miércoles, 22 de diciembre de 2010

FUE HEREJE PARA LOS CATÓLICOS, CALVINISTAS Y LUTERANOS

FUE HEREJE PARA LOS CATÓLICOS, CALVINISTAS Y LUTERANOS

FUE HEREJE PARA LOS CATÓLICOS, CALVINISTAS Y LUTERANOS


GIORDANO BRUNO, GRAN INTELECTUAL Y COMPLICADO TEÓLOGO

No es difícil para un turista que pasea por la ciudad de Roma acabar, antes o después, en la plaza de Campo dei Fiori, la plaza del mercado. No es una plaza de las más hermosas, ni se la puede comparar con las vecinas plaza Farnese o la impresionante plaza Navona con su obelisco, sus fuentes de Bernini, la Iglesia de Santa Inés de Borromini, etc. Sin embargo, la plaza de Campo dei Fiori, a pesar de estar rodeada de casas más bien sobrias y de aspecto austero, es una de las más populares entre los romanos. Y ello, además del mercado al aire libre de flores y alimentación (que causaría horror a los inspectores españoles de sanidad), sobre todo por una estatua que se halla en medio de la plaza.

Se trata de un fraile encapuchado y lo curioso de dicha estatua es que fue erigida por el estado italiano laico en 1889, tras la conquista de Roma, por supuesto no por devoción a la vida religiosa y mucho menos a la Iglesia, sino todo lo contrario, precisamente como provocación a la Iglesia, como bien saben los romanos aún sin tener que leer las inscripción de la estatua en la que se rinde honor a dicho fraile “qui dove il rogo arse”, esto es, donde fue quemado por la inquisición. Y no es extraño ver de vez en cuando a los pies de la estatua coronas o ramos de flores de la gente que rinde homenaje al ajusticiado por la Iglesia.

El encapuchado que desde lo alto del monumento mira con cara arrogante hacia el Vaticano, como desafiando, es Giordano Bruno (1548-1600), considerado por muchos un mártir de la cerrazón eclesiástica, pero cuya vida tiene más entresijos de lo que a primera vista parece. Nacido en Nola, población no lejana a Nápoles, ingresó con 17 años en la orden dominicana, en Nápoles, donde años después el mismo escribió que la ciudad tenía en alta consideración a sus hermanos de religión, pero que en realidad eran “burros e ignorantes”. Abandonado el nombre mundano de Filippo, tomó el de Giordano y comenzó la formación religiosa hasta ser ordenado sacerdote en 1572.

Ya un tanto original en sus posturas teológicas durante los años de estudiante, no tardó nada más que cuatro años en ser acusado de herejía, por lo que, después de obetener en 1575 el título de doctor, en 1576 tuvo que viajar a Roma para defenderse de dicha acusación en el convento de Santa Maria sopra Minerva, sede del superior provincial, ante el cual no quiso ceder, por lo que dejó la ciudad y de paso también la orden de Santo Domingo. A partir de ese momento comenzó una peregrinación intelectual por varios países que no parece consiguió hacerle encontrar la paz.

Después de viajar por varias ciudades italianas, llegó en 1579 a Ginebra, ciudad en la que Calvino había instaurado una república protestante y a dicha doctrina se adhirió Bruno, pero con la cual también se pronunció en disconformidad. En una ocasión publicó y distribuyó un panfleto acusando a Calvino de cometer 20 errores en una lectura. Por este motivo fue hecho prisionero hasta que se retractó y abandonó el calvinismo bajo la acusación de coartar la libertad intelectual. Se trasladó a Francia donde, luego de varios tropiezos por la guerra religiosa, después de enseñar astronomía y filosofía en Lyon y Tolosa, fue aceptado por Enrique III como profesor de la Universidad de París en 1581.

Hombre de impresionante memoria, hizo famoso en París un método que nemotécnico que llamó “arte de la memoria”. Fascinado por el neoplatonismo y el gnosticismo, y parece ser que llegó a sostener teorías panteístas, afirmando que Dios y la creación fueran idénticas. En 1583 viajó a Inglaterra, tras ser nombrado Secretario del embajador francés Michel de Castelnau. Allí se convirtió en asiduo concurrente a las reuniones del poeta Philip Sydney. Enseñó en la Universidad de Oxford la nueva cosmología copernicana atacando las ideas tradicionales. Después de varias discusiones, fue invitado a abandonar Oxford, por lo que en 1585 regresó a París con el embajador, para luego dirigirse a Marburgo, donde dio a la prensa las obras escritas en Londres. En Marburgo retó a los seguidores del aristotelismo a un debate público en el College de Cambrai, donde fue ridiculizado, atacado físicamente y expulsado del país.

