domingo, 19 de julio de 2015

Elogio del estado fallido…







 

Elogio del estado fallido…

Rafael Muci-Mendoza

 

¡Luchen, luchen jóvenes opónganse ante el engaño, el fraude y la manipulación, no dejen que destruyan la medicina nuestra que es la única y  que tanto nos ha costado…!

 

La juventud venezolana, especialmente la que se está ¨formando¨ en las universidades chavistas son parias de un Estado Fallido tipificado por un profundo fracaso social, político y económico; aderezado por ser productos de un gobierno tan débil e ineficaz, que ha perdido la autoridad en el país y especialmente en sus fronteras donde grupos fuera de la ley encuentran un cómodo aliviadero con base a la permisividad, entrega y al poco control sobre vastas regiones del territorio. Este tipo de Estado destructor, insensible y manirroto es incapaz de suministrar o proveer servicios básicos de calidad, exhibe con desvergüenza altos niveles de corrupción y criminalidad, colaboración de malandros y gentes de mal vivir, así como una marcada degradación económica.

Este estado falsario, en la pequeñez mental de sus dirigentes, se vanagloria de tener el mayor número de universidades en Latinoamérica y una abultada matrícula de estudiantes. ¡Oh decepción! Las universidades bolivarianas –no la autónoma que soñó Bolívar y diseñó el doctor José María Vargas y funcionó en la democracia con sus yerros y limitaciones perfectibles-, son reducto de guachimanes, marginados del intelecto, dóciles matarifes para quienes la voz trastornada del amo es ley, profesores ideologizados y asustadizos que no son maestros en el sentido de su amplitud, libertad imaginativa, convicción y seguridad de su eficacia creadora, y esclavos, jóvenes condenados, base de la pirámide, sujetos de un descomunal fraude.

 

Con relación a la enseñanza de la medicina, actividad excelsa porque tiene que ver con el ser humano en situación de minusvalía y merece ser enseñada y aprendida en situación óptima, presenciamos su degradación intencional en la Universidad Rómulo Gallegos, asiento de criminales en el sentido de Rafaele Garófalo (1851-1934): ¨el crimen es la ofensa hecha al sentido moral de la humanidad¨. ¿No es el hacinamiento de la enseñanza y no su excelsitud un crimen moral? ¿No es de estirpe fascista o excesivamente autoritaria la masificación que sienta a los estudiantes en el suelo como animales y les priva del contacto con el enfermo a la cabecera de su lecho, proceso desorientador de la conciencia del profesional en ciernes, una muestra del ¨nuevo hombre del proceso¨? ¿Qué ejemplo puede generar un ¨catedrático¨ vendido al peor postor de cara a la lucha social si se constituye en negación del ideal de la cultura, maná que sustenta el Alma Mater libre y autónoma? ¿Quién ajustará la rosa de los tiempos, el sextante y la brújula en días totalmente descaminados y conducentes a caminos inciertos? El bachillerato, semillero de alevines para los estudios universitarios, ahora reducido a dos años donde se envenenan las mentes juveniles con las falsedades e imprecisiones de la ideología comunista –ficción que nunca funciona-, y con la moral disminuida se les coloca en lugares subalternos, en un foso de ignorancia del cual nunca podrán escapar. El porvenir inmediato del país reclama la depuración de las complacientes autoridades universitarias del régimen fraudulento y brazo ejecutor de la condena a la excelencia, la indecencia y la tristeza estudiantil.

 

¿Cómo procurar socorro para los cursantes de medicina integral comunitaria u otras como la Escuela Latinoamericana de Medicina Salvador Allende, ¨inaugurada en 2007 por el Gigante Hugo Chávez, para la formación de médicos y médicas con una visión humanista, preocupados por las necesidades de la población¨, o para los jóvenes palestinos que desertaron del Programa de Becas Yaser Arafat ¨porque no estaban recibiendo la enseñanza que necesitan para convertirse en médicos reconocidos¨, hundidos todos en la negra cueva de las enfermedades del desafecto…?

Tengo sin embargo fe en nuestros jóvenes, porque la sociedad se depura a medida que avanza y no se estanca, y porque cada año que transcurre es mucho mayor y más eficaz el influjo que la ciencia verdadera, esa que se desarrolla inexorablemente a pesar de todas las fuerzas negativas y el dogmatismo reductor que permea en vuestra voluntad. ¡Luchen, luchen jóvenes opónganse ante el engaño, el fraude y la manipulación, no dejen que destruyan la medicina nuestra que es la única y que tanto nos ha costado…!

 

 

¿Qué hacer ante este estado de cosas? La conformidad y la aceptación tácitas nunca fueron ni pueden ser una característica de la juventud, pozo de actitudes contestatarias… Necesitamos de profesores de medicina que eduquen para la libertad y en libertad, con la mayor suficiencia y dedicación, pues sin ella no habrá justicia social ni bálsamo para las calamidades nostras; necesitamos de la ¨minoría egregia¨ que aún queda en las plantas profesorales, que como el sabio Francisco Antonio Rísquez (1856-1941) en su momento rector de la UCV, acompañara a los estudiantes universitarios ante el Presidente de la República en reclamo de libertad total. Tenemos que comprometernos con el destino de nuestra patria, penetrado por el comunismo internacional, ¨el nuevo imperio¨, ávido de nuestras riquezas, que nos pisotea y quiere a nuestros estudiantes apocados y sin ánimo de reclamar el fraude.  ¿Es que la generación de relevo no podrá retomar el imperativo e ineludible compromiso de proteger el sagrado derecho de nuestra profesión a ser libre, de alta calidad y eficaz? 

Lo más grave de la crisis en la medicina venezolana es la entrega de la educación de nuestros jóvenes a una mafia cubana desprovista de conocimientos y que sólo ve en ellos el interés político y no el interés del paciente como recipiendario del mejor cuidado posible.

 

Invoco ahora la sombra de mis maestros, aquellos de los que bebí directamente néctares de saber y aquellos otros, a quienes nunca conocí pero me legaron el zumo nutricio de sus escritos, y a todos los médicos de buena voluntad en esta negra noche de la medicina nacional…

 

Dijo el Hipócrates español, don Gregorio Marañón y Posadillo (1887-1960), ¨El que habla valientemente de los defectos de su Patria es el mejor patriota, y el que extrema las censuras justas a su profesión, ése es el que la sirve con toda plenitud¨.

rafaelmuci@gmail.com; rafael@muci.com

 

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