"El que come mi carne y bebe mi sangre tiene Vida eterna, y... |
En muchos momentos de nuestra vida, quizás cuando nos vemos cerca de la muerte, bien sea por la edad, enfermedad o por otras causas, pensamos que posiblemente hay otra vida, entre otras cosas porque nos parece que terminar todo aquí no es del todo justo.
Realmente solo hay una vida, y lo creo y lo pienso porque nuestro PADRE DIOS, Creador del mundo y del hombre, no pensó crearnos dos veces. Solamente una vez. Si es verdad que por nuestro rechazo a su primera Alianza, una vida eterna y hermosa en el Paraíso, al cometer el pecado original huimos de su presencia y rompimos con su amistad.
Podríamos interpretar que fuimos nosotros los que dejamos a DIOS plantado y nos quedamos con nuestros proyectos y nuestros planes. Nos parecieron mejor que los de DIOS, y optamos por echar al SEÑOR de nuestra vida y caminar solos por nuestros propios medios.
No es como parece que, DIOS nos castiga y nos expulsa del paraíso, sino todo lo contrario. Somos nosotros quienes expulsamos a DIOS y le dejamos plantado. La parábola del hijo prodigo nos lo explica bien. El Plan de DIOS no se puede contemplar por capítulos sino que, a pesar de leerlo en capítulo, todo va muy, aun en la distancia en el tiempo, muy vinculado unos a otros.
Es el hijo quien deja al padre. No le escucha y, pidiéndole todo sus pertenencias, que son regalos del padre, se marcha siguiendo su proyecto y plan ideado. El mundo, ese mundo caduco y finito le atraía más. Luego ya sabemos como acaba. Para nosotros es igual, porque somos nosotros los hijos que nos hemos marchado y seguimos empeñados en no volver.
Perdimos la eternidad que DIOS había contemplado para nosotros, y sin darnos cuenta, todavía no nos damos cuenta, hemos perdido ser felices eternamente. El pecado nos dejó tocado y, la muerte que ahora tenemos que padecer, es uno de los mejores regalos que DIOS nos ha dado, porque con ella podemos, si sabemos entenderle, empezar una vida nueva. Una vida que no es nueva sino que purificada en la muerte empieza de nuevo en la Resurrección en XTO.JESÚS.
Podíamos habernos quedado siempre así, en estado de sufrimientos, de trabajos, de guerras, de miedos, de conflictos, envidias y guerras que desear morir sería un alivio y un descanso. En muchos momentos lo deseamos. Esta vida mundana si fuese eterna nos cansaría y angustiaría. ¿Te imaginas estar toda la vida, si tan siquiera comer lo que comen los cerdos?
No hablamos de sueños ni fantasías, Elvis Presley, Michael Jackson, Whitney Houston... por citas personajes famosos... y otros muchos anónimos, marcharon de la casa del padre buscando un mundo mejor, pero... Sabemos lo que hay fuera a pesar de tanta riqueza y poder.
Por eso, la muerte que nos espera es un gran regalo porque con ella empezamos a vivir la que hemos perdido por el pecado original. Todo depende de vivirla en, con y por la Gracia, o quererla vivir por nuestra cuenta. Es volver a lo que ya hicimos y perdimos.
Y eso se nota. Se nota en sus rabietas, en sus angustias, en sus luchas sin sentido, en sus deseos de venganza, de odio, de muerte. Vivir por tu cuenta, es decir, darle la espalda a JESÚS y al ESPÍRITU SANTO que vive en nosotros, es amargarte, no querer ver la realidad y elegir, después de haberla perdido, otra vez la muerte, que si no será física, si será, peor todavía, una vida errante de angustias y sufrimiento. Sería mejor morir.
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