Católicos piden paz y unidad para Venezuela durante culto a la Inmaculada Concepción
“En  Venezuela, como en el resto del mundo, muchos años antes de su  proclamación, los católicos ya reconocíamos que la Virgen María fue  preservada del pecado desde el momento de su concepción”, dijo Monseñor  González de Zárate en la Catedral Metropolitana de Caracas. 
Ramón Antonio Pérez
Caracas, 8 de diciembre de 2010.-  “Hay que pedirle al Señor nos ayude a superar la tragedia que ha  enlutado a muchos de nuestros hermanos, y que ha dejado en condición de  damnificados a miles de familias. Debemos pedirle a Dios que la paz, el  amor y la unidad reinen en esta época cuando recordaremos el nacimiento  de Jesús de Nazaret. De esta manera se expresó el obispo auxiliar de  Caracas, Monseñor Jesús González de Zárate, al durante los festejos  religiosos en honor a la Inmaculada Concepción de la Virgen María, en la  Catedral Metropolitana de la capital venezolana.
El  Prelado expresó en la misa que cada 8 de diciembre el catolicismo  recuerda a la Inmaculada Concepción de la Virgen, proclamada por el Papa  Pío IX, en 1854. “María, por un privilegio único, fue preservada de la  mancha original desde el primer instante de su concepción”, dijo  González de Zárate. 
De igual  manera recordó que el Papa León XIII, veinticinco años más tarde, elevó  esta fiesta a la máxima categoría litúrgica, aunque había sido durante  el Concilio de Basilea de 1493, cuando surgió la idea de proclamar este  importante dogma de la fe católica. 
Bendición del Nacimiento en Catedral
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| Monseñor Jesús González de Zárate bendijo el Nacimiento de la Catedral de Caracas. | 
Al  culminar la misa, Monseñor González de Zarate, acompañado del párroco  de la Catedral Metropolitana de Caracas, presbítero Juan Carlos Silva; y  del vicario, padre Daniel Loureiro, bendijo el Nacimiento ubicado en  una de las capillas laterales del templo, y que desde esta fecha marca  el inicio de la navidad para los caraqueños.
El  obispo aprovechó el momento para invitar a los católicos a orar por  Venezuela, especialmente en esta época que ha sido marcada por la  tragedia en muchas familias, a consecuencia de las lluvias caídas en  gran parte de la geografía nacional. 
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Benedicto XVI: “María nos mira con los ojos del Padre”
Hoy durante el acto de veneración a la Inmaculada en la Plaza de España
ROMA, miércoles 8 de diciembre de 2010 (ZENIT.org).-  “La Madre nos mira como Dios la miró a ella, humilde muchacha de  Nazaret, insignificante a los ojos del mundo pero elegida y preciosa  para Dios”. Así lo afirmó hoy el Papa Benedicto XVI, en su discurso  pronunciado en la Plaza de España en Roma, durante el tradicional acto  de veneración de la Inmaculada. 
En  esta cita anual muy querida a los romanos, pues la estatua de la  Inmaculada se encuentra en pleno corazón de la ciudad, el Papa quiso  incidir en el “mensaje” de la Virgen a todos los hombres; un mensaje,  subrayó, “de confianza”.
La  colonna dell'Immacolata se inauguró en 1857, poco después de la  proclamación del Dogma de la Inmaculada Concepción, y se colocó cerca de  la Embajada de España, por ser éste uno de los países que más  contribuyó a su definición.
Aludiendo  al “gran amor y devoción del pueblo romano” por la Virgen María, el  Papa insistió sin embargo en que “especialmente en esta celebración del 8  de diciembre, es mucho más importante lo que recibimos de María,  respecto a lo que le ofrecemos”.
Ella  ofrece “un mensaje destinado a cada uno de nosotros, a la ciudad de  Roma y al mundo entero. También yo, que soy el Obispo de esta Ciudad,  vengo para ponerme a la escucha, no solo por mí, sino por todos”, afirmó  el Pontífice.
“Ella nos habla  con la Palabra de Dios, que se hizo carne en su seno. Su “mensaje” no es  otro que Jesús, Él que es toda su vida”, añadió.
María  “nos dice que todos somos llamados a abrirnos a la acción del Espíritu  Santo para poder llegar, en nuestro destino final, a ser inmaculados,  plena y definitivamente libres del mal”. 
“Cuando  vengo aquí, a esta Fiesta, me impresiona, porque lo siento dirigido a  toda la Ciudad, a todos los hombres y mujeres que viven en Roma: también  a quien no piensa en ello, a quien hoy no se acuerda siquiera que es la  Fiesta de la Inmaculada; a quien se siente solo y abandonado”, confesó  el Papa.
La mirada de María,  afirmó Benedicto XVI, “es la mirada de Dios sobre cada uno. Ella nos  mira con el amor mismo del Padre y nos bendice”. 
“Aunque  todos hablaran mal de nosotros, ella, la Madre, hablaría bien, porque  su corazón inmaculado está sintonizado con la misericordia de Dios”. 
María  mira la ciudad “no como un aglomerado anónimo, sino como una  constelación donde Dios conoce a todos personalmente por su nombre, uno a  uno, y nos llama a resplandecer de su luz”. 
“La  Madre nos mira como Dios la miró a ella, humilde muchacha de Nazaret,  insignificante a los ojos del mundo pero elegida y preciosa para Dios”. 
“¿Quién  más que ella conoce el poder de la Gracia divina? ¿Quién mejor que ella  sabe que nada es imposible para Dios, capaz incluso de sacar el bien  del mal?”.
El Papa puso ante los  presentes estas palabras en boca de la Virgen: “No temas, hijo, Dios te  quiere; te ama personalmente; pensó en ti antes de que vinieras al mundo  y te llamó a la existencia para colmarte de amor y de vida; por esto ha  salido a tu encuentro, se ha hecho como tú, se ha convertido en Jesús,  Dios-Hombre, en todo igual que tú pero sin pecado; se dio a sí mismo por  ti, hasta morir en la cruz, y así te dio una vida nueva, libre, santa e  inmaculada".
 


 
 






 
 
 

 
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