MONSEÑOR LÜCKERT
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Guarenas, 02 de  julio de 2010.- En esta fecha llega a nuestra redacción la  última Crónica Menor que  semanalmente escribe Monseñor Baltazar Porras, ésta vez acerca de la  Ordenación Episcopal de Monseñor Roberto Lückert. Un itinerario de 25  años muy interesante y motivador para que los jóvenes llamados al  sacerdocio, de una vez por todas se definan en la entrega a Cristo, como  lo hizo el actual Obispo de Coro. A continuación el escrito:
La crónica menor
MONS.  LÜCKERT
Mons. Baltazar Enrique Porras  Cardozo
El 29 de  junio de 1985 recibía la ordenación episcopal en el atrio de la Basílica  de la Chiquinquirá de Maracaibo un zuliano, mestizo de prusiano con  trujillana, nacido y criado en la tierra amada por el sol. La formación  humana y cristiana que recibió en su hogar, en la convivencia y respeto  del padre luterano por la vivencia católica de su consorte, le abrió a  la tolerancia y convivencia. 
De los Jesuitas del Gonzaga marabino y de los Eudistas del  Seminario Interdiocesano de Caracas bebió una educación integral que  fraguó su vocación sacerdotal al servicio de las mejores causas. Vicario  Cooperador, Párroco, miembro del equipo del Centro Vocacional, Rector  de la Basílica de la Chinita, Director del diario La Columna y Vicario  General de Mons. Domingo Roa Pérez, conforman su ejercicio ministerial.
El mismo año de la visita de Juan Pablo II a Maracaibo, 1985,  es nombrado Obispo de Cabimas, cargo en el que permanece hasta 1993,  cuando es trasladado a la Diócesis de Coro, elevada a Metropolitana en  1998, siendo su primer Arzobispo. Fue Presidente del Departamento de  Comunicación Social del CELAM en los años de la celebración del quinto  centenario (1992), tocándole coordinar dicho campo en la celebración de  la IV Conferencia General del Episcopado Latinoamericano en Santo  Domingo, República Dominicana. En la Conferencia Episcopal ha  desempeñado diversos cargos, siendo en la actualidad segundo  Vicepresidente.
Dotado de una bonhomía particular, conecta  fácilmente con todos, analiza la realidad con aguda percepción y tiene  una especial predilección por la justicia y equidad. Es la impronta de  su vocación sacerdotal, vivida a plenitud en el ejercicio de su  ministerio.
¿Quién en Maracaibo, en Cabimas o en Falcón  no han visto a Mons. Lückert visitando los barrios, los pueblos y  caseríos más alejados, los rincones intrincados del Sur del Lago o de la  Serranía de San Luis; departiendo en las escuelas, liceos e  instituciones oficiales; llevando consuelo a enfermos y ancianos,  predicando sin descanso la palabra de Dios. Con tiempo para departir con  los amigos y sentarse a la mesa del pobre y del que tiene sin remilgos  ni afectación?
Su palabra es siempre cordial, directa y  afectuosa. Posee, además, esa rara virtud del dominio lingüístico y la  certera imagen plástica para decir las cosas comprensibles, con pegada  de excelente publicista. Su vasto conocimiento del mundo comunicacional  hace que sus declaraciones sean exquisito bocado para primeras páginas.  Son muchas las anécdotas que corren de boca en boca y se cuentan con  hilaridad. Como la vez que tuvo que cambiar un caucho en plena carretera  y fue auxiliado por unos jóvenes que después de montarle el repuesto,  le ofrecieron una cervecita. La aceptó gustoso y mientras les dijo que  él era el arzobispo de Coro. Uno de ellos, con buena chispa de humor le  ripostó: si con una se cree arzobispo, con otra nos dirá que es el Papa.  
 

 
 






 
 
 

 
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