la gracia de la rebelión, el amor de todas nuestras resistencias. Este fiat reparó las ruinas del universo, apaciguó la cólera divina, sacó a todo el género humano del abismo, elevándolo hasta el trono de Dios; nos restableció en su gracia, nos devolvió nuestros derechos, nos hizo dichosos, nos aseguró nuestra eterna salvación. Fue una verdadera palabra sacramental, por la cual, en el instante mismo en que se pronunció, la virtud del altísimo formó, de la sangre purísima de la Virgen, el cuerpo adorable de Jesús, Dios y hombre verdadero.
La unión inefable, maravillosa, hipostática, ya se ha verificado. Cristo, la segunda persona de la Santísima Trinidad, es verdadero Dios y verdadero hombre, dotado de dos voluntades, de dos maneras de operaciones, divinas y humanas. Desde el instante mismo de su concepción fue verdadero Sacerdote; Rey de un reino espiritual y eterno; Santo, con santidad esencial. Era la santidad misma.
Cristo está allí ya, alentando, vivificando el seno virginal de María; y dentro de nueve meses hollará la tierra para ser la robusta escala de piedra, por cuyas gradas subiremos al templo del Cielo; para ser la calzada, enjuta y firme, por donde caminemos sin titubear; pra ser la divina senda que desde la raíz de nuestra bajeza nos conduzca hasta la cumbre de la perfección. ¡María pronunciando su fiat, nos ha dado la Luz, la Vida y la Verdad!...
Sí; de la respuesta de María dependía el cumplimiento del gran Misterio de la Encarnación. En los designios del Altísimo, el consentimiento de la Virgen era condición necesaria para que el Verbo se hiciera hombre. El Hijo de Dios no se encarna en María, hasta que María dice: Fiat mihi secundum verbum tuum. ¡Cuánto no deberá ser nuestro reconocimiento por tan singular beneficio!...
Dicen algunos que nosotros pretendemos divinizar a María. No, lo que hacemos es colocar a Dios sobre María, y debajo de María a todo lo que no es Dios ¿Qué necesidad tenemos de divinizarla? ¿Puede añadirse algo al hermoso título de Madre de Dios?
Lo que hacemos es defender todas sus prerrogativas, todos sus privilegios, sus derechos todos. Lo que hacemos es velar por la integridad de Dogma, por este Misterio sublime de la Encarnación, que nos aísla, por su excepcional grandeza, de todos los mitos y fábulas que forman las demás religiones.
El petulante orgullo de muchos hombres se subleva ante el Misterio, y rechaza cuanto no puede abarcar su limitada razón ¡Como si no hubiera más misterios que los que entraña nuestra religión bendita! ¡Como si el hombre no fuese un misterio rodeado de misterios por todas partes!
El Misterio de la Encarnación del Verbo en el seno de María, es el Misterio de los misterios. Para explicarlo sería preciso que el mismo Dios encarnase en nuestro pensamiento, en nuestra mente, en nuestros labios. Dice San Agustín que preguntar cómo y por qué se hizo este prodigio sería destruirlo, queriéndolo conocer. El Misterio de la Encarnación del Verbo no sería la obra de dios por excelencia si se pudiera dar razón de él. El célebre Bourdaloue enseña que en lugar de empeñarnos vanamente en averiguar y conocer lo que es superior a todo nuestro conocimiento; en lugar de querer penetrar los inefables secretos de la Encarnación divina, cuando aun a nosotros mismos no nos conocemos, lo que debemos hacer principalmente es alabar y bendecir mil veces la misericordia de Dios, no solo porque por nosotros descendió de su gloria y se hizo hombre, sino también porque nos ha revelado y ha hecho que se nos anuncie este misterio de nuestra salvación. Podremos salvarnos sin la ciencia del misterio de la Encarnación, pero no sin la fe en el mismo. Este Misterio es necesario: es la base, es la prenda, es el fundamento de nuestra salvación. Un Dios -no- Hombre, aterra, asusta; un Hombre-no-dios, es impotente para salvarnos; el Hombre-Dios es nuestra redención, nuestra fortaleza, nuestra esperanza, nuestro consuelo, nuestra felicidad...
¡Bendita la obra de la Encarnación y bendita la pureza de María entre cuyos castos pliegues vino a habitar el Verbo!...
Gracias al augustísimo Misterio de la Encarnación -última palabra del plan divino que une todos los seres en conjunto perfecto-, tendremos en vez del Edén perdido, el huerto de Getsemaní, que regará Cristo con sudor de sangre; en vez del Árbol de la ciencia del bien y del mal, el Árbol de la Cruz, del que pende el fruto divino de las eternas misericordias.
¡En vez de Adán y Eva, Jesús y María!...
Abiertas están ya las radiosas puertas del cielo: aprovisionémonos de virtudes para entrar en él...
SAN DIMAS, O EL BUEN LADRÓN.-
Continuará...
Que la Virgen los acompañe siempre

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