Leer al azar la declaración de una conferencia episcopal cualquiera, trae siempre los mismos resultados.
“La Conferencia Episcopal de Nicaragua (CEN) ha celebrado su asamblea anual, del 14 al 16 de noviembre. A su término, los obispos del país centroamericano han firmado un mensaje dirigido al pueblo de Dios y a todo los nicaragüenses, en el que se hacen eco de las serias dudas sobre la transparencia del reciente proceso electoral en que fue reelegido presidente Daniel Ortega. En esta asamblea episcopal, también se hizo la elección de la junta directiva y de los obispos presidentes de los departamentos y organismos de la CEN.”
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“Los obispos afirman que, “como discípulos de Jesucristo, que nos pide en cada momento de la historia 'juzgar lo que es justo'”, y conscientes de la misión recibida de Dios, quien les “confió el ministerio de la reconciliación”, ofrecen como pastores de la Iglesia una palabra de luz y de esperanza al país, en lo que consideran el “difícil momento que vivimos, a raíz de las elecciones nacionales celebradas el pasado domingo seis de noviembre”. En primer lugar, manifiestan su “admiración hacia esa gran mayoría del pueblo nicaragüense que con tanta decisión participó en este proceso electoral”. Constatan que el pueblo ha “demostrado su madurez política ejerciendo su derecho ciudadano al voto, no sólo para apoyar a la alianza o partido de su preferencia, sino intentando fortalecer el sistema democrático de nuestro país y ser responsable del futuro de la nación”.
Comentario: Que conveniente sería que los obispos utilizaran la potestad de “juzgar lo justo” denunciando, por ejemplo, la degradación por perversión de las costumbres, la iniquidad de los regímenes anticristianos que favorecieron ese proceso, etc. en vez de felicitar al pueblo nicaragüense por ir a votar…
Hay que decir, sin embargo, añaden los pastores, que “esta determinación madura y cívica de los nicaragüenses no ha sido respetada como es propio en un sistema democrático auténtico”. Y estos, debido “a las irregularidades que han caracterizado este proceso electoral desde el inicio”. Recuerdan su mensaje del 7 de octubre, en el que constataban “la desconfianza que se percibía en la ciudadanía frente a las actuales autoridades del poder electoral”. Reconocen que “ese recelo y desconfianza popular se ha materializado en las numerosas denuncias que ciudadanos, organismos de la sociedad civil, observadores nacionales e internacionales y partidos políticos, han hecho públicas en cuanto a la falta de transparencia y honestidad con que fueron administrados estos comicios electorales”. Afirman que el Consejo Supremo Electoral “no ha sido capaz de ejercer sus funciones con responsabilidad y honestidad, actuando con tal transparencia en el escrutinio de los votos que no permitiera ni la más mínima duda acerca del respeto a la voluntad popular en estas elecciones”. Esto ha producido lógicamente, constatan, “un fuerte descontento en gran parte de nuestro pueblo en relación con los resultados oficiales, los cuales no ofrecen garantía de reflejar con fidelidad la voluntad popular”. De este modo, según los obispos, “la legitimidad del proceso electoral y el respeto a la voluntad del pueblo han quedado totalmente en entredicho”. Como creyentes, aseguran, “poseemos la firme convicción de que cualquier acción deshonesta que atenta contra la soberanía del pueblo, no es un simple hecho éticamente negativo, sino algo reprobable a los ojos de Dios, quien espera que las autoridades civiles sean las primeras en 'conocer el derecho' (Miqueas 3,1), es decir, las primeras en respetar y hacer cumplir las exigencias de la justicia” (SIC).
Comentario: Qué bien que habla de la soberanía popular. Pero, ¿existe? ¿Y la soberanía que proviene de Dios? Léase la próxima entrada que define el tema con claridad.
