COPEI PARTIDO POPULAR
Somos UNIDAD, 1
AL SERVICIO DE LA VERDAD
Recientemente, el compañero Presidente Nacional de COPEI Partido Popular, por cierto, aspirante a elegirse por primera vez como tal, como tampoco lo fue al ejercer la Secretaría General, se dirigió a la opinión pública para ventilar aquellos asuntos que los socialcristianos consideramos mejor tratarlos con la debida prudencia, a objeto de no afectar al partido y a la propia oposición democrática. Y es que, con motivo de los inexorables comicios internos para la renovación de las autoridades partidistas, a todo nivel y por votación directa, universal y secreta de sus afiliados, ha optado por ventilar situaciones que él mismo ha creado y – ciertamente – empañan la razón de ser de una entidad comprometida por más de sesenta años con los destinos del país. Hubiésemos preferido iniciar y darle continuidad al debate que tanto temor le ha generado, en el seno de la Democracia Cristiana Venezolana, pero la gravedad de sus falaces argumentaciones nos obliga a puntualizar la realidad de un proceso que procuramos limpio y transparente, el necesario para recuperar plenamente la institucionalidad partidista y contribuir al afianzamiento de una alternativa opositora convincentemente democrática.
Recobrar plenamente la institucionalidad partidista
Sostenemos la inmensa necesidad de dar un convincente testimonio democrático en la casa copeyana, porque reclamamos democracia hacia fuera al realizarla hacia adentro. Es lo que puede autorizarnos moral y políticamente para reivindicar a COPEI como una herramienta ciudadana de oposición. No obstante, los esfuerzos de reinstitucionalización del partido se han visto dramáticamente obstaculizados por el compañero Luis Ignacio Planas, a quien las bases jamás eligieron como Presidente, y - lo que es peor – le ha desconocido el derecho fundamental de elegir.
En efecto, importa recordar que el compañero Planas asumió interinamente la Secretaría General del partido en marzo de 2006, a escasos seis meses para realizarse las elecciones internas, alcanzando después la presidencia mediante la realización de asambleas nacionales que desconocieron olímpicamente ese derecho fundamental al que nos hemos referido. En lugar de cumplir con el mandato estatutario, promovió y logró la reforma de las normas que rigen a la organización, postergando indefinidamente los comicios, a la vez que dispuso - en forma arbitraria e irresponsable - de los bienes y recursos del partido para la autopromoción sistemática y ventajista, sancionando mediante reestructuraciones, suspensiones y expulsiones, a los compañeros que disentían de sus orientaciones y caprichosas decisiones.
De modo que, al obstinado diferimiento de las elecciones previstas para octubre de 2006, empleó a discreción todos los mecanismos disciplinarios disponibles, reforzados por una reforma estatutaria que significó un retroceso en nuestras aspiraciones de modernizar el partido, a fin de acallar y liquidar una disidencia también consciente de la amenaza y los peligros que representa Hugo Chávez Frías en la dirección del Estado. Por ello, la discreta actuación de la disidencia se tradujo en la paciente espera del momento electoral, sin dejarse tentar por el escándalo ante las delicadas circunstancias que sufría el país que está por encima de COPEI, luchando sin descanso contra el régimen que padecemos todos los venezolanos.
Precisamente, deseamos recobrar la institucionalidad partidista para el reconocimiento de los derechos esenciales de la militancia a elegir y ser elegido, reencontrándonos con nuestro liderazgo natural, debidamente separados los órganos de conducción o la lógica división interior de poderes, reimplantando el Estado de Derecho en el seno de nuestra organización, prestos al esfuerzo de una unidad eficaz de la oposición. Esto, elocuentemente choca con el abierto autoritarismo de Luis Ignacio Planas, quien tampoco ha rendido cuenta de los recursos empleados, más parecido a la conducta y los antivalores del chavismo que a una expresión del socialcristianismo que ha querido desterrar, dejándonos en un inexplicable e inaceptable vacío histórico al pretender remedar al Partido Popular de España.
Es evidente que, ante las elecciones internas, legítimamente convocadas para el día 28 de Febrero de 2010, tan esperadas por toda la militancia, incurre en una temeraria acusación contra quienes pensamos y actuamos en forma diferente en COPEI, paradójicamente convertido en una suerte de chavista, tan sectario, caprichoso y arrogante como la versión original, que desea reprochar a los demás por lo que – en la práctica – es él.
