Antes desde el Rectorado de la UCAB, ahora desde la dirección del Centro de Reflexión y Planificación de los Jesuitas, a Luis Ugalde lo ha movido una idea: el lazo indisoluble que debería haber entre educación y productividad.
“Si de veras queremos salir de la pobreza, tenemos que empujar hacia la misma dirección, sumar lo mejor que hay en el país para producir educación de primera. ¿Qué está pasando? Que la mayoría de los pobres de Venezuela están recibiendo educación para pobres, y con eso lo que estoy haciendo es perpetuar la pobreza”, señala.
Remata destacando que esa salida no se hallará con “una historia de Venezuela militarista o con una ideología que a nadie le interesa. Eso sólo se puede entender de forma pluralista: uniformada no sirve”.
Marcos David Valverde | Correo del Caroní
“Tenemos que vincular el proceso educativo con el proceso productivo”
Pocos minutos antes de las 11:00 de la mañana termina la entrevista cuando, de soslayo, mira el reloj. Lo había advertido: a las 11:00, y es a las 11:00, tengo un compromiso. Ojo, tal cosa sin remilgo alguno.Pero no, eso es después. 50 minutos antes, Luis Ugalde está sentado y presto para conversar, despojado de su indumentaria jesuita, y, más bien, en onda cuasi dominical: un bluyín y una chemise negra. El verbo mana, tanto como una preocupación llamada país, disgregada por las implosiones del reconcomio y del resentimiento atizados desde el discurso oficialista.
- Antes de las elecciones escribió que no es posible la reconciliación con un modelo estatista y dictatorial. Entonces, ya que sabemos cuál fue el resultado de las elecciones, ¿podemos decir que no es posible la reconciliación?
- Mire, si quien ganó sigue empeñado en un modelo cubano, no es posible, porque ese modelo cubano tiene que ver a los empresarios extinguidos, tiene que ver toda la educación que no sea estatal-partidista extinguida, tiene que ver todos los medios de comunicación en manos de un solo dueño: en manos del Estado, que es el partido… es imposible, yo no veo otra cosa. Está claro, y está claro para cualquier marxista. Marxista que te diga que no, te está mintiendo. La situación podría cambiar si el Gobierno fuera realista, pero si el Gobierno dice: “mire, entramos en otra fase”, entonces miro a Brasil, con el camino de lo social combinado con eficiencia económica. Habrá quien diga: no, Brasil es neoliberalismo… Neoliberalismo es otra cosa. Pero habrá quien dice o neoliberalismo o el modelo cubano. ¡Nooo! En la mitad de eso está Finlandia, está Suecia, está Noruega, está Brasil, está Uruguay… es decir, gente que ha sido más revolucionaria que esa que está en el poder. ¿Cuándo esos militares han sido revolucionarios? ¿Para qué nos engañamos? Son palabras. Si de veras queremos salir de la pobreza, tenemos que empujar hacia la misma dirección, sumar lo mejor que hay en el país para producir educación de primera. ¿Qué está pasando? Que la mayoría de los pobres de Venezuela están recibiendo educación para pobres, y con eso lo que estoy haciendo es perpetuar la pobreza.
- Quiere picar adelante con el tema de la educación, pero antes vamos con esto: antes de las elecciones también escribió que “si gana el opositor (léase Henrique Capriles Radonski), necesita visión y habilidad para desmontar el miedo”. Entonces, sabiendo que no ganó el opositor, ¿se perpetúa el miedo?
- Mire, hay dos miedos. Mucha gente decía, si ganaba Capriles: ¿Y si es verdad que él no nos quiere? ¿Y si es verdad que él es candidato de los ricos? ¿Y si nos arrumban a la corotera? Cuando yo hablo del posible triunfo de Capriles es que tiene que tener visión y habilidad para vencer el miedo. Para vencer ese miedo hay que decir que yo lo que quiero es que los servicios primarios de salud, un derecho constitucional, sean mejores que lo que son ahora con Barrio Adentro, que se está cayendo. El nuevo gobierno tiene que demostrarle a la gente: tranquilo, usted no vuelve a la corotera. Ahora, usted muy hábilmente me hizo la pregunta, pero hay otros miedos, claro que hay otros miedos ganados en la elección. El miedo en Venezuela, en este momento, es una tragedia nacional, y mucha gente se pregunta si van a seguir expropiando de manera salvaje y no como manda la Constitución. ¿Va a haber, realmente, inversión? ¿Van a regresar al país los talentos que están afuera y son nuestros? ¿Va a acabarse con los presos políticos? Esos son los miedos que hay ahorita. No estoy hablando de miedos fantasmas, sino de miedos reales y con fundamentos.
Sinceramente, Venezuela
- ¿La perspectiva de su experiencia le dice que el miedo seguirá seis años más?
