Así lo dijo Chávez:
“Voy a quitar a Páez de mi despacho. No voy a destruir  la obra porque es de Tito Salas, pero no merece estar en el despacho  presidencial junto con Bolívar y Sucre, fue un traidor”
15 de  octubre de 2006
“Nos enseñaron a admirar a Páez y a Gómez. Se  hablaba del Benemérito General Gómez…Y del León de Payara…León para la  oligarquía… grandes traidores de nuestra historia”
28 de diciembre  de 2006.
“No hay corrupto del tamaño de José Antonio Páez y lo  tenemos aquí en el Panteón, la oligarquía lo trajo aquí al Panteón claro y  lo  sembró aquí, no debería estar aquí,  desde mi punto de vista, el traidor José Antonio Páez”
17 de diciembre de 2006
Querido  Huguito:
Es un placer  dirigirme a tí en la oportunidad de aclararte algunas situaciones que al  parecer fueron las que te obligaron a pensar en retirar mis restos del  Panteón Nacional, donde descansan en sana paz desde el 19 de abril de  1888. Hugo, quiero saber por qué me echas esa broma a mí, tu paisano,  recuerdote que nací en Curpa, provincia de Barinas (que algún  divisionista convirtió en Portuguesa), el 13 de junio de 1790. Yo, al  igual que tú, era un pata en el suelo, hasta analfabeta, porque no  tuvimos ni el Acude de la cuarta ni mucho menos tu Misión Robinson, pero  lo que si puedes tener por seguro es que fui un  verdadero patriota, que amaba a mi país, que luchó por la libertad de  los venezolanos, por deshacernos del yugo de esos españoles que nos  maltrataban y explotaban.
Yo, Hugo, no entré en ninguna escuela  militar para que me dieran el comando de un batallón de paracaidistas  como a tí. Yo tuve que convencer a campesinos, vegueros y cuanto bicho  de uña se me presentaba para que formaran parte de mi ejército. Luego  tuve que parir recursos para vestirlos, armarlos y darle bastimentos  para que fueran a dar la vida por la Patria.
Créeme, yo hacía  eso por iniciativa propia, ni conocía a Bolívar. Fue el 30 de enero  de 1818, en el Hato Cañafistola, cuando, por fin, lo conocí. Él venía de Angostura,  ejecutando la Campaña del Centro, y nos pusimos de acuerdo para la  prosecución de las operaciones contra el ejército  del general realista Pablo Morillo, que nos cargaba azotaos, y debo  confesarte que prácticamente tuve que echarle pichón yo solo,  incrementando mi ejército y ganándome los méritos y el concepto de El  Libertador, con quien nuevamente me reuní el 28 de abril de 1821 para  iniciar los preparativos de la Campaña de Carabobo. Me tocó a mi echarle  pichón para incrementar mi ejército y salir de Achaguas el 10 de mayo, y  a caballo (no en aviones y helicópteros VIP, como tú viajas) para  incorporarme en San Carlos al Ejército Libertador.
Por fin, el  24 de junio del mismo año libramos la Batalla de Carabobo, y debe ser  que como yo tenía fama de bravo, me pusieron al mando de la primera  división, o sea, la que  puso el pecho, conmigo al frente. Yo no  me metí asustado en museo militar alguno ni nada por el estilo para  mandar a mis lanceros… Ah, después que ya yo había vuelto leña a los realistas fue  cuando mandaron a la segunda, dirigida por el general Manuel Cedeño,  pero sólo fue para que los rematara.
