jueves, 4 de junio de 2009

Urgencia de Cambio

Por Oswaldo Álvarez Paz

Las recientes jornadas de CEDICE sobre el futuro de América Latina facilitaron la presencia en Venezuela de algunos de los más importantes intelectuales del continente y el mundo. Hablaron con claridad y tino. Los temas planteados, así como las reacciones oficiales, ratifican nuestra convicción sobre el proceso de destrucción que vivimos. Tenemos la obligación de detenerlo provocando el cambio necesario. Desaparecen los principios fundamentales del sistema democrático. Al liquidar la propiedad, la libertad pierde valor y la dignidad de la persona humana rueda por los suelos. En esta situación es imposible la perfectibilidad de la sociedad civil y jamás lograremos una justicia social que fortalezca el bien común. Mientras el actual régimen exista estamos condenados a sufrir los rigores de una dictadura comunista dirigida por un temperamento subversivo, totalitario, amoral y tolerante con la ineficacia y la corrupción cuando beneficia sus propósitos. No hay, ni habrá, ninguna posibilidad de rectificación, propósito de enmienda o ánimo de diálogo o reconciliación posible. Se trata de una guerra abiertamente declarada, militarmente ejecutada al margen del derecho, sin escrúpulos ni contemplaciones. A dos años del cierre de RCTV, tenemos ahora el caso Globovisión y la cobarde arremetida personal contra Guillermo Zuloaga como parte de la ofensiva comunista. Se trata de Chávez o de la república democrática. Lo malo es que, hasta ahora, la guerra ha sido unilateral. Imposible ganarla sin pelear.

Los políticos tenemos la obligación de ejercitar la razón frente a la realidad. El arcaísmo, la inercia mental, las destrezas abstractas, el pantallerismo obsesivo y acumular hechos y noticias inútilmente, generan errores de conducción y serias desviaciones. La primera obligación es entender el problema. No es difícil porque estamos saturados de diagnósticos. Pero una vez que se ha entendido hay que actuar con decisión. Ya basta de manosear torpemente la realidad sin tratar de cambiarla radicalmente. De allí la sensación sobre la ausencia de principios firmes y la necesidad de un verdadero pensamiento político que trascienda lo simplemente electoral. Aunque se hable de política permanentemente, no se está haciendo política. Lo vacíos políticos también se llenan gracias a presiones “impolíticas” dictadas por la ideología, el militarismo, la demagogia, las necesidades económicas y hasta el terrorismo de estado. Pareciera que algunos factores opositores se niegan a asumir una actitud de resistencia activa frente al régimen. Por temor, por cansancio, por escepticismo o por ánimo de sobrevivencia prefieren no enfrentar los problemas reales. Rehúyen lo fundamental. No es lícito disimular o dejar al incierto futuro la solución.

Tenemos una patria que sostener y defender, que reconstruir para que renazcan la libertad y la democracia. Personalmente me siento incómodo en la politiquería actual. No soy fiel al pasado sino al futuro, a proyectos y metas no conquistadas aún. No quiero volver a ser lo que ya he sido. Tampoco mantengo fidelidad incondicional a lo que he hecho en cincuenta años de lucha. Mi fidelidad es hacia las cosas que queríamos hacer y aún no hemos hecho. Indispensable provocar el cambio en el menor tiempo posible.

oalvarezpaz@gmail.com Viernes, 29 de mayo de 2009

 

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