Artículo Jesús Alberto Barrios R.

 

 

 

Así  lo  creo…

NO  TIENE  REMEDIO

Jesús Alberto Barrios R.

Llegó el momento para  alentar  nuestra acción política, esto es importante a la hora de marcar el camino y  delinear  nuestra hoja de ruta. Necesario es diseñar una estrategia lúcida y sagaz para poner la mirada en la dirección correcta. No disparar para adentro y entender quiénes son nuestros aliados. El adversario está plenamente identificado: un gobierno que al mismo tiempo es PSUV, Estado, Fuerzas Armadas y poder judicial. La sala constitucional se ha convertido en un instrumento al servicio de Miraflores, es un súper poder que ha domado la Carta Magna para acomodarla a sus criterios y, de esa manera concentrar el poder en manos de Maduro, la enmienda es un ejemplo. Este comportamiento elimina, de hecho, la división e independencia de poderes. El propósito es dominar y castrar el poder legislativo. Desmontar la Asamblea Nacional e imponer el control total.  El  gobierno al perder las elecciones el 6 de diciembre de 2015, se distorsionó  mentalmente y políticamente, y asume la confrontación como estrategia política para provocar un conflicto de poderes. A falta de argumentos y razones, se extiende  en un discurso "revolucionario" repetitivo y trillado en una fantasía de una revolución fantasiosa y fanfarrona. Sabiendo que tiene al país en un cuadro de extrema gravedad. La tesis del guión cubano es polarizar para mantenerse en el poder; entienden que la actitud que produce la confrontación y la violencia es el agotamiento. La estrategia comunista de la polarización busca debilitar al adversario, controlarlo o agotarlo, hasta que se entregue a la angustia y la desesperanza; de esa manera el oponente se atrinchera ante la cruda realidad que le rodea. Los gobiernos comunistas y fascistas siempre han usado esta estrategia como forma de gobierno. Desmontarla significa emprender un camino civil, democrático, de respeto al Estado de Derecho y apegado a la Constitución, tal cual lo hace la Asamblea Nacional. No podemos ocultar que nos anima una inevitable impaciencia, en el sentido más noble de la palabra, pero  debe prevalecer la inteligencia política, clarificar la verdad y desmontar la mentira. Tener la fuerza suficiente para seguir adelante, no desviarnos del camino. El gobierno no puede ni quiere cambiar, luego entonces hay que cambiarlo por la vía constitucional, democrática y pacífica.  Es un pésimo gobierno, perdió la brújula, anda sin rumbo, no tiene remedio.

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