Amigos, comparto con Uds. este artículo que escribí en Marzo del 2006. .
un gran abrazo,
Heberto Díaz Oquendo
Miembro de la Dirección Política Nacional de COPEI
y Secretario Nacional de Organización
Heberto Díaz Oquendo
24 de marzo de 2006
¿La vida no vale nada?
Heberto Díaz Oquendo
Coordinador de Formación y Gerencia Política de COPEI – Zulia
Quien responde por un venezolano, que desinteresado de la
política, dedicó su vida al trabajo para que su hijo o hija tuviera la
oportunidad de emprender un proyecto de vida acorde con sus sueños.
Quien responde por los sueños de una madre que educó, mantuvo y luego
llevó a la universidad a sus hijos. Quien responde por los sueños
aplazados por cualquiera de nuestros jóvenes. Quien responde por los
hogares destruidos. Por las familias disueltas. Quien responde por el
cementerio de sueños en que se ha convertido nuestra sociedad
venezolana.
¿LA VIDA NO VALE NADA?
Quien
responde por un venezolano, que desinteresado de la política, dedicó
su vida al trabajo para que su hijo o hija tuviera la oportunidad de
emprender un proyecto de vida acorde con sus sueños. Quien responde por
los sueños de una madre que educó, mantuvo y luego llevó a la
universidad a sus hijos. Quien responde por los sueños aplazados por
cualquiera de nuestros jóvenes. Quien responde por los hogares
destruidos. Por las familias disueltas. Quien responde por el cementerio
de sueños en que se ha convertido nuestra sociedad venezolana.
Sietes
años de revolución. Siete años de destrucción. La tarea de remodelar
una casa habitada, debe hacerse tomando en cuenta que quienes la habitan
son seres humanos, no es posible echarlos a la calle, para que luego de
culminado el proceso de remodelación, la habiten otros. El principio de
la perfectibilidad de la sociedad evita caer en la tentación de la
sociedad perfecta, para llegar a ese nivel de perfección social es
preciso ir apartando lo que no sirve o lo que sobra, pero en este mundo
cuyo orden natural es determinado por una conciencia universal en donde
no tiene acceso a la decisión el género humano, quien puede sustituir a
Dios o a esa conciencia universal para determinar quien sirve o quien no
sirve.
El
misterio de la vida no ha sido resuelto. Todos venimos al mundo sin
haber sido previamente avisados y nunca decidimos en donde ni cuando
íbamos a nacer. Esa condición nos iguala a todos en cuanto a derechos
naturales. El ser humano no puede alterar el orden natural de las cosas,
de manera que el igualitarismo es otra tentación que nos conduce al
mismo proceso depurativo que no es otra cosa que la violación de los
derechos humanos. Ningún ser humano puede asumir el rol de Dios para
alterar el orden natural de las cosas. La presencia de Dios o de esa
conciencia universal que determina nuestra condición humana nos
garantiza derechos naturales a todos por igual, de donde se deriva el
principio de la dignidad de la persona humana, el bien común y la
justicia social.
Siete
años de revolución es un proceso depurativo de nuestra sociedad, en
donde el derecho al trabajo, a la vida, a la libertad, a soñar y a la
dignidad, está relacionado con el nivel de compromiso que cada
venezolano asuma con el proceso revolucionario. La revolución está por
encima de todo, incluso del mismo orden natural de las cosas. Quien
firmó está excluido. No existe. Queda al margen de los beneficios del
estado venezolano. La oposición no existe.
El
proceso de remodelación de nuestra sociedad está en proceso. Hasta tanto
no culmine todas las etapas del proceso revolucionario, en Venezuela,
la vida no vale nada.
El Papa Benedicto XVI advierte "si desterramos a Dios, la dignidad humana también desaparecerá"
Heberto Díaz Oquendo
Coordinador de Formación
Y Gerencia Política
COPEI/Zulia