- Seis años más no seguirá. Todavía está presente, pero, digamos, el instinto de conservación de una sociedad lleva a buscar alternativas: o la alternativa la ofrece el Gobierno o surgirán de manera alternativa, porque esto es insostenible. Una pregunta alternativa: ¿usted cree que los que votaron por Chávez la primera vez no querían que se acabara la corrupción o que se redujera? Sin embargo, a mí todo el mundo me dice que la corrupción está como nunca. No se ha respondido a eso. Mackled dijo cosas concretas con nombres concretos. Aponte Aponte habló de sentencias concretas, y Aponte Aponte es parte central de la política del actual Gobierno. Esas cosas hay que desmontarlas, y si el Gobierno no las desmonta le va a ir no mal: le va a ir sumamente mal. Lo que tenemos que hacer es sincerarnos con el país: ¿Qué remedio tiene Venalum? ¿Qué remedio tiene Sidor? ¿Qué remedio tiene la seguridad? La renovación espiritual en Venezuela es un elemento fundamental, la renovación espiritual en el Gobierno.
- Más allá de los dogmas religiosos, ¿qué podemos decir de esa “renovación espiritual”?
- Bueno, no se trata de dogmas religiosos. Si yo veo una persona allí con unos zapatos que me gustan, y si para mí sus zapatos son más importantes que él, lo elimino para tener sus zapatos. Si yo tengo una espiritualidad fundamentada en la religión que sea, en la que la vida del otro es sagrada, bueno, me gustarán los zapatos pero respeto la vida del otro. Esa es la primera renovación espiritual: que la vida es sagrada. Aquí está entronizada una hipocresía terrible (…) hay mucha gente en Venezuela que pide esa renovación espiritual. Yo la veo en los barrios. Hay que empezar ya y en todos lados. El punto es que hay que trabajar con una visión de sociedad en la cual entremos todos, y entremos todos en unas condiciones que hoy no tenemos y las añoramos.
El trípode herido
- Vamos a entrar en su “obsesión”, el tema educativo. En dos platos: ¿la educación venezolana es anacrónica?
- Nuestra educación es totalmente carente de calidad para más de la mitad de la población del país. Anacrónica significa anticuada, y no necesariamente, porque (los niños) tienen Canaima, la computadora, pero con esta escuela tú no vas para ninguna parte. ¿Dónde están los fallos fundamentales? Hay un trípode: la educación sin educadores no es posible; la educación sin buena gestión escolar no es posible, y la educación sin buen financiamiento no es posible. No es una cosa que yo me invento. Yo digo: vaya a una graduación de clase media. Se graduaron 100, ¿y cuántos escogieron estudiar educación en ese sector? ¡Uno! Y ya lleva su familia dos meses tratando de sacarle eso de la cabeza: ni se te ocurra porque el educador es un infeliz. Esa es la situación en la que estamos en Venezuela. ¿Por qué un concejal gana más del doble que un educador? ¡No! La educación debe ser la profesión equivalentemente pagada a la de un ingeniero o un médico, y el Estado venezolano tiene posibilidades para hacer eso. Así estamos: nadie quiere ser educador, y los educadores actuales están desalentados.
El preámbulo constitucional habla de la triada solidaria de Estado, sociedad y familia, pero eso en un modelo como el cubano no existe…
- Es simplemente el Estado.
- Simplemente el Estado, que es el partido del Estado. Entonces, la tríada solidaria está en la Constitución. Eso no es neoliberalismo. ¿Cómo podemos discutir una educación sin familia? En la escuela, en la mínima escuela, se tiene que encontrar la triada solidaria.
- ¿En todo eso no influye, además, la individualidad de quienes se forman como educadores? Me explico: hay muchos docentes egresados con bajísimas notas que minan las escuelas; y en segundo término, los docentes que no se interesan más que por lo que está ante sus narices.
- No. Si en alguna carrera tiene que haber vocación, motivación y valoración moral, es en esa. Hay muchos maestros que viviendo en situaciones precarias, aman su carrera y contagian eso al muchacho, pero hay otros que no. Eso tiene que ver con las sociedades: tiene que haber educadores motivados, no los que digan bueno, me voy para otra cosa porque esto es un infierno. Al educador se le pide mucho, incluso subsanar las fallas que el niño trae de la casa, pero no se le da. Tenemos que lograr que los mejores venezolanos sean educadores, pero no lo van a hacer si no se logra la motivación interior y los estímulos concretos: es decir, dinero, el pan, porque, ¿cómo me voy a ocupar de 30 muchachos si al llegar a casa no hallo cómo darle de comer a los tres que tengo? Entonces, a Venezuela hay que sincerarla y hay que bajar al terreno concreto. Eso no se resuelve con una historia de Venezuela militarista o con una ideología que a nadie le interesa. Eso sólo se puede entender de forma pluralista: uniformada no sirve.
- ¿A cuánto está Venezuela de una educación integral y de calidad?
- Naturalmente, la pregunta que tú haces es de donde estamos a donde queremos estar, en cuánto tiempo llegamos, ¿no?
- Más bien, del muro que nos separa (de esa meta).
- Bueno, nos separa un muro, pero hay que crear un nuevo clima de valoración de la educación, la convicción de que el gran tesoro del país no es el petróleo: es el talento de su gente.
Mire, el agua que cae del Caroní al Orinoco es poquita cosa para el talento venezolano que se está perdiendo porque no tiene educación. Nadie quiere formar desempleados, o ir a estudiar para ser después un señor que no sabe hacer nada. Tenemos que vincular el proceso educativo con el proceso productivo (…) Por ahí vamos a trabajar.
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