jueves, 3 de junio de 2010

PENSAR BIEN, CON LA CABEZA Y EN EL BIEN COMÚN.

PENSAR BIEN, CON LA CABEZA Y EN EL BIEN COMÚN.

PENSAR BIEN, CON LA CABEZA Y EN EL BIEN COMÚN.


Todo aquel que se precie de pensar bien intencionado y de que trabaje para servir a los que lo han votado y a los que no, estaría encantado con la labor social que realiza Caritas en nuestra sociedad. Si imaginamos por un momento que Caritas cerrara sus puertas y desapareciera del mapa, nuestra sociedad precaria e indigente, nuestros obreros en paro y emigrantes, tomarían los pueblos por la fuerza desesperados por el hambre.

Lo mismo de todas aquellas asociaciones que se dedican a atender a los más necesitados, a los desamparados y a los débiles que quedan desnudos en esta crisis que ellos son los primeros en pagar. Por lo tanto, yo Gobierno, estaría pendiente de atenderlos y mimarlos para que sigan resolviéndome innumerables problemas. ¡Egoístamente, estrecharía mis relaciones de colaboración con la Iglesia!

Por eso no entiendo como no se les mima y se les protege al máximo, ya que el primer beneficiario es el propio Gobierno. Parece una locura que esto tan simple de ver no se apoye y potencie. Todo induce a que están cegados por la ira, venganza o cualquier otro mal que, junto con ellos, nos llevan a la banca rota.

Creo que lo mejor que podrían hacer es dejar la administración del Ministerio de lo social a la Iglesia y, con total seguridad, el panorama, aún pobre, empezaría a cambiar rapidamente. No hace falta sino estrechar colaboración y dejarle hacer para comprobar como todo iría mejor. Y digo esto porque a la historia me remito.

Rios de tinta han corrido en estos días a propósito de si la Iglesia debe o no debe de tener participación en una Caja de Ahorros. Ahora la intervención política y las motivaciones meramente económicas en estas entidades son tan evidentes que muchos se rasgan las vestiduras ante la sola posibilidad de que así sea.

Y sin embargo. el nacimiento de las Cajas fue la imaginativa respuesta de la Iglesia ante la alarmante situación de los más pobres. ¿O no se había preguntado nunca el lector por qué se llaman Montes de Piedad y, aún hoy, están obligadas por ley a invertir en la llamada Obra social?

En el campo económico, la Iglesia vino en ayuda del pueblo, en medio de la creciente ruina material y del empobrecimiento del Bajo Imperio. Sus vastas propiedades fueron, literalmente hablando, el patrimonio de los pobres en aquel tiempo; y, en las grandes ciudades, como Roma y Alejandría, la Iglesia asumió, poco a poco, la alimentación de los pobres, así como el sostenimiento de asilos y orfanatos. Esta actividad social explica la popularidad y la credibilidad de la Iglesia.

La cita lleva la firma de Christopher Dawson, historiador y filósofo, y la recoge en su libro "Los orígenes de Europa". Sin embargo. su mensaje es fácilmente aplicable al origen de las Cajas de Ahorros en España y en Europa, nacidas como una iniciativa de la Iglesia para sostener a los más desfavorecidos en los tiempos de la carestía y la usura.

¿Dónde, pues, está el Gobierno, y de qué presume? ¿Será por eso por lo que quiere acabar con todo símbolo que hable de la Iglesia? Estén con los ojos abiertos los españoles porque estos señores nos dejan en la calle si no espabilamos. Y cuidesen mucho de señalar con una "X" la casilla de la Iglesia en la declaración de hacienda para que tengan asegurada, el día de mañana, ¡por si acaso!, una puerta abierta y un plato de comida.

La medida más inteligente de un Gobierno, que se precie de saber lo que hace, sería colaborar con la Iglesia en todos los ordenes: financieros, sociales, salud, educación...etc. y vería como otro gallo le cantaría. E incluso aseguraría su continuidad en la Moncloa. ¡Realmente, no entiendo nada!
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