Sin embargo, los pastores subrayan que “la incertidumbre que se ha creado en el país” no debe ser, “motivo de desaliento, antes bien debe llevarnos a crecer y madurar como sociedad, reunificada alrededor de una conciencia ciudadana responsable de sus derechos y deberes y comprometida con la paz que es fruto de la justicia”. “Si hay que exigir a las instituciones que cumplan con su deber y a los poderes del Estado que respondan a sus obligaciones, a través de todo tipo de manifestaciones públicas y privadas y en el marco de los derechos humanos, hay que hacerlo siempre en modo pacífico”, exhortan. Al mismo tiempo demandan “a las autoridades de policía y a cualquier otro grupo que se le respete al pueblo su derecho a movilizarse y a manifestarse pacíficamente”. Rechazan “toda forma de agresividad y violencia, sabiendo que ésta no es jamás la solución adecuada a los conflictos”.
Comentario: Dentro de este panfleto partidocrático, no podía faltar una buena dosis de Pacifismo derecho-humanista
“Urge recuperar el Estado de Derecho --advierten los prelados--, en donde el poder está sujeto a la ley. Si no se logra esto, no habrá avance democrático en Nicaragua y se estarán repitiendo continuamente errores del pasado, que podrían conducir al país a mayores divisiones, a enfrentamientos violentos y al retroceso económico y social, con toda la carga que esta situación comporta para las familias y para cada ciudadano en particular”. “Es obligación de los políticos y principalmente al gobierno --aseguran- encontrar con urgencia la mejor solución legal y cívica para superar la crisis actual del país. Nicaragua necesita que todos sus hijos e hijas puedan encontrarse y convivir en una sociedad basada en la verdad, la tolerancia y la justicia, en la que todos podamos reconocernos”. Animan a “no perder la esperanza”, siguiendo la doctrina de san Pablo. “No nos desalentemos ante lo que no se ha podido aún construir en materia democrática, sino más bien esforcémonos por hacer real lo que es todavía posible en Nicaragua”, indican. Exhortan a todo el país “a vivir este momento no con pesimismo, sino como un reto para nuestra esperanza”. “Esperar es recuperar nuestra capacidad de seguir soñando con una sociedad mejor para todos y esforzarnos para que ésta llegue a ser posible: una sociedad construida a partir del diálogo entre todas los sectores de la nación y fundada en el Estado de Derecho, la legalidad, la solidez institucional y caracterizada por un desarrollo socio-eonómico sostenible del que puedan gozar todos los ciudadanos”, afirman.
Comentario: Esperanza: sería oportuno que los obispos utilicen la definición de esperanza que tiene directa raíz cristiana, o sea “Virtud teologal por la que se espera con firmeza que Dios dé los bienes que ha prometido”. Pero en este contexto no podemos esperar más de que se trata de una cierta confianza. Una cierta confianza… ¿en quién?
Los obispos han elegido como nuevo presidente de la CEN al obispo de Juigalpa Sócrates René Sándigo; vicepresidente, Bosco Vivas, obispo de León; secretario general, Silvio José Báez, obispo auxiliar de Managua; ecónomo, Rolando José Álvarez, obispo de Matagalpa. En las áreas pastorales los siguientes obispos: Familia y Vida: Bosco Vivas, León; Cultura y educación: Pablo Schmitz, Bluefields; Liturgia y catequesis: Jorge Solórzano, Granada; Laicos y Pastoral Juvenil: Carlos Enrique Herrera, Jinotega; Vocaciones, Seminarios y vida Religiosa: Silvio José Báez, auxiliar Managua; Comunicación Social y Radio Católica: Rolando José Álvarez, Matagalpa; Doctrina, fe y ecumenismo: Juan Abelarto Mata, Estelí; Misiones: David Albin Zywiec, auxiliar de Bluefields; Atención al Clero Nacional: Leopoldo José Brenes, arzobispo de Managua.
Comentario: lo que aquí se lee es como leer hoy las declaraciones de cualquier conferencia episcopal. Más allá de su –inapropiado y lamentable- rol de garantizador del régimen, pocas cosas quedan. Y de las buenas, se hace difícil encontrar alguna.
Fuente: Zenit
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