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Anteayer, la SEXTA TV en uno de sus informativos se hacía eco de un hecho ciertamente vergonzoso. En un principio me sorprendió gratamente esa actitud; tan solo un minuto después, las aguas volvieron a su emponzoñado cauce.
La noticia era la agresión que sufrieron algunos periodistas de Intereconomía Tv, cuando estaban intentando cubrir la huelga -política- de algunos profesores de secundaria y de otros tantos, liberados sindicales.
La Sexta, utilizó ese reprochable suceso para hacer gala de sus mejores dosis de demagogia torticera.
La locutora, siguiendo un guión milimétricamente estudiado, comenzó declarando "la condena más enérgica por el evidente atentado contra la libertad de expresión, poniéndose del lado de sus compañeros, los "trabajadores" de Intereconomía"; pero... acto seguido la locutora realizó una muy hábil, ladina y larga cambiada; acabando por justificar esos incidentes por la línea editorial de Intereconomía y por las intervenciones de los tertulianos de esa cadena.
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¡No se puede ser más ruin!; apagar el fuego, echando gasolina, e intentar quedar "por bueno", es un gesto de especial vileza.
¿Que grado de seguridad se supone que van a tener a partir de ahora -los compañeros- de Intereconomía, después de esta "defensa" envenenada?
Con "amigos" así, ¿quien quiere enemigos?
Sin embargo.... nada sorprende. Lo que está claro es que algunos estarían muy felices, si permaneciésemos -impasible el ademán-, ante cualquier tropelía. Más de uno se alegraría si no hablásemos, si no hiciéramos nada, si estuviésemos quietos; pero... de esas actitudes inertes a ser cadáveres vivientes va solo un pasito, y lo nuestro es.... ¡la vida!
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Yerra el que se calla y también el que se deja. Se equivoca aquel que cree que lo de poner, siempre, la otra mejilla es el gesto más fraternal.
Los cristianos anhelamos ser hermanos de todos, pero nunca deberíamos aspirar a quedar como "primos" con nadie, porque precisamente esa actitud no es nada cristiana.
El perdón y la caridad, en nada están reñidos con la necesidad y el deber de conservar la dignidad.
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¿Cuál ha de ser, la actitud del cristiano ante los ataques del enemigo?
El Catecismo de la Iglesia Católica, en sus párrafos 2264 y 2265, recoge alguna enseñanza de Santo Tomás de Aquino que, junto a otras consideraciones, puede arrojar algo de luz sobre este particular:
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2264. El amor a sí mismo constituye un principio fundamental de la moralidad. Es, por tanto, legítimo hacer respetar el propio derecho a la vida. El que defiende su vida no es culpable de homicidio, incluso cuando se ve obligado a asestar a su agresor un golpe mortal:
‘Si para defenderse se ejerce una violencia mayor que la necesaria, se trataría de una acción ilícita. Pero si se rechaza la violencia en forma mesurada, la acción sería lícita... y no es necesario para la salvación que se omita este acto de protección mesurada a fin de evitar matar al otro, pues es mayor la obligación que se tiene de velar por la propia vida que por la de otro’ (Santo Tomás de Aquino , s. th. 2-2, 64, 7).
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2265. La legítima defensa puede ser no solamente un derecho, sino un deber grave, para el que es responsable de la vida de otro, del bien común de la familia o de la sociedad.”
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Claro está, que el discípulo de Cristo debe buscar siempre un espíritu de benevolencia y caridad, pero cuando Jesús ordena poner la otra mejilla lo hace, no reclamando actitudes abúlicas ante la agresión sino para “vencer el mal con el bien” (Rom 12, 21).
Es decir, también en "la violencia" debemos buscar alguna razón, al menos para soportarla. También Jesús nos lo enseña así, en otro versículo menos "popular" que aquel de la mejilla. Así cuando el sanedrín lo procesa y un soldado le da una bofetada, El Señor no le presenta la otra mejilla, antes bien le dice:
“Si he hablado mal, muéstrame en qué, y si bien, ¿por qué me abofeteas?” (Jn. 18,22.23)
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Que... ¿A que viene un post tan justificativo?, pues se debe a que el paraguas de nuestra dignidad ya no aguanta más la tormenta de ofensas que se ciernen sobre nosotros.
El enemigo ya no se esconde, su actividad es tan frenética como consentida, sea en los "mass media" de forma más "tapada" o en muchos recintos católicos de manera más.... explícita.
