OPINION | JACQUES MARITAIN, HUMANISMO Y MODERNIDAD, OSCAR ALVAREZ ARAYA
Jacques Maritain fue un filósofo francés nacido en París en 1882. Se le reconoce como un gran intelectual y uno de los más relevantes promotores del tomismo renovado y el personalismo en el siglo XX.
Es conocido su autorretrato: “Quien soy yo? Un Profesor? No lo creo: enseño por necesidad. Un escritor? Tal vez. Un filósofo? Lo espero. Pero también una especie de romántico por la justicia…”
Estudió letras y ciencias naturales en la Sorbona y Biología en Heidelberg. Se casó con Raissa Oumansoff, una joven hebrea rusa que fue su gran colaboradora. Ambos experimentaron una crisis filosófico-religiosa que les llevó a convertirse al catolicismo en 1906 bajo la influencia de León Bloy. El venía del protestantismo primero y del agnosticismo después mientras que ella procedía del judaísmo.
Entonces Maritain estudió profundamente a Aristóteles y a Santo Tomás de Aquino y expone sus ideas por medio de clases y círculos de reflexión. También retoma las teorías del derecho natural de Francisco de Vitoria y Hugo Grocio. En 1914 es llamado a enseñar filosofía moderna en el Instituto Católico de París y en 1917 el Vaticano le otorga el doctorado honoris causa en filosofía de las universidades pontificias.
A partir de 1941 es profesor en Princeton y Columbia, universidades de los Estados Unidos y durante la Segunda Guerra Mundial fue Presidente de la Escuela Libre de Altos Estudios Franceses de Nueva York, desde dónde promueve la resistencia intelectual a los regímenes nazi-fascistas de entonces en Europa.
De 1945 a 1948 fue el Embajador de Francia ante el Vaticano y luego volvió a la docencia en Princeton.
En su obra sigue los principios del tomismo pero innovando su perspectiva para adecuarla a los nuevos tiempos. Como señala Marcel Prelot estuvo influido por las experiencias de la democracia en Suiza y en los Estados Unidos y terminó siendo un teórico católico de la democracia y un crítico agudo de todos los totalitarismos y autoritarismos. Su obra fue proscrita en la España de Franco, en donde el régimen le consideró más peligroso que los mismo “rojos”.
Escribió unos cincuenta textos sobre filosofía de la historia, estética, metafísica, antropología y filosofía política. De esta última disciplina destacan obras como Humanismo integral, su obra maestra, Del régimen temporal y de la libertad, El hombre y el estado y las personas y el bien común. Además de escribir libros fue uno de los redactores de la célebre Declaración Universal de los Derechos Humanos, ratificada por la Asamblea General de las Naciones Unidas en 1948.
Partidario de una sociedad abierta y de una democracia personalista, plural, tolerante y participativa así como respetuosa de los derechos humanos enraizados en la ley natural. Fue, sin duda, uno de los principales referentes del humanismo cristiano en el siglo XX. De la modernidad acepta y retoma los conceptos de pluralismo, tolerancia, separación iglesia-estado y autonomía de lo temporal, pero no el capitalismo liberal, del que se erigió en un crítico.
Reconoce la importancia de la sociedad civil en la democracia y afirma que la ciudad pluralista debe permitirle una autonomía tan amplia como sea posible.
Tuvo detractores que se refirieron a su obra como un intento tardío e insuficiente de poner a tono el pensamiento social católico con los aportes del Renacimiento, la Reforma y la Edad Moderna. Pero tuvo también admiradores y seguidores y sin matricularse en ningún partido político se convirtió en un inspirador de los partidos demócrata cristianos de Europa y América Latina. En 1963 se le otorga el Premio Nacional de Literatura de la Academia Francesa.
Después del fallecimiento de Raissa se retira a un convento de los Hermanos de Jesús, sigue escribiendo y a los noventa años estudia la profesión religiosa.
Se le puede ubicar en un personalismo comunitario. Distinguió entre individuo y persona. Dijo que como individuos todos somos parte de la sociedad y debemos aportar para perfeccionarla, mientras que como personas, somos un universo de naturaleza espiritual dotada de libre albedrío.
Maritain falleció en Toulousse, Francia, en 1973.
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