El proceso electoral interno avanza, a pesar del sabotaje, y - ante la inminente derrota de la fórmula representada por el compañero Planas - no tiene reparos para maniobrar descaradamente a fin de ocultar su fracaso. Y es que, los que representamos a la familia socialcristiana a lo largo y ancho de todo un país, obtendremos el triunfo muy por encima de las expectativas originales, convertido el 90% de los sufragios en un apoyo efectivo a la unidad copeyana que Planas puso en peligro y malversó, relanzándonos hacia los caminos de la definitiva recuperación de la libertad y democracia en Venezuela.
Sobre la Comisión Electoral Nacional
Luce importante recordar que la actual Comisión Electoral Nacional es la misma que propuso e impuso el compañero Luis Ignacio Planas, en la Asamblea Nacional realizada en 2007, la cual sirvió – por cierto – para sacar de la dirección a compañeros electos popularmente en 2002. Exactamente la misma Comisión de hoy, aunque – desconociendo la tradición y la misma historia del partido – no adivinó que sus integrantes asumirían con claro convencimiento socialcristiano sus deberes para con toda la militancia.
Instalada la Comisión Electoral, comenzó con mucha seriedad a adelantar las tareas orientadas a la efectiva realización de las elecciones, hasta que renunció el compañero Julio Pereza, quien la presidía por directo interés del Presidente del Partido y, naturalmente, lo reemplazó el Vicepresidente de la Comisión, compañero José Gregorio Chuecos, ratificado por unanimidad junto a los demás integrantes de acuerdo al Consejo Federal realizado a mediados de 2009. No obstante, ante el decidido trabajo electoral que adelantó la Comisión, el compañero Planas arbitró medidas para destituir a toda la Comisión, olvidando que la había promovido y votado, mediante un posterior y fallido Consejo Federal.
Agotamos todas las diligencias posibles para evitar tamaño atentado al normal desarrollo del ejercicio democrático del partido, pero no hubo formas, maneras y oportunidades para lograr la rectificación de la conducta asumida por el compañero Luis Ignacio Planas y de los miembros de la Dirección Nacional que le acompañan. Por lo demás, distorsionadas y negadas las instancias correspondientes, perdidas las características que una vez tuvo el órgano para conocer, sustancias y dirimir las diferencias, el Tribunal Disciplinario inmediatamente procesó las instrucciones del Presidente del Partido a objeto de expulsar toda voz que disintiera de él, incluyendo asombrosamente a la propia Comisión Electoral Nacional que – por principios constitucionales, legales y estatutarios – no podía ser modificada o maniatada, en medio de un proceso comicial legítimamente abierto.
Ante la imposibilidad cierta y palpable de corregir las actuaciones del Presidente Nacional de COPEI, en el seno del propio partido conducido de manera tan particular y arbitraria, no quedó otra alternativa que recurrir al órgano jurisdiccional. Así, los miembros supuestamente destituidos por el fallido Consejo Federal que hemos mencionado, interpusieron un recurso de amparo constitucional no sólo para garantizar su restitución, sino para salvaguardar los comicios que se habían iniciado.
Es necesario destacar que, cumpliendo con el debido proceso y el derecho a la defensa, el compañero Luis Ignacio Planas acudió al Tribunal Supremo de Justicia, para fundamentar sus alegatos, avalándolo: en momento alguno cuestionó la competencia del órgano jurisdiccional, denunció y mucho menos probó la supuesta complicidad con los intereses gubernamentales por la que hoy demagógicamente clama. Y, así sería y es la monumental verdad de los hechos que nos asisten, difíciles de evadir o solapar por una maquiavélica jugada de poder, que el Tribunal Supremo de Justicia concedió el amparo y después lo ratificó, quedando definitivamente firme.
A pesar de la decisión tribunalicia, el compañero Planas quiso nuevamente nombrar a una Comisión Electoral Nacional subordinada a sus intereses, presidida por el compañero Sergio Urdaneta, a través de un írrito Consejo Federal. Y, reconociendo la incompetencia de éste órgano, previa reestructuración de buena parte de las direcciones regionales del partido que lo conforman, convocó a una Asamblea Nacional del Partido conforme únicamente con llenar la presunta vacante presidencial de la Comisión en cuestión. Actuaciones éstas que configuraron un obvio desacato a lo decidido por el Tribunal Supremo de Justicia, por lo demás burlándose de la buena fe de la militancia que ya sabe, se ha inscrito y espera por el día 28 de Febrero de 2010 para acudir a los comicios internos, gracias al sufragio universal, directo y secreto.