Así que Hugo, la batalla la  gané fui yo y la mejor prueba de ello fue que en ese mismo campo de  batalla Bolívar me ascendió a General en Jefe, o sea, que esa  independencia que tú celebras y que disfrutas hoy, me la debes a mí,  quien fue el que se quemó el pecho peleando y arriesgó el pellejo ¿Y tú  no crees que esos son suficientes méritos para estar en el panteón? No  seas mal agradecido…
Bueno Comandante, yo entiendo que Bolívar, como lo derrotaron en Venezuela,  tuvo que huir a Colombia, y entiendo que los colombianos lo querían  mucho ya que les dirigió su independencia, y que desde ahí mismo mandó a  Sucre a liberar a  Ecuador, a Perú, a Bolivia, pero de eso a querer hacernos a todos  colombianos, pues, no se lo podíamos permitir, ¿Por qué no hizo la  Gran Venezuela en vez de la Gran Colombia? Ah no, no sé qué pepera tenía  Bolívar con ellos, porque nos quería imponer esa Gran Colombia, ah, y fíjate que hasta el Vicepresidente era el colombiano  Santander, no, que va, no nos la calamos,  así que iniciamos en abril de 1826 “La Cosiata”, y rompimos relaciones  con el  gobierno de Bogotá, mas no con Bolívar, y planteamos la separación de  Venezuela de la Gran Colombia. Sin embargo, no nos separamos, y  disciplinadamente obedecí a Bolívar cuando regresó del Perú y asumió en  Bogotá la Presidencia de la República, pero no, aquí los venezolanos no  nos convencíamos, nos negábamos a ser colombianos y sin enfrentarme  abiertamente a El Libertador tuvimos que desconocer la autoridad de los  órganos de Bogotá y consumar la separación de Venezuela de la Gran  Colombia a mediados del 27. O sea Hugo, que si yo no hubiera hecho eso, hoy  no hubiera Venezuela, hoy tú serías colombiano y lo peor, tú no serías  Presidente, sino un caliche más.
Entonces reconócelo, me debes el país y tu  Presidencia a mí, entonces, ¿por qué me echas esa broma? Mal agradecido.  Otra cosa que tú me debes Hugo, es la  democracia, porque yo no era profesional universitario, pero leía mucho  y conocía lo que se hacía en otros países para gobernarlos, me dejaba  asesorar y así, el 24 de marzo de 1831, fui electo primer Presidente  Constitucional de Venezuela y con mas porcentaje que tú, por 136 votos  de los 158 sufragantes surgidos de las asambleas electorales. En este primer gobierno,  me tocó organizar el Estado con medidas administrativas en materia de  impuestos, inmigración, liberalización del crédito, educación, orden  público, y asuntos internacionales.
Me tocó difícil, hasta me  tocó enfrentarme al Arzobispo de Caracas, nuestro paisano Ramón Ignacio  Méndez, y enfrentar el alzamiento de los generales José Tadeo y José  Gregorio Monagas (el primero con el pretexto loco de restituir  la Gran Colombia  y el otro con la locura de la autonomía de un Estado Oriental), pues, y  no tuve que meterlos presos, ni matarlos, ni nada de eso, pude conciliar con  ellos y resolver el problema. Pues como yo no tenía control del CNE, ni del TSJ y  mucho menos de la Asamblea Nacional, no pude reelegirme, y así en 1835  tuve que entregar el poder a José María Vargas, como lo hace un  demócrata, y no me quise perpetuar en el poder como al parecer tú quieres  hacerlo.
En  1838 fui legalmente electo para una segunda presidencia que asumí el 1  de febrero de 1839 y me ocupé de la educación, el crédito exterior, y el  mono de deuda pública contraída por la antigua República  de Colombia, y para que no creas esa paja que te han dicho de que yo era  enemigo de Bolívar, es bueno que sepas que fui yo quien comenzó a  solicitarle a Colombia la posibilidad de retornar los restos mortales de  El Libertador y ponerlos en el Panteón del cual me quieres sacar.
Así, sin chimbear  resultados, ni infectar el REP, en enero de 1843 entregué la presidencia de la  república al general Carlos Soublette, eso como una demostración de que era un verdadero  demócrata y que no tenía ni tuve odios contra nuestro Libertador, sólo  diferencias. Ahora, tú no eres quien para quitarme lo bailao, para  despojarme de mi lugar en la historia, y fíjate que el 13 de julio de  1867, el Gobierno de Venezuela me expidió el título  que me acreditaba como “Ilustre Prócer de la Independencia  Suramericana”.
