sábado, 24 de noviembre de 2012

Café y Fé - La Persona fascinante de Jesucristo

La Persona fascinante de Jesucristo:
Sor Mariangel Párraga Hernández
mariang1980@hotmail.com

¿Quién es Cristo, por quien muchos han dejado todo por seguirlo, por quien otros han preferido la muerte antes de traicionarle? ¿Quién ese hombre fascinante por el cual muchos han dado su vida, por amor a El?

Para hablar de Cristo hemos de remontarnos a la historia pues fue y es  un hombre con historia, del cual los antiguos sabios, profetas, profecías  y pensadores, escribieron y anunciaron. La Biblia preanuncia la venida de Cristo, que nacería de una virgen, que sería un varón de dolores entregado como expiación por las ofensas de su pueblo, cuyo reino glorioso sería perdurable, de la casa de David. Todas estas predicciones nos hablan de Cristo. Pero no solo la Biblia escribió de El, también  Tácito, Suetonio, Esquilo, entre otros. Su mismo pueblo los judíos tenían las profecías del Cristo, también los esperaron Platón, Sócrates.

Lo que separa a Cristo de todos los hombres es que ante todo fue esperado; incluso los gentiles sentían anhelo de un libertador o redentor. Esto lo distingue de los demás, al igual que el hecho al aparecer en nuestro mundo, fue tal el impacto que sobre la historia tuvo, que la partió, y desde entonces esta dividida en dos periodos: uno antes de Cristo y el otro después de su pasión, muerte y resurrección, es el único que ha realizado esto. Se puede decir que algo que lo separa también de los demás hombres es que cualquier hombre viene a este mundo para vivir, pero El no, vino para morir.

La historia de cualquier hombre comienza con el nacimiento y termina con la muerte, en Cristo fue diferente, primero fue su muerte y luego fue su vida, después de su muerte comenzó prácticamente todo. Comenzó a germinar su obra y su doctrina. Quien conoce verdaderamente a Jesús, no se queda allí sino que esto trasciende en su vida, se hace conocimiento pero ha de llegar a ser experiencia profunda de este Cristo en la  vida del cristiano.

Estudiar a Jesús compromete, en la evangelización, a llevar la experiencia de Cristo a otros. ¡Cuántos hay que no conocen o conocen mal a Jesucristo! Y pensar que Jesús es el más bello de los hijos de los hombres, por ser precisamente y misteriosamente el Hijo de Dios.

Pero ¿Jesucristo realmente existió?

Hablar de Jesucristo es hablar de la esencia misma del cristianismo. El cristianismo implica principios filosóficos, pero no es filosofía; contiene principios éticos, pero no es una ética; posee principios sociales, pero no es un movimiento social. El cristianismo es Cristo conocido, creído, amado, seguido y transmitido.

La historia, no sólo cristiana, sino también pagana, da testimonio de que Jesucristo realmente existió. Es de coherencia humana aceptar los hechos históricos. El seguir la doctrina y el mensaje de Jesús ya requiere, de fe y de voluntad de aceptación. Tanto escritores paganos Plinio el Joven, Tácito, entre otros como judíos Flavio Josefo,  hablan de Cristo y los cristianos, es decir, con esto se pone de manifiesto que no es un mito sino un hombre real que vivió en nuestra historia, la transformo en un antes y un después de su venida al mundo y que sigue con su vida iluminándola. También hablan de él, el Antiguo en los profetas y profecías y Nuevo Testamento que no es un libro de historia, es un conjunto de libros que contienen el anuncio del mensaje de la fe. Hay en él muchos datos históricos, más que en el resto de los libros no cristianos, pero lo más importantes es la fe y la conversión. Y algo muy importante es que no podemos mirar estos libros con ojos de historiador, sino con un corazón de creyente.

El Catecismo de la Iglesia Católica nos muestra estos dos términos fe y conversión en sus numerales:

166 La fe es un acto personal: la respuesta libre del hombre a la iniciativa de Dios que se revela. Pero la fe no es un acto aislado. Nadie puede creer solo, como nadie puede vivir solo. Nadie se ha dado la fe a sí mismo, como nadie se ha dado la vida a sí mismo. El creyente ha recibido la fe de otro, debe transmitirla a otro. Nuestro amor a Jesús y a los hombres nos impulsa a hablar a otros de nuestra fe.

1423 Se le denomina sacramento de conversión porque realiza sacramentalmente la llamada de Jesús a la conversión (cf Mc 1,15), la vuelta al Padre (cf Lc 15,18) del que el hombre se había alejado por el pecado.

