DESCOMPOSICIÓN SOCIAL
Jesús Alberto Barrios R.
El régimen sigue jugando a la crisis al acentuar la política de confrontación y profundizar "la revolución" en el terreno de la violencia como estrategia política, porque distorsionó todo el ambiente social y moral del país, propio de los regímenes comunistas. En lo social produce un aumento de la agresividad y el atropello, atentando contra los Derechos Humanos como ocurrió en Mérida con cinco jóvenes, cuatro de ellos estudiantes del Seminario Menor que fueron humillados al peor estilo fascista por colectivos armados al servicio del gobierno. En el régimen comunista, el menosprecio a los Derechos Humanos ha llevado a actos de crueldad, violación, abuso y barbarie ante los ojos de un pueblo en crisis y sumido en la escasez de comida y en la miseria. Los Derechos Humanos están por encima del Estado y su soberanía. La dignidad humana no admite limitaciones, no depende de decisiones gubernamentales, porque es un atributo inherente a la persona. Lamentablemente las garantías establecidas en la Constitución se han convertido en letra muerta y la justicia actúa sin imparcialidad. El poder judicial carece de autonomía y se encuentra secuestrado por el ejecutivo nacional. Los jueces y fiscales del Ministerio Público son designados en sus cargos, por razones de afinidad política y no a través de concursos de oposición públicos y abiertos, tal como lo señala la Constitución. Este régimen pretende imponer un control judicial sobre la población. Por eso Venezuela vive una gran descomposición social, acompañada por expresiones de violencia cada vez mayores, en la que las Iglesias, seminarios, universidades, son atracados, robados; y los estudiantes, profesores, seminaristas y empleados son asaltados, golpeados, heridos y humillados. En el país vivimos un "toque de queda" manifiesto, después de las siete de la noche hasta los pueblos parecen fantasmas, la gente teme salir a la calle, se encierra en su casa como cárcel, así estamos. Es la estrategia del gobierno que juega con el miedo para imponerse. Estamos ante comportamientos comunistas que irrespetan los valores espirituales y apuestan a la descomposición social.
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