Ahora Hugo, no se por qué tú me acusas de  oligarca, de corrupto, de que me aproveché de los dineros públicos, de  veras que eres un difamador. ¿Qué pretendías tú?, que luego de todo lo  que luché en mi vida, de ser General en Jefe, presidente de este país  por tres períodos, de darle realmente la independencia a los venezolanos  y hasta luchar en la federación, ¿pretendías que después de todo eso  muriera arruinado como un perro en la calle? Pues, tienes que entender  que aquí hubo haberes militares y que se nos permitió a todos los que  nos jodimos en guerra desarrollar una pequeña fortuna. Tú y tu familia  es el mejor ejemplo…
¿No has visto como viven ahora todos los que salieron de  allá, de tu humilde casita de la avenida Carabobo de Barinas?, ¿no les has visto las prendas  de oro en sus manos y pies, en los carros que andan, en las casas que  viven, como se visten?
Hugo, y vete tu mismo, el súper avión que  te compraste, los helicópteros VIP que encargaste, tus relojes, tus  gastos en trajes y zapatos multimillonarios, los viajes y lujosos  hoteles donde llegas. Ves que eso es muy bueno, pues, no chico, lo que  es bueno pa’l pavo es bueno pa’la pava. Además, ¿que fortuna? Es que  acaso tú ves que los Páez son los oligarcas de Venezuela, no, los Páez  están pelando, así como tú tienes a la gran mayoría de los venezolanos y  eso porque no les dejé real. Así que no seas injusto.
Mira  cámara, no seas tampoco mal agradecido, no te perdono que tus jala  mecates hayan blasfemado el sitio donde reposaba la casa de mi mujer  Dominga Ortiz de Páez allá en la Calle Bolívar de la ciudad de Barinas,  lugar donde construyeron una plaza con mi nombre y fue erigido mi  busto, obra de un artista paisano tuyo. Pues, tus vándalos seguidores,  esos ignorantes de este país, quienes hambreados son los únicos que te  pueden seguir, dañaron el busto y pintaron mi cara en azul y también  quitaron todo el adorno de luces navideñas que había sido colocado en la  misma, dejando a todos los vecinos del sector sin Navidad, por tus  ridiculeces.
Fue la única plaza en la ciudad a la cual no se  adornó y lo más ridículo fue que ahora van a cambiarle el nombre a todo  lo que te recuerde a mí, cuando la historia de Barinas es mi historia.  Recuerda, el que escupe hacia arriba le cae la saliva. No sigas  sembrando odios, pariente, tú vas a salir de esa presidencia algún día, porque el  poder es efímero,  no te  creas que vas a ser el nuevo Fidel de  América,  Venezuela no es una isla y a tí no te quiere la mayoría de los  venezolanos.
Fíjate en mi, cómo después de todo lo que hice,  algunos malagradecidos me metieron preso, me sacaron del país tres veces  y tuve que ir a morir el 6 de mayo de 1873 en el olvido, lejos de la  patria, en Nueva York, allá en eso que tú llamas el imperio, en los  Estados Unidos. Cónchale, chamo y el país gastó un dineral para  repatriar mis restos y sepultarlos en el Panteón Nacional, para que, por  una puntada de rabo, tú vengas a querer borrar casi 200 años de  historia. No jile. Finalmente te recomiendo que “no le hagas a nadie lo  que no te gustaría que te hagan a tí” porque vas a terminar peor que tu pana  Hussein.  ¡Caracha, negro!
José Antonio Páez
Misiva imaginaria del  Tcnel. (GN) Jesús González Cazorla defendiendo el papel del “Centauro  de Los Llanos”. 
 
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