Hemos tenido hoy una larga discusión teológica en la mesa, hoy día de todos los santos. Un sacerdote orondo y siciliano afirmaba que los Santos Padres y Lumen Gentium decían que la Iglesia era casta y meretriz.
Había allí al lado, en la conversación, un sacerdote de nigeria. Pero éste ni entraba ni salía en el asunto. El pobre ya tiene bastante trabajo con sus minirudimentos de italiano, para entender el tema general del que hablábamos. De ahí que consideró él mismo que no tenía vela en ese entierro.
El caso es que he estado mirando, en profundidad, el dichoso asunto de la casta meretrix. Y nada de nada. Sólo hay un santo padre, uno solo, que menciona esa expresión una sola vez, una sola. Segundo, he mirado una y otra vez Lumen Gentium, y la expresión no aparece.
Es más, un importantísimo periódico italiano le atribuyó en titulares esa frase a Benedicto XVI. Pero en su alocución no dijo eso. El titular era interpretación del buitre-periodista de turno.
Mañana se lo pienso decir en el desayuno a este joven cura siciliano. La Iglesia es santa, ¡santa! Hay pecadores en ella, pero es santa por el que la fundó, Nuestro Señor Jesucristo. Es santa por lo que nos da: los sacramentos, la Palabra de Dios, los sacramentales, buenas enseñanzas, mantiene la ortodoxia, etc. Y es santa por todos los santos que hay en ella.
Los pecadores son como las manchas de suciedad sobre una cara hermosa. Una mujer puede ser hermosísima y tener barro sobre la piel. Por mucho barro que tenga, sigue siendo hermosísima. Lo mismo la Iglesia.
La Iglesia ES santa. En la Iglesia HAY pecadores. Del mismo modo que yo tengo vida, aunque dentro de mi cuerpo o en mi piel, haya células muertas. Pero yo tengo vida, yo estoy vivo. No estoy vivo y muerto a la vez. Por lo menos por ahora, ¡no!
Si alguna vez alguien os dice que la Iglesia es santa y pecadora, decidle que no. Que esa expresión es ajena a la Tradición de la Iglesia.
Claro, después los sicilianos se quejan de que tiene mala fama Sicilia.
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