A falta de conocer la literalidad del documento firmado por 144 teólogos de habla alemana, y fiándonos de que las noticias que hemos recibido de las agencias son fieles al texto, parece evidente que nos encontramos ante uno de los mayores desafíos que ha sufrido la Iglesia en las últimas décadas por parte de ese mundo tan desgraciadamente heterogéneo como es el de la teología “católica". Digo desagraciadamente heterogéneo porque si algo está claro, a día de hoy, es que la teología católica está sufriendo su mayor crisis de identidad a lo largo de los veinte siglos de historia de la Iglesia. Heterodoxia y ortodoxia coexisten en cátedras, aulas universitarias y seminarios.
Seamos claros. Los 144 teólogos germano-parlantes han aprovechado la miseria del pecado de pederastia de sacerdotes y religiosos, consentida por malos obispos y superiores de órdenes, para hacer pública su miseria espiritual y doctrinal. En una especie de totum revolutum, han metido asuntos que sí podrían ser objeto de discusión, como es la cuestión del celibato y del modo de elegir obispos, con temas que jamás pueden ser siquiera abordados por la Iglesia. Por ejemplo, lo del sacerdocio femenino es una cuestión infaliblemente cerrada por la Iglesia. Y esos teólogos lo saben. Todos conocen la carta apostólica Ordinatio Sacerdotalis de Juan Pablo II. El Santo Padre lo dejó bien claro:
Por tanto, con el fin de alejar toda duda sobre una cuestión de gran importancia, que atañe a la misma constitución divina de la Iglesia, en virtud de mi ministerio de confirmar en la fe a los hermanos (cf. Lc 22,32), declaro que la Iglesia no tiene en modo alguno la facultad de conferir la ordenación sacerdotal a las mujeres, y que este dictamen debe ser considerado como definitivo por todos los fieles de la Iglesia.
Parece claro que a esos teólogos les importa un pimiento que un Papa hable con tal contundencia sobre algo que “atañe a la misma constitución de la Iglesia". Lo cual nos hace preguntarnos legítimamente si podemos considerar a esos señors como fieles de la Iglesia. Sobre el carácter infalible de la enseñanza del magisterio sobre esa cuestión se pronunció la Congregación para la Doctrina de la Fe.
Los teólogos firmantes parecen abogar igualmente por un cambio de la doctrina católica sobre el matrimonio y la moral sexual. Según el texto de agencia, los teólogos afirman que “la elevada valoración del matrimonio y el celibato suponen “excluir a personas que viven el amor, la fidelidad y la preocupación mutua” en una relación estable de pareja del mismo sexo o como divorciados casados en segundas nupcias“. Sinceramente no creo que haga falta comentar la barbaridad de semejante afirmación.
A pesar de que para un católico fiel al Magisterio, el documento de esos teólogos representa un escándalo de primer orden, al portavoz de la Conferencia Episcopal Alemana, el P. Peter Hans Langendörfer, sj, le parece simplemente “un primer paso en el debate abierto en este país tras los escándalos de pederastia en el seno de la iglesia del pasado año“. Pues mire, padre Peter, lo mejor es que no den un paso más, porque me temo que el siguiente será la petición de abolición del papado o cualquier barbaridad similar. Si la herejía es la solución al escándalo de la pederastia, mejor cerramos el invento y tiramos la llave al fondo del mar.
Este documento firmado por 144 teólogos viene a demostrar que la Iglesia lleva sufriendo un cisma interno de dimensiones espectaculares. Seamos sinceros. Los católicos fieles al Magisterio no deberíamos participar de la misma mesa eucarística que unos señores que abogan por el reconocimiento de las parejas homosexuales y que se chotean de la enseñanza infalible de la Iglesia sobre el sacramento del orden.
Es evidente que esos teólogos son más luteranos que católicos. Al fin y al cabo, la totalidad de sus reivindicaciones están ya en boga en las iglesias luteranas. Yo pediría a las autoridades eclesiales luteranas que crearan un Ordinariato para recibirles. A ellos y a los fieles que compartan sus opiniones. Quien quiera dejar de ser católico es libre de hacerlo, pero que al menos tenga la decencia de no querer cambiar la doctrina católica.
Hay un drama aun mayor que la constatación de un cisma.Cismáticos y herejes ha habido siempre. Pero nunca como hasta ahora se les daba tanta capacidad de formar a los fieles. Esos teólogos enseñan sus ideas en universidades y seminarios. Eso hace que su ponzoña se extienda por el cuerpo eclesial como una especie de Sida espiritual que amenaza la salvación de multitud de fieles. Pero la responsabilidad mayor no está en los teólogos sino en los pastores que consienten su labor destructora. La Iglesia, al menos la que habla alemán, está tomada por lobos mientras los pastores miran a la nubes. Todo ello cuando tenemos como Papa a un gran teólogo alemán. No es casualidad.
¿Cómo acabará esto? Sólo Dios lo sabe. Lo cierto es que quizás ha llegado la hora de que los católicos fieles al Magisterio empecemos a organizarnos para plantar cara a la camada de lobos que nos quieren devorar. Si los pastores no quieren protegernos, tendremos que hacerlo nosotros. En todo caso, contamos con la poderosa intercesión de la Destructora de todas las herejías y siempre tendremos al Gran Pastor de nuestro lado. En otras palabras, si quieren guerra, la tendrán. Defenderemos la fe de la Iglesia hasta donde haga falta. No van a vencer. Non praevalebunt.
Luis Fernando Pérez Bustamante
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