sábado, 4 de junio de 2016

El diálogo como estratagema, por Roberto Enriquez

 

 

                              El diálogo como estratagema, por Roberto Enriquez

 

 La estratagema es una maniobra militar que bajo el engaño busca sorprender al enemigo para obtener ventaja. De ninguna manera la estratagema debe confundirse con la estrategia, en donde se tiene claro el objetivo, el método y se diseña un plan maestro con los roles repartidos y el cumplimiento de cada etapa en el tiempo. Ni siquiera debe confundirse con los movimientos tácticos que estudian el empleo de las fuerzas en el combate para alcanzar con éxito el desarrollo de un plan estratégico. La estratagema viene a tener más similitud a una maniobra de distracción, una especie de ardid para confundir, manipular y sorprender.

 

Esta introducción la hago porque estoy convencido de que en buena medida el drama venezolano estriba en que quienes controlan el Gobierno desde hace diecisiete años lejos de manejar los problemas y necesidades nacionales con sentido de Estado, lo han hecho con la visión militar del tropero que apela a cualquier argucia para tomar por asalto la colina. Y en esa confusión mental, en esa falta de preparación humana, intelectual y política para atender los asuntos públicos, se nos ha desmoronado Venezuela.

 

Yo tengo la impresión de que en el tristemente célebre alto mando de la revolución no lograron entender el libro "De la guerra" de Clausewitz . Ciertamente el autor estableció que la guerra es un acto político; pero lo que no entendieron sus discípulos criollos es que la política no es un acto de guerra. No asimilaron que la política entraña la conducción y organización de la sociedad en función de los fines, valores y principios que constituyen al Estado y de ninguna manera, es ni puede ser, la sistemática y permanente confrontación bélica. He allí donde están las notas del trágico pentagrama venezolano de esta hora.

 

Me tocó vivir de cerca la frustrada experiencia del diálogo del 2014. Se generó una gran expectativa nacional. El pueblo venezolano quería soluciones en paz; no una paz a juro y sin soluciones porque eso en lugar de paz es silencio sepulcral. En ese proceso el Gobierno ponía una y otra condición para acceder a dar libertad a los presos políticos hasta que por fin se logró acordar la salida de Ivan Simonovis de la cárcel. Por la MUD conducía las conversaciones Ramón Guillermo Aveledo, un gran venezolano, con paciencia histórica iba dándole vueltas al tornillo para encontrarle caminos a Venezuela. De pronto, en el Gobierno se sintieron fuertes, mandaron todo a la porra con aquella patética expresión que calificó los acuerdos hechos de "fantasias". La falta de palabra se hizo presente.

 

Todo lo que está pasando hoy se lo advertimos a Maduro en aquel momento; había tiempo para evitar la catástrofe. "El modelo socialista fracasó" le dijimos, le exigimos rectificación, tendimos puentes para un dialogo productivo. Pero Maduro despreció el gesto; solo quería librar la suerte, su suerte pero no la del pueblo venezolano. A partir de allí el clima político se endureció y la crisis socioeconómica se agravó. El 06 de diciembre el pueblo tuvo la oportunidad de hablar. Y vaya que habló.

 

Ahora se presenta una nueva oportunidad constitucional para que el pueblo venezolano hable. Para que de su veredicto en un referendo revocatorio. Un derecho que la constitución le da a los venezolanos para revocar o no al Gobierno de turno. El revocatorio no es para cambiar al presidente dejando al mismo gobierno, sino para cambiar al presidente con su gobierno si así lo decide el pueblo cumpliendo los extremos constitucionales.

 

Una vez más, Maduro  intenta librarse de la suerte,  esta vez del revocatorio; pero ni la Constitución ni la comunidad internacional lo ayudan. El mundo de hoy no es el mismo de la guerra fría. Presionado por la comunidad internacional o desesperado por la realidad nacional apela de nuevo al diálogo gaseoso para evadir, retardar y engañar. El diálogo como estratagema. Pero Maduro tiene dos problemas: 1.La mayoría de sus amigos (Rodriguez Zapatero, Torrijos y Leonel Fernández) conocen los códigos democráticos, y saben dónde está la línea roja. 2. En La MUD lo conocemos bien. El Comunicado oficial de la MUD nos invita a estar más unidos que nunca en torno  a ella, siempre promoveremos el diálogo pero nunca caeremos en la trampa. El revocatorio es un derecho, y los derechos del pueblo no se negocian.

 

Bien por la MUD, mal por Maduro. Unidad por encima de todo, no caigamos en la intriga. El pueblo unido jamás será vencido. Adelante.

 

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