En nuestro camino hacia la Pascua este domingo es de la alegría: “Hoy es un día consagrado al Señor no
estéis tristes, ni lloréis”. Porque “tanto amó Dios al mundo, que entregó a su Unigénito,
para que todo el que cree en él no perezca, sino que tenga vida eterna. Porque
Dios no envió a su Hijo al mundo para juzgar al mundo, sino para que el mundo
se salve por él” (Jn 3, 16-17)
estéis tristes, ni lloréis”. Porque “tanto amó Dios al mundo, que entregó a su Unigénito,
para que todo el que cree en él no perezca, sino que tenga vida eterna. Porque
Dios no envió a su Hijo al mundo para juzgar al mundo, sino para que el mundo
se salve por él” (Jn 3, 16-17)
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