Desacatando una sentencia judicial, ha pretendido imponer otra Comisión Electoral Nacional, seleccionada a su leal saber y entender, en sustitución de la que legítimamente fue ratificada, incluyendo a su Presidente, compañero José Gregorio Chuecos, de acuerdo a la decisión de la Sala Electoral. Y, valga la ironía, contrario a sus alegatos y a sus peculiares, vehementes y groseras manifestaciones en el partido, el compañero Luis Ignacio Planas y quienes le acompañan, inscribieron su fórmula por ante la Comisión Electoral Nacional encabezada por el compañero José Gregorio Chuecos, recibiendo todo el respeto, la consideración y garantías correspondientes a un militante del partido, al igual que el planillaje y todos los formularios orientados a la necesarísima y no menos lógica actualización del registro de afiliados de COPEI.
Ya asomadas las tendencias y preferencias en el seno del partido, incluyendo una mayor capacidad de convocatoria, organización, estructuración y movilización, palpable en la actualización del citado registro por la fórmula 1, Unidad, el compañero Planas aplica el conocido recurso de la descalificación personal de los miembros de la Comisión Electoral Nacional, quienes se han mantenido serenos, imparciales y decididos en el cumplimiento de sus deberes. La otra ironía reside en que, al insistir en la mala fe de la Comisión, sin probarla jamás, pone en evidencia la propia.
La temeridad de una denuncia
Tampoco hubiésemos deseado públicamente referirnos a la temeraria acusación de chavistas que hace el compañero Luis Ignacio Planas, sobre aquellos que – no hace mucho – compartieron con él las tareas de conducción partidista. Y no sólo por la popular sentencia que habla de los “trapos sucios se lavan en casa”, sino por la prudencia que aconseja tratar aquellos asuntos que pueden generar confusión y favorecer los intereses y objetivos del régimen, pudiendo cívica y constructivamente resolverse en casa. Sin embargo, he acá la otra ironía, pues, alentando esos intereses y objetivos, lleva al escenario público cuestiones que empaña con un lenguaje y una actitud dirigida a la destrucción del partido, quizá por el hecho de no recibir el apoyo que necesitaba, como si su derrota o la que pudieran sufrir otros significara el desconocimiento de su trayectoria, el destierro o la desaparición política a la que quiso condenar a los compañeros que ha sancionado desde 2006.
Importa señalar que descalifica al compañero Jesús Alberto Barrios, aspirante a la Secretaría General, quien lo ha acompañado como Primer Vicepresidente del Partido hasta la presente fecha, siendo un cercano y estrecho colaborador; al compañero Roberto Enríquez, hasta la fecha Segundo Vicepresidente, hoy aspirante a la Presidencia del Partido; al compañero Agustín Berríos, designado por el propio compañero Planas como Vicepresidente Administrativo para un área especializada, abanderado para la Primera Vicepresidencia; al compañero Enrique Naime, presto para la Segunda Vicepresidencia, reconocido experto electoral y representante por ante el CNE; o al compañero Francisco García, candidato a la Subsecretaría General, el mismo que ha integrado la Dirección Nacional por estos años. De modo que no logra explicar el compañero Luis Ignacio Planas cómo de la noche a la mañana devienen chavistas, aquellas personas que cercana y lealmente cooperaron con él en la dirección nacional de COPEI, por amagos de una súbita inspiración de alquimista que únicamente cabe en la Venezuela del siglo XIX en la que insiste en devolvernos Hugo Chávez Frías.
No resiste el menor análisis, ni siquiera el más ligero comentario, tan desventurada acusación hacia los compañeros citados, o de otros que en todos los rincones del país, aún sin disponer de las cámaras de televisión y de la comodidad que supone emplear a discreción los recursos del Partido, luchan perseverantemente contra los usos y abusos del chavezato. Por lo pronto, sintetiza la consabida maniobra de degradación del debate, por cierto, la misma que nos trajo a las actuales circunstancias del país.
Un llamado de responsabilidad y esperanza
Quienes cívicamente conformamos la plataforma de unidad copeyana (plancha 1), hacemos un llamado a la responsabilidad y la esperanza, pues, nuestros esfuerzos deben orientarse a la construcción de una alternativa democrática convicente, profunda y coherente. Nos proponemos, recuperando el liderazgo natural del partido, impulsar una herramienta que es de trabajo ciudadano: COPEI, presto para la tarea común de la oposición democrática, al igual que recuperar a plenitud nuestra identidad doctrinaria e ideológica, incluyendo la comunidad de afectos que siempre fuimos por encima de los naturales matices de un andar histórico.
A todos los compañeros de la Democracia Cristiana:
¡Demandamos democracia hacia fuera, porque la realizamos hacia adentro!.
No desmayamos en el cumplimiento de nuestro deber histórico: reconquistar la democracia, la libertad y las legítimas aspiraciones por el desarrollo económico y la justicia social.
Comulgamos con Jacques Maritain: “No necesitamos verdades que nos sirvan, sino una verdad a la cual servir”.
Caracas, 8 de Febrero de Febrero de 2010