Los Evangelios nos hablan del Jesús histórico

Los Evangelios son la fuente principal donde podemos encontrar, conocer y amar la historia de Jesús.  “la Santa Madre Iglesia ha sostenido y sostiene con firmeza que los cuatro evangelios referidos- cuya historicidad afirma sin duda alguna- transmiten fielmente lo que Jesús, Hijo de  Dios, hizo y enseño efectivamente durante su vida entre los hombres, para su salvación eterna hasta el día en que fue levantado al cielo”.

Los evangelios transmiten al verdadero Jesús. Los hechos que narran eran conocidos de todos; bien por haberlos visto personalmente, bien por haberlos oído a quienes los vieron. No pudieron por tanto desfigurar nada de la realidad, sino hubieran sido desmentidos y no hay huellas de rectificaciones.

¿Hay algunos criterios de historicidad de los Evangelios?. Si Criterios de múltiples fuentes, criterios de discontinuidad, de conformidad, todos los exegetas están de acuerdo en que es un dato histórico la predicación de Jesús de la llegada del Reino. Es el núcleo de su mensaje. Criterios de explicación necesaria y criterios del estilo propio de Jesús. Jesús es un hombre original, único, en su manera de ser, su valor y la voluntad de hacer todo por darle la Mayor Gloria a su Padre Dios. Para conocer a Jesús, Dios y hombre, necesitamos la luz del Espíritu, pues es un misterio. Dios no sólo se nos propone desde la historia, sino que desde dentro de nosotros está obrando para abrirnos al testimonio histórico en toda su riqueza y amplitud. La adhesión de la fe no termina ni en Jesús ni en el Espíritu, sino en el Padre. La cristología debe ser fundamentalmente trinitaria. Jesucristo nos lleva al Padre. Dios, del que nos habló Jesús, es su Padre.

Jesucristo fascinante

Su vida es una oración continua, relación filial con su Padre Dios, hombre espiritual y realista, centrado, equilibrado, transparente, amigable, viril, no duda en airarse cuando la ocasión lo amerita, defensor de las cosas de su Padre, hombre moralmente sin tacha, de temperamento fuerte y apasionado, honesto, honrado, lúcido, decidido,  los evangelios dicen que paso su vida haciendo el bien, y así fue, paciente con el que yerra, con el pecador, pero fuerte con el pecado, que sabe responder y su sabiduría es divina, hasta el punto que a sus doce años de edad, la gente se pregunta de donde le viene esta sabiduría, en todo trataba de mostrar al Padre , que es el ideal de Santidad.

La mirada de Jesús debía ser majestuosa y dominadora, nadie que ha sido mirado por Jesús queda igual, como Zaqueo y Bartimeo, como Magdalena y Pedro, por nombrar algunos, la mirada de Jesús transmite algo que deja inquieto y cambia, transforma, libera al hombre y mujer que se siente seducido por este Dios- Hombre- Amor.

De contextura robusta y buena salud,  para soportar muchas caminatas y jornadas fuerte de evangelización, de acompañamiento a su pueblo, austero pero esto no lo limita, vive en medio de la gente y se retira a orar a su Padre. Tenia una inteligencia brillante, intuitiva, clara, concreta, basada en la realidad, de donde extraía los datos para su predicación, no gusta de sentirse , ni parecer erudito , sino que saca su enseñanza de lo cotidiano de la vida, para hacer más accesible al pueblo, el mensaje del Reino.

Nadie jamás habló como él, la gente sentía esta diferencia nos muestran los evangelios, cuando dice la misma multitud, este habla con autoridad, era admirable que a todos consideraba hermanos, nadie para el era extranjero, es decir no es excluyente, todos para él, son hijos de Dios, porque para ellos vino por su salvación.

No ha habido temperamento más comprensivo y condescendiente con el prójimo que Jesús. Su espíritu de mansedumbre culmina en su silencio, en su porte digno al ser abofeteado. No es un silencio lleno de miedo e impotencia; sino un silencio lleno de dominio y contención de las pasiones irascibles. Jesús es mezcla de majestad y dulzura.
De veras un hombre que fascina a quien busca conocerlo, y experimenta la ternura y el amor de todo un Dios- Hombre, que por su gran bondad y hacer la voluntad del Dios Padre celeste, por medio del Espíritu Santo se encarna en María y cumple el designio de Dios, salvando la humanidad entera, malos y bueno, justo y pecadores, todos como hijos de un mismo Padre que es Amor por medio de su Hijos Unigénito, insertos en la Iglesia fundada por Jesucristo- Salvador.

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