miércoles, 25 de abril de 2012

San Francisco de Asís y la verdadera Dama Pobreza

San Francisco de Asís y la verdadera Dama Pobreza:
Objetivo: Que los hermanos estemos conscientes que la verdadera pobreza es la Pobreza de Espíritu y que debemos trabajar para obtener de la Divina Providencia lo necesario para la subsistencia de cada día.

En diversos momentos momentos y ocasiones hemos escuchado y leído de como Nuestro Señor Jesucristo, la Regla de la OFS y Nuestro Padre San Francisco enseñan de ser Pobres de Espíritu. Pero ¿Qué es realmente la Pobreza de Espíritu?

Esta se define como poner el corazón en el único y verdadero tesoro que es Dios. El mismo San Francisco de Asis define la pobreza de espíritu en su Admonición 14, recordando las palabras de Cristo en el Evangelio de San Mateo que dice lo siguiente:

Cap. XIV: De la pobreza de espíritu

Bienaