Padre Luís Ugalde S.J.
En la Semana Santa hay doslavatorios que nos impresionan desde niños: Pilatos se lava las manos y Jesúslava los pies a los discípulos. Aquel no quiere poner en riesgo su poder porsalir en defensa de un pobre inocente, se lava las manos y lo entrega. En laliturgia del Jueves Santo impresiona ver a Jesús arrodillado lavando los pies asus discípulos, incluso a Judas. El Señor no los trata como siervos sino comoamigos, y les dice que serán felices si hacen lo mismo unos con otros (Juan13,17). Todo un símbolo de una humanidad nueva en la que el poder es paraservir y no para oprimir. Lavar los pies significa reconocer la dignidad delotro y proclamar que servir no es rebajarse, sino ejercer la propia dignidad:que el mayor entre ustedes sea el que más sirve.
Jesús expresamente relacionó el rescate de la dignidad humana y la paz con elamor y el servicio mutuo. También la humanización de la riqueza y del poderpasa por convertirlos en servicio y vida. Ese es el sentido del Hijo del Hombrey el sueño de la humanidad, en sus versiones religiosas y también en lasseculares que proponen el horizonte de libertad, igualdad y fraternidad, coneconomía y poder al servicio de la vida.
En Venezuela estamos enredados en un campo minado de odio, exclusión, ineptitudy deseos de revancha, de todo lo que impide un verdadero renacer humanocompartido. Si los otros sólo cuentan como instrumentos para el poder, no esposible construir la República.
En el más reciente documento de la Conferencia Episcopal (19-03-12), losobispos rememoran el terrible terremoto de 1812 con unas oportunas reflexionessobre la ruina de la Primera República que se derrumbó ese año, luego de unaefímera vida de 10 meses. No pudo tener éxito dicen, pues cada sector socialiba a lo suyo: "La libertad e igualdad, proclamada desde 1810, fue en loshechos selectiva y excluyente de las mayorías, conformadas por los pardos,mestizos, indios y negros" (n.5). La República era un proyecto históricoque las mayorías no sentían propio y cada provincia miraba a lo suyo, dispuestaa enfrentarse a las otras. Eso causó la derrota de la Primera República en1812. Mucho peor fue la ruina de la Segunda República ahogada en sangre devenezolanos en 1814.
La actitud espiritual hacia el otro tiene raíces interiores, que florecen en laplaza pública y alimentan para bien o para mal la vida económica y política. Deahí que frente a las amenazas y las esperanzas que preñan el año 2012, losobispos nos llamen a la reconciliación como actitud espiritual:"Reconciliarnos va más allá del buen trato; lleva en sí un cambio dementalidad y paradigma, donde el centro de nuestra dedicación esté en el otro,en el ser que tiene igual dignidad, pero que vive en medio de elementoscontradictorios para una vida plena. Trabajar por construir la unidad entre losvenezolanos no es tarea fácil.
El progreso y el bienestar de este país sólo podrán lograrse con laparticipación de todos los ciudadanos.
Ante las dificultades, por grandes que sean, no debemos desesperar, ni comopersonas, ni como creyentes. (...) "Construyamos un futuro deentendimiento y de paz, el único camino que nos puede ofrecer la alegría devivir juntos como hermanos".
La Semana Santa nos invita a no condenar al justo lavándonos las manos, y aservir a los demás lavándoles los pies; a pasar de Pilatos a Jesús. No a laviolencia y al desastre cotidiano en que millones viven muriendo de mengua. Ahíestá la responsabilidad de construir el futuro social, político y económico deVenezuela. Ese es el Espíritu del Dios-amor que da vida frente a tanta muertedesatada que aflige a nuestro país en contraste con tanto poder usado paradominar y oprimir, y no para servir y dar vida. Jesús no es líder político,pero encarna el Amor de Dios y revela la dignidad humana de dar la propia vidaen el servicio a los demás, y también en la política.
Jesús expresamente relacionó el rescate de la dignidad humana y la paz con elamor y el servicio mutuo. También la humanización de la riqueza y del poderpasa por convertirlos en servicio y vida. Ese es el sentido del Hijo del Hombrey el sueño de la humanidad, en sus versiones religiosas y también en lasseculares que proponen el horizonte de libertad, igualdad y fraternidad, coneconomía y poder al servicio de la vida.
En Venezuela estamos enredados en un campo minado de odio, exclusión, ineptitudy deseos de revancha, de todo lo que impide un verdadero renacer humanocompartido. Si los otros sólo cuentan como instrumentos para el poder, no esposible construir la República.
En el más reciente documento de la Conferencia Episcopal (19-03-12), losobispos rememoran el terrible terremoto de 1812 con unas oportunas reflexionessobre la ruina de la Primera República que se derrumbó ese año, luego de unaefímera vida de 10 meses. No pudo tener éxito dicen, pues cada sector socialiba a lo suyo: "La libertad e igualdad, proclamada desde 1810, fue en loshechos selectiva y excluyente de las mayorías, conformadas por los pardos,mestizos, indios y negros" (n.5). La República era un proyecto históricoque las mayorías no sentían propio y cada provincia miraba a lo suyo, dispuestaa enfrentarse a las otras. Eso causó la derrota de la Primera República en1812. Mucho peor fue la ruina de la Segunda República ahogada en sangre devenezolanos en 1814.
La actitud espiritual hacia el otro tiene raíces interiores, que florecen en laplaza pública y alimentan para bien o para mal la vida económica y política. Deahí que frente a las amenazas y las esperanzas que preñan el año 2012, losobispos nos llamen a la reconciliación como actitud espiritual:"Reconciliarnos va más allá del buen trato; lleva en sí un cambio dementalidad y paradigma, donde el centro de nuestra dedicación esté en el otro,en el ser que tiene igual dignidad, pero que vive en medio de elementoscontradictorios para una vida plena. Trabajar por construir la unidad entre losvenezolanos no es tarea fácil.
El progreso y el bienestar de este país sólo podrán lograrse con laparticipación de todos los ciudadanos.
Ante las dificultades, por grandes que sean, no debemos desesperar, ni comopersonas, ni como creyentes. (...) "Construyamos un futuro deentendimiento y de paz, el único camino que nos puede ofrecer la alegría devivir juntos como hermanos".
La Semana Santa nos invita a no condenar al justo lavándonos las manos, y aservir a los demás lavándoles los pies; a pasar de Pilatos a Jesús. No a laviolencia y al desastre cotidiano en que millones viven muriendo de mengua. Ahíestá la responsabilidad de construir el futuro social, político y económico deVenezuela. Ese es el Espíritu del Dios-amor que da vida frente a tanta muertedesatada que aflige a nuestro país en contraste con tanto poder usado paradominar y oprimir, y no para servir y dar vida. Jesús no es líder político,pero encarna el Amor de Dios y revela la dignidad humana de dar la propia vidaen el servicio a los demás, y también en la política.
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