viernes, 17 de mayo de 2013

Otros cristianismos hubieran sido posibles

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Otros cristianismos hubieran sido posibles:
 

Los coptos de Etiopía son la versión más judaica del cristianismo. Sus días santos son el sábado y el domingo, los varones se circuncidan, etc. Pero no debemos llamarnos a engaño por ciertas prácticas, son indubitablemente cristianos. Este hecho nos debe hacer reflexionar que dentro de la misma construcción de la fe, hubieran cabido distintas maneras de vivir el Evangelio, formas muy diversas. Por ejemplo, nos podemos plantear la hipótesis de comunidades cristianas aisladas durante siglos en el centro de Asia, que hubieran vivido un cristianismo marcadamente budista. Es decir, un seguimiento del Evangelio que hubiera adoptado la filosofía budista hasta el límite mismo donde empezara la heterodoxia. No estoy hablando de una mera inculturación, sino de llegar al límite mismo de lo que el recipiente cristiano puede admitir de prácticas y filosofías budistas.

Esta posibilidad del cristianismo budista (hecho hipotético), como la posibilidad del cristianismo judaico (hecho real en Etiopía), nos muestra que en la Historia pudieron darse otros cristianismos dentro de una misma ortodoxia y una misma comunión.

De hecho, hoy día tenemos cristianismos tan distintos como el de toda la constelación de denominaciones protestantes basadas únicamente en la Palabra. Ellos han ido más allá de la ortodoxia, pero no por ello dejan de mostrarnos variaciones experimentales del cristianismo que están dotadas de fuerza, de belleza y que suponen un seguimiento de Cristo. Esa constelación tiene variantes desviadas, pero muchas otras variantes son variantes vivificadas por Cristo mismo. Sería teológicamente simplista descalificar todo el devenir protestante como una mera pérdida de tiempo. 

(Seguiré mañana con este tema)
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Otros cristianismos hubieran sido posibles II:
La foto es del Viernes Santo. El post sigue de ayer.

Por eso, los teólogos siempre tienen que hacer un sano ejercicio de flexibilidad. La gente quizá no, pero los teólogos sí. Y darnos cuenta de que en el futuro pueden aparecer versiones muy distintas acerca de cómo vivir la misma fe. De hecho, no quiero desplegar aquí esas posibilidades porque podría yo ofrecer una falsa impresión de relativismo.

En algunos ambientes, se piensa que la fe sólo se puede materializar de un modo uniforme y uniformizante. Pienso, por ejemplo, en los lefevrianos. Realmente es muy de admirar ese esfuerzo titánico por limitar las posibilidades divinas. Es un esfuerzo teológico tan admirable por su tenacidad, como abocado al fracaso.

Un Dios que ha desplegado el ser en la naturaleza de un modo tan increíblemente variado, un Dios que ha desplegado el ser como un continuo acto de experimentación dentro de la experimentación, convenía que hiciera lo mismo en esa nueva creación que es la vida cristiana sobre la tierra.

El lefevrianismo (y éste es sólo un ejemplo) supone un esfuerzo férreo, colosal, por intentar poner un corsé a esa voluntad divina de multiplicidad. Con orgullo y felicidad, podemos afirmar que hoy día tenemos una Congregación para la Doctrina de la Fe plenamente consciente de esta realidad. En algunos temas, ha habido quien ha podido acusar a esa Congregación de inactividad y falta de visión. Pero la actuación de esos monseñores es fruto, precisamente, de una gran consciencia.
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Otros cristianismos hubieran sido posibles III:
 

Es cierto que Dios podría haber creado una versión uniforme del cristianismo. Pero era más concorde con su forma de actuar que crease un cristianismo multiforme, como de hecho ha sido. Los creyentes en Cristo que moramos en un mundo cosmopolita, debemos entender que la Iglesia tiende a la multiformidad por la propia vida ínsita en ella.

Y no sólo eso. Dios quiere una sola fe. Pero también quiere permitir que existan comunidades con versiones parciales de esa fe. Las dos cosas son queridas por el Creador. La unidad de la fe y la permisión divina se relacionan en un mismo designio divino. Valorar lo positivo de esas comunidades no ortodoxas, supone entender otra dimensión del querer del Altísimo.

Y de esta manera, los que tienen un espíritu inquisitorial podrían entender el por qué de que Dios no barra de la faz de la tierra las abundantes constelaciones de grupos protestantes. No las barre de la faz de la tierra, no porque tenga que hacer un continuo ejercicio de paciencia, sino porque esas comunidades son versiones del cristianismo, versiones llenas de vida, comunidades en las que actúa el Espíritu, en las que está Jesús.

Jesús fundó una Iglesia y quería que existiese una sola Iglesia. Pero su designio incluía esta periferia de la Iglesia. Sin ceder ni un milímetro del concepto de ortodoxia, comprender lo positivo de este designio, nos lleva tener una visión más positiva de la realidad. Y a entender que esa periferia está aquí para quedarse.




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