Son ya tristemente conocidos distintos sacrilegios cometidos en diferentes lugares; sin embargo traeré ahora aquí, alguno de esos sucesos ocurridos SOLO en la Comunidad de Madrid, como espejo que refleja una realidad que se vive en toda España:
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- Destrucción de las puertas del Sagrario y de las ropas de la Virgen de los Dolores en la Parroquia de Ciempozuelos.
- Profanación en la capilla universitaria de Somosaguas
- Incendio y robo en el templo de Santa Catalina de Majadahonda.
- Destrozo de varias imágenes en la parroquia de Navalcarnero.
- Robo del Copón y las Hostias Consagradas en la parroquia de Valdemoro.
- Pintadas amenazadoras (recordando el 36) en la Parroquia de Rivas Vaciamadrid.
- Pintadas satánicas en diversos templos de Madrid.... etc., etc., etc...
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Así mismo, no podemos dejar de recordar aquellas graves agresiones -"consentidas"- por parte de los "indignados antipapa" en la Puerta del Sol con motivo de la JMJ; y también convendría mencionar todas las trabas y obstáculos que vienen -sin careta-, del lado más "oficial", como las prohibiciones del crucifijo en las escuelas... o los impedimentos a las Fuerzas Armadas a participar en Procesiones y actos litúrgicos por parte de la ministra de Defensa.
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Finalmente, en este abigarrado compendio de desprecios, ni debo, ni puedo, ni quiero olvidar el peor de todos, la agresión indiscriminada, brutal, masiva a ese templo del Espíritu Santo que es el cuerpo humano, perpetrados gracias a la permisividad de esa legislación criminal que permite el exterminio de miles de indefensos inocentes.
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"¡Más madera, esto es la guerra!", que diría Groucho.
Sí, sería bueno convencerse de esa cruda realidad, porque cuanto antes nos concienciemos de que esto es una guerra, antes podremos contra-atacar y defender.
"Si vis pacem, para bellum", aquel viejo aforismo está hoy más vigente y justificado que nunca.
Esto es una guerra y ya se nos ha cobrado muchas bajas.
Es la guerra y se nos viene por todos los flancos; desde las más altas instituciones del estado y también desde los grupúsculos -supuestamente marginales- que operan consentidos y alentados por los primeros; es decir... a veces actúan al margen del estado de derecho y otras... amparados por el. Ya no tenemos tregua.
Su objetivo sistemático es la asfixia mortal y el quebranto a todo lo que huela a católico. Y esta ofensiva no es casualidad, se ha venido preparando durante años por varios caminos, que parecen juntarse en esta hora del tiempo, donde sin duda, ¡nos van a encontrar!
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En el mes de mayo de este mismo año, se celebró en el Vaticano, la asamblea plenaria del Pontificio Consejo para la Promoción de la Nueva Evangelización.
El último día de dicho mes, el Santo Padre recibía a los participantes, resaltando que, ante los esfuerzos de algunos de expulsar la fe de la vida pública debe recordarse que "ser cristiano no es una especie de traje que se usa en lo privado"
Afortunadamente, la onda expansiva de esa enorme explosión de fe de la JMJ nos ha afectado, nos ha dado fuerza, alegría y esperanza, nos ha dotado de más alas que todos los "Redbull" del mundo. Ya no estamos para callarnos.
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¿Habrá que dejarles siempre que se abatan sobre tu vida como hienas, y que se rían de tus sueños? Vamos a resistir, hasta morir como el gran Boromir, luchando. Dejando la vida en el último esfuerzo. Repito las palabras del Catecismo:
"La legítima defensa puede ser no solamente un derecho, sino un deber grave, para el que es responsable de la vida de otro, del bien común de la familia o de la sociedad.”
Dicen que... -la mejor defensa es un buen ataque-, para nosotros en cambio, en esta hora solo cuenta la fe, la ardorosa confianza en DIOS, la ausencia completa de egoísmo, por tanto... la tensión del ser, de todo el ser, en alerta y al máximo.
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Hace tiempo, un filosofo llamado Oswald Spengler dijo algo que considero particularmente válido en este mundo, tanto para la caótica situación global como para cada una de las situaciones particulares:
"Cuando una civilización peligra, es siempre un pelotón de soldados el que acaba salvándola" Así mismo, Spengler apuntillaba que "hemos nacido en este tiempo y hemos de recorrer violentamente ese camino hasta el final"
Efectivamente a lo mejor, se acerca ya esa hora en la que será necesario para salvar al mundo, un puñado de héroes y de santos (para el caso, es lo mismo), que emprendan una necesaria y urgente reconquista. A esa empresa, TODOS estamos llamados.
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