Durante los siguientes 5 años vivió en diversos países protestantes donde escribió muchos trabajos en latín sobre cosmología, física, magia y el arte de la memoria (siendo uno de los grandes representantes de la tradición hermética). Llegó a demostrar, aunque por métodos falaces, que el Sol es más grande que la Tierra. En 1586 expuso sus ideas en la Sorbona y en el Colegio de Cambray y enseñó Filosofía en la Universidad de Wittenberg, consiguiendo ser excomulgado por los luteranos.

Volvió este inquieto teólogo, expulsado de los calvinistas y excomulgado por los protestantes, en 1590 a Italia, a instancia de Giovanni Mocenigo, veneciano, que estaba muy interesado en su método nemotécnico. Pero no pudiendo conseguir dicho noble el secreto de labios de Bruno, lo denunció en 1591 a la Inquisición veneciana que lo juzgó y ante la que él se defendió diciendo que sus posibles errores eran filosóficos y no teológicos. Intervino en 1593 la Inquisición Romana, que pidió su extradición, y Giordano Bruno fue encarcelado en Roma, en Castel Sant’Angelo (que Clemente VIII había dedicado a cárcel inquisitorial), durante seis años, sin que los historiadores sepan explicarse bien porqué tardó tantos años en ser juzgado en Roma. Algunos historiadores dicen que se tardó tanto porque se quiso hacer las cosas con detalle y costó mucho tiempo el reunir el “corpus” de las obras de Bruno, No por ello deja de parecer mucho tiempo.

Después de tan larga espera, comenzó en 1599 el juicio romano, dirigido por San Roberto Belarmino, quien posteriormente llevaría el similar proceso contra Galileo, que concluyó de modo muy diferente. En 1599 se expusieron los cargos en contra de Bruno y en un primer momento el ex-dominico aceptó retractarse de algunas tesis suyas referentes a la humanidad de Cristo y a la virginidad de María, pero a la vez exigió al Papa Clemente que declarase herética la transubstanciación. Finalmente, sin que se tenga conocimiento del motivo, Giordano Bruno decidió reafirmarse en sus ideas y el 20 de enero de 1600 el papa Clemente VIII ordenó que fuera llevado ante las autoridades seculares. Desconocemos los detalles del proceso porque en 1808, cuando las tropas napoleónicas invadieron Roma, las actas fueron llevadas a París, pues el emperador quería reunir documentos para justificar su invasión de los estados pontificios. Desde entonces, dichas actas no han vuelto a aparecer.

Antes de la sentencia, se intentó en varias ocasiones hacerle entrar en razón, incluso se pidió a varios antiguos amigos suyos dominicos que le convencieran para aceptar la doctrina de la Iglesia, pero no hubo nada que hacer. El 8 de febrero fue leída la sentencia en donde se le declaraba herético, impenitente, pertinaz y obstinado, por lo que se le excomulgaba. Es famosa la frase que dirigió a sus jueces: “Tembláis más vosotros al anunciar esta sentencia que yo al recibirla". Según la costumbre del tiempo -que hoy cuesta entender pero que no deberíamos juzgar con nuestros criterios actuales-, fue ejecutado el 17 de febrero de 1600 en la citada plaza de Campo dei Fiori.

Considerado hereje por católicos, luteranos y calvinistas, Giordano Bruno fue un hombre de gran altura intelectual y fuerte voluntad, incluso lo que algunos historiadores han calificado de “cabezonería”, a lo que se añadía una fuerte tendencia a la ironía que solía enfadar a sus contrincantes. Su muerte lo convirtió en héroe para muchos librepensadores y contrarios a la Iglesia, que en su ejecución vieron un acto cruel y despótico de la Iglesia, y que hoy todavía le rinden homenaje en el aniversario de su ejecución.

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