La canonicidad de los íconos:
Texto gentilmente enviado por Gimena para ser publicado en Sursum Corda.
Significado de la "canonicidad" de los iconos
S. N. Belkin

De este modo, cada icono es una parte del todo, de la Iglesia, no sólo en el sentido interno y espiritual, sino también exterior. La construcción arquitectónica del icono, tanto interna como externa, compone una unidad con la arquitectura del templo. Cada icono es para nosotros, tanto en un sentido como en el otro, el mundo llevado a un estado de armonía y de orden superior.
San Juan Damasceno decía: "No me inclino ante la creación en lugar del Creador, sino me inclino ante el Creador que se hizo creado como yo, y sin humillar Su dignidad o sufrir ninguna división, descendió a la forma de una criatura para glorificar mi naturaleza y hacerla partícipe de la naturaleza Divina. Junto con el Rey y Dios, me inclino ante la púrpura del Cuerpo, no como vestidura y no como a una cuarta Persona, no, sino como convertida en partícipe de esa misma Divinidad. Del mismo modo que el Verbo, sin sufrir cambio alguno, se hizo Carne, del mismo modo, la Carne se hizo Verbo sin perder aquello que ella es, mejor dicho, siendo una con el Verbo en la Hipostasis. Por ello, con atrevimiento represento a Dios invisible no como tal, sino habiéndose hecho visible por nuestra causa a través de la participación en la Carne y en la Sangre. No represento la Divinidad invisible, sino por intermedio de la imagen expreso la Carne de Dios que fue visible."
Lo Divino, lo invisible, lo incorpóreo no se representa por sí mismo, sino por la fuerza de la encarnación del Logos, segunda Hipostasis d e la Santísima Trinidad. La imagen, el icono, es antes que nada semejanza, modelo, impresión del Arquetipo. Una representación tal no se parece a la persona u objeto representado al modo de un espejo o de forma naturalista. Su objetivo es hacer evidentes las cosas secretas y mostrarlas. El principio de la iconografía, la relación de la imagen con el Arquetipo penetra en todo el universo. Por su naturaleza, es el reflejo de las relaciones, trascendentes para este mundo, entre Dios Padre y Dios Hijo. En este caso, la imagen es semejante en todo al Arquetipo. El icono está ligado al Arquetipo, no por naturaleza, sino por energía. La energía de Dios, al penetrar la imagen, la santifica y, al manifestarse a través de ella, eleva al hombre hacia Dios. Por ello, el que venera un icono, no venera la materia de la cual está hecho, sino venera al mismo Arquetipo por intermedio de la unión en oración con El.

Los testimonios de las Sagradas Escrituras están afirmados por la experiencia de muchos siglos de santos cristianos que se esforzaron espiritualmente, que contemplaron la Luz no creada de Dios. El icono canónico transmite esta Belleza, la Belleza llena de la Luz Divina del mundo transfigurado. El icono es el conocimiento concreto y experimentado de la santificación espiritual y la transfiguración del cuerpo del hombre. A la par de la palabra, pero en imágenes visibles y por medio de líneas y pinturas, el icono nos manifiesta la revelación de los dogmas de Dios y, al mostrar al hombre en estado de oración de gracia, nos presenta el misterio de su divinización. En otras palabras, en el icono con medios materiales, se representa la acción transfiguradora de la gracia. Todo el cuerpo participa aquí de la oración, todo el ser se dirige hacia Dios. Ocurre la renovación de nuestra naturaleza, la transfiguración de los sentimientos; ellos, al igual que todo el cuerpo , se hacen distintos. Ese momento, ese estado es la representación del santo en el icono. De allí las formas poco usuales, distintas, no naturalistas que con frecuencia nos so n incomprensible. El icono no es una fantasía, no es una invención , sino el conocimiento concreto y experimentado, como si fuera el hombre representa do en el estado de gracia de la transfiguración. Ello es algo así como una copia de lo natural, con l a ayuda de símbolos. Por ello la extraordinaria grandeza, simplicidad, tranquilidad y gracia del movimiento en el icono. Por ello su ritmo lineal y colorido, sujeto a una armonía superior. Esto es el reino del Espíritu, el dominio de la plenitud de la vida superior, expresada por intermedio de líneas y colores. Sólo las personas que vivieron este estado pudieron crear tales imágenes. Por ello el icono canónico inspira en nosotros el estado de oración y lo concentra. El icono es el camino y el medio, es la oración misma.
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