viernes, 17 de mayo de 2013

Maldición oriental: Ojalá vivas tiempos interesantes.

Maldición oriental: Ojalá vivas tiempos interesantes.:


Si hay algo que pesa sobre mi corazón sobre una losa, es la sensación de derrota en tantos millones de españoles a causa de la crisis. Os aseguro que ésa es la razón  por la que he escrito tantos post sobre economía.

No puedo cambiar las cosas. Pero al menos puedo advertir a miles de personas que me leen de que la situación que estamos viviendo es completamente diversa a las crisis económicas que hemos vivido en el pasado.

Debe ser terrible haber acabado los estudios, haber comenzado la vida con ilusión, querer formar una familia, y encontrarse diez años después que uno está en el paro y que va a seguir en el paro, y que uno se acerca a los cuarenta sin ninguna perspectiva de cambio.

Debe ser tan frustrante para un joven ver como los jóvenes que caminan por la acera, al lado, tienen todo el dinero que quieren, preciosas casas, grandes sueldos, perspectivas de futuro, y uno no tiene nada, ni dinero, ni futuro, ni posibilidad de formar una familia, ni casa propia, por supuesto.

Y al llegar a casa, ver una y otra vez la vida de los más afortunados, una vida que parece de ensueño, una vida en la que sin esfuerzo uno puede gozar de todo. Ya no digo nada si uno es padre de familia y tiene hijos. Y uno sabe que el sueldo que uno tiene es el único que entra en la familia y que no hay nada más si uno pierde ese trabajo. Que no habrá más puestos de trabajo. ¿De qué vivirá mi familia? ¿Adónde marcharemos si nos desahucian? Son preguntas para perder el sueño.

La sensación de impotencia, de callejón sin salida, es tremenda. Esto ya es una tragedia en una persona. Pero multiplicado por millones es una catástrofe. Yo vivo tranquilo porque vivo solo, mis gastos son mínimos. No necesito mucho más allá de mi sillón, poder ver alguna película en la televisión, poder ir a la biblioteca municipal en busca de otro libro, jugar una partida de ajedrez de vez en cuando, y comprar un poco de chocolate. Pero la cosa cambia si tienes familia, si tienes hijos.

Pero la pobreza se hace más triste si miras al que camina al lado tuyo en la acera, y ves en él todo lo que no eres. Te sientas en el sofá de casa y en la televisión ves una riqueza digna de los emperadores romanos y los reyes persas. ¿Por qué él sí y yo no?

Ayer vi un programa sobre los mejores hoteles del mundo. No nos damos cuenta, pero la riqueza en este planeta ha alcanzado unos niveles de lujo completamente surrealistas. El lujo ha llegado a unos niveles tan antinaturales que sólo me recuerda a un barril de pólvora con una mecha encendida.

Los patricios que hoy deambulan por los vestíbulos de hoteles cuyos muros son de cristal, algún día van a comprobar cuán invisibles e inmateriales son esos muros para contener una nueva Revolución Rusa. Hemos fracasado en nuestro ideal de crear una república de hombres libres e iguales, una sociedad constituida por una gran clase media. Nos faltan las fotos de las largas filas ante los comedores sociales. Nos parece que nuestra pobreza no es tanta con un móvil de última generación e Internet. Pero la orgullosa Bastilla sabe que las nubes son más negras cada día.

Cuando esta civilización caiga, las cosas volverán a empezar. Han vuelto a empezar tantas veces desde los tiempos de los hititas y los fenicios. Volverá a haber un nuevo amanecer. Pero esta sociedad con sus enfermedades, verá desaparecer a sus patricios, a sus nobles, a sus aristócratas, a sus grandes. Antes nos quedan años de cielos oscuros, años de capitalismo brutal, antes de que aparezcan los nuevos Chávez, años convulsos, épocas interesantes, tiempo para el heroísmo. Pero vendrá un nuevo amanecer y vuestros hijos tendrán una vida nueva cuando esta sociedad enferma haya desaparecido.

El tamaño de la catástrofe nos dará la medida de nuestro quebrantamiento de la Ley de Dios. Después, un futuro lleno de esperanza.

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