martes, 13 de marzo de 2012

La Iglesia e invasiones a la propiedad

La Iglesia e invasiones a la propiedad:
+C. Oswaldo Azuaje Pérez, OCD
Obispo Auxiliar de Maracaibo

Nos preocupa como iglesia loque vemos y padecemos en estos  tiempos conlas invasiones a la propiedad privada. La doctrina social de la iglesia nosseñala que “la propiedad privada es un elemento esencial de una políticaeconómica auténticamente social y democrática y es garantía de un recto ordensocial. La doctrina social de la iglesia postula que la propiedad de los bienessea accesible a todos por igual, de manera de covertirse todos, al menos encierta medida en propietarios y excluye el recurso a formas de posesiónindivisa para todos” (Compendio de DSI, 176).
La función social de lapropiedad está sujeta a las normativas constitucionales y legales por ellasreguladas. No puede atropellarse de ningún modo un derecho defendido taxativamentepor nuestra constitución  nacional: "Segarantiza el derecho de propiedad. En virtud de su función social la propiedadestará sometida a las contribuciones, restricciones y obligaciones queestablezca la ley con fines de utilidad pública o de interés general" (a.99).  Mientras, el código civil señala ensu artículo 545 que "la propiedad es el derecho de usar, gozar y disponerde una cosa de manera exclusiva, con las restricciones y obligacionesestablecidas por la ley”. El código civil dispone que "tampoco puedenservir de fundamento a la adquisición de la posesión legítima, los actosviolentos ni los clandestinos..." (a. 777). Otro artículo del mismoestablece que "nadie puede ser obligado a ceder su propiedad, ni a permitirque otros hagan uso de ella, sino por causa de utilidad pública o social,mediante juicio contradictorio e indemnización previa"(a.547)
Las invasiones son un delitode orden público, por ello en el código penal se establecen una serie desanciones para quienes se apropien de un terreno o inmueble:   “...quien para apropiarse en todo o en parte una cosa inmueble de ajena pertenenciao para sacar provecho de ella, promueva o altere sus linderos, será castigadocon prisión de uno o cinco años...” (a. 471), “... quien con el propósito deobtener para si o para un tercero, provecho ilícito, invada terreno, inmueble obienhechurías ajenos, incurrirá a prisión de cinco a diez años y multa de 50U.T., a 200 U.T...” (a. 471), “... todas aquellas personas que utilizando laviolencia perturben la posesión pacífica que se tenga de bienes inmuebles conprisión de uno a dos años y multa de 50 U.T. a 100 U.T” (a. 472).
Me perdonan este exceso deleyes. No soy abogado y estoy escribiendo un editorial, pero como ciudadanotengo derecho a exigir el cumplimiento de la ley. La ley está subordinada albien de todos y cada uno de los ciudadanos, ella vela por el bien común y estápara que la cumplamos sin distinción. El cumplimiento de la ley es un principiobásico de toda convivencia que sustenta la relación social. Es garantía de laarmonía de una sociedad y el más claro indicio de su madurez ciudadana. Lasleyes pueden cambiar cuando existe el consenso entre los que conforman, sinexclusión, el tejido social. Es deber de las legítimas autoridades facilitarlos cambios requeridos por la ciudadanía en orden a mejorar las leyes. Lasautoridades instrumentan el cumplimiento de la ley y deben ser sus más inmediatasdefensoras.
El magisterio de la iglesiadetenta un formidable record de reflexiones fundamentadas en su experienciasecular de lo social. En días pasados en nuestra arquidiócesis realizamos lasexta semana de doctrina social de la Iglesia, conscientes como somos del aporte de la doctrina social en este momentohistórico de crisis económica y social mundial. La doctrina social es una luz,un llamado a retomar los valores del evangelio centrados en el amor, lajusticia, la solidaridad, el respeto, la paz, la educación y muchos valoresmás.
A la luz de los principiosexpresados, no puedo callar ante la ola de invasiones que nos ha afectado en elZulia. Este comportamiento anárquico, que considero condenable aún conconocimiento de la crisis aguda de vivienda, ha caído como un mazazo sobre laspropiedades de la iglesia y los terrenos donde hay incipientes obras eclesialesde beneficio para la comunidad y para su servicio religioso. Tenemos  invasiones en los terrenos del seminarioarquidiocesano, en los terrenos de El Roble adyacentes al prescolar Pompeya, enel terreno de la capillita San Agustín (en construcción en el 24 de julio), enel terreno destinado a templo, casa parroquial y salones en El Caujaro. Tambiénha habido serios intentos de invasión en el antiguo edificio del Diario LaColumna.
La solución a los problemasque nos aquejan como sociedad pasa por el diálogo pacífico y respetuoso. Hayuna bienaventuranza que nos inspira en contra de la violencia: “dichosos losconstructores de la paz”. Y a ella se añade un mandamiento: “no codiciarás los bienesajenos”. El compendio del Catecismo de la Iglesia Católica dice: “estemandamiento exige una actitud interior de respeto en relación con la propiedadajena, y prohíbe la avaricia, el deseo desordenado de los bienes de otros y laenvidia, que consiste en la tristeza experimentada ante los bienes del prójimoy en el deseo desordenado de apropiarse de los mismos”. La iglesia en su misiónde evangelización no se pertenece a sí misma, es de todos y para todos. Por esorequiere de los espacios propios y de los medios necesarios para la legítimarealización del mandato del Señor: vayan y evangelicen a todos los pueblosbautizándolos en el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo. Hago unllamado al pueblo de Dios para que con espíritu pacífico, apoyado en su amorpor la iglesia de la que es parte, defienda con acciones y oraciones la justareivindicación que la arquidiócesis de Maracaibo hace de sus espacios físicos.Con la colaboración de todos lograremos realizar los proyectos que actualmenteestán en curso y que se ven afectados por la penuria económica. Finalmente exhortamosa las autoridades para que velen por el cumplimiento de la ley y para que sebusquen soluciones que impidan el irrespeto a la propiedad.

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