Por Oswaldo Álvarez Paz
Cuesta escribir bajo este título. Pareciera mentira que al final de la primera década del siglo XXI exista un país en el mundo padeciendo una dictadura totalitaria, ideologizada, en nombre de un socialismo a la cubana, es decir, comunista, que la mayoría rechaza. Se ha impuesto gracias a un golpe de estado de ejecución progresiva desarrollado mediante el uso y el abuso más descarado de todos los recursos materiales y legales a su alcance. Se trata del más descarado caso de violaciones constitucionales de que tengamos memoria y de la apelación sistemática a la violencia física e institucional contra todo cuanto se le oponga o para apropiarse indebidamente de lo que cree necesitar para sus propósitos.
Igual que otros principios y derechos fundamentales, desaparece la propiedad. No le pongamos apellidos que solo buscan desdibujar su valor y el real significado de los que significa para las personas naturales y para las personas jurídicas, las empresas. Se acabó, el uso y el abuso del régimen no ha tenido límites. Ahora se desboca incontenible en una arremetida desesperada para apoderarse de todo lo que pueda producirle recursos para tapar las enormes troneras fiscales dejadas por la ineficacia del gobierno y la espantosa corrupción que lo caracteriza.
Es la razón verdadera del asalto a mano armada en contra de las contratistas de la industria petrolera. Un verdadero atraco, robo descarado ejecutado con violencia física al amparo de la fuerza bruta que exhiben unos mercenarios uniformados, verdaderos disfraces de lo que debe ser un militar digno, a las órdenes de quien los empuja al desprestigio derivado del odio público creciente e irreversible que se han ganado. Estaba en Maracaibo cuando tomaron las empresas, todos sus activos y bienes. Saquearon los patios de las mismas, impidiendo hasta el acceso a los propietarios, accionistas o directores de ellas. Acciones de guerra, retórica criminal, insultos y amenazas contra un “enemigo” desarmado e invisible y más de veinte mil nuevos trabajadores petroleros dependientes sumidos en una incertidumbre penosa que genera resentimiento y ánimo de revancha. La Costa Oriental del Lago de Maracaibo, particularmente el municipio Lagunillas, y el Zulia entero están en pié de lucha contra la dictadura, en defensa de unas fuentes de trabajo desarrolladas a lo largo de muchas décadas de esfuerzo y altas inversiones privadas. La indignación no cabe en el pecho de los zulianos. Hugo Chávez es el enemigo público número uno, sin segundo. Hagan lo que hagan, lo derrotaremos. Los traidores zulianos que lo acompañan traten de evitar que este pueblo se les convierta en eterno enemigo. No hay términos medios. Uno de los contendientes va a caer como consecuencia de la confrontación en desarrollo. Para la Venezuela decente es un honor ser disidentes. No descansaremos. El futuro de Venezuela está en el desenlace de esta lucha de la nación contra el tirano.
oalvarezpaz@gmail.com Lunes, 11 de abril de 2009
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