Hacer lo que te hacen no es pecado, el Vaticano solo expuso debilidades ideologicas y banalizacion de la doctrina de la iglesia, ahora los ateos se hacen eco de un supuesto ataque
PORTUGAL LLORA Y EL VATICANO ATACA...
Cola ante el Ayuntamiento de Lisboa para despedir al  único Nobel de Literatura en lengua portuguesa.- PEDRO SÁ DA BANDEIRA
Un  maestro literario, una conciencia política - El reencuentro con su  tierra José  Saramago recibe el homenaje de sus compatriotas - El diario oficial de  la Santa Sede denuncia con dureza el "marxismo" y la "ideología  antirreligiosa" del Nobel 
FRANCESC RELEA /  MIGUEL MORA - Lisboa / Roma - 20/06/2010 
"Obrigado, José Saramago" (Gracias, José  Saramago) puede leerse en dos grandes fotografías del escritor que  cuelgan en la fachada del Ayuntamiento de Lisboa. Miles de portugueses  desfilaron desde primera hora de la tarde de ayer por la capilla  ardiente con los restos mortales del premio Nobel, para dar el último  adiós. Lo hicieron en silencio, compungidos, y, algunos, con los ojos  humedecidos. Alejados de la controversia sobre la figura de Saramago,  quienes acudieron al Paços do Concelho desmienten la idea del enojo  entre el escritor y Portugal.
Se  va Saramago, el hombre que nos previno contra una destructora epidemia  de ceguera. Y en estos tiempos su adiós parece un símbolo. El primer  Premio Nobel que recibió la lengua portuguesa ha sido un referente para  toda la izquierda del planeta. - AGENCIA ATLAS
El  escritor y amigo de José Saramago ha charlado en A Vivir que son dos  días sobre el Nobel de Literatura - 
Nada  comparable a la reacción del Vaticano, que ayer dirigió desde las  páginas de L'Osservatore Romano, su diario oficial, un furibundo ataque  hacia el escritor, que sonó casi a celebración por su muerte. Saramago  se había distinguido como uno de los intelectuales que más lúcidamente  condenó los abusos cometidos en nombre de la religión.
En la cola formada en Lisboa predominó la madurez sobre la  juventud. Y las palabras de elogio y respeto. "No creo que  vuelva a tener la oportunidad de rendir homenaje a una figura como  Saramago", manifestó José Barradas de Sousa, administrador de  una empresa. "No me interesa la polémica sobre un portugués que  era un gran hombre", dijo Manuel Araujo, jubilado. "A  primera vista podía parecer poco simpático, pero en realidad no era así.  He visto morir a varios escritores, es angustioso verlos partir",  sostuvo María Seicette Lorenzo, secretaria de la Asociación Portuguesa  de Escritores.
La voz más joven  fue la más punzante. João Eça, 16 años, estudiante de Humanidades, ya ha  leído Caín, El viaje del elefante y Ensayo sobre la ceguera: "Saramago  no representaba la manera de ser de los portugueses, destacó por encima  de la mediocridad". Y añadió: "Oscar Wilde dijo que los portugueses  perdonan todo menos ser un genio".
La bandera portuguesa ondea a media asta y el Gobierno ha  decretado dos días de luto nacional. Mientras los ciudadanos aguardaban  pacientemente su turno, los políticos llegaban en coches oficiales e  ingresaban directamente al Ayuntamiento. Todos menos el ex presidente  Jorge Sampaio, que junto a su esposa hizo cola como uno más. El alcalde  esperó en la puerta principal al primer ministro José Sócrates, rodeado  de guardaespaldas, a quien acompañó el ministro de Exteriores, Luís  Amado. Poco después llegó Dilma Roussef, candidata del Partido de los  Trabajadores (PT) en las elecciones presidenciales brasileñas de octubre  próximo, que estaba en Lisboa en visita oficial.
Previamente, acudieron a despedir al único  premio Nobel portugués numerosos políticos e intelectuales, nacionales y  extranjeros. Entre ellos, la ministra de Cultura, Ángeles  González-Sinde. "Era un referente intelectual que demostró, con  su compromiso, para qué sirven la literatura y los intelectuales",  declaró a la entrada de la capilla ardiente.
Alguien dejó dos claveles rojos encima del  féretro, aquel símbolo de la revolución de abril de 1974, en la que  creyó con pasión. Entre las numerosas coronas dos llamaron la atención  de los fotógrafos, las que llevaban la firma de Fidel Castro y Raúl  Castro, líderes de la revolución cubana que Saramago apoyó hasta que  pudo más el desencanto.
Precisamente su posición  ideológica motivó ayer un ataque duro desde el órgano oficial del  Vaticano, L'Osservatore Romano, que no guardó ni siquiera la compostura  ante la muerte. En un artículo firmado por Claudio Toscani titulado La  omnipotencia (relativa) del narrador, subraya la "ideología  antirreligiosa" de Saramago, a quien define como "un hombre y un  intelectual de ninguna capacidad metafísica, (y que vivió) agarrado  hasta el final a su pertinaz fe en el materialismo histórico, alias  marxismo". Para añadir: "Se declaraba insomne por las cruzadas, o por la  inquisición, olvidando el recuerdo de los gulags, de las purgas, de los  genocidios, de los samizdat (panfletos de la Rusia soviética)  culturales y religiosos". En resumen, escriben, se distinguió por "la  banalización de lo sagrado" y "un materialismo libertario" radicalizado  con los años.
 

 
 






 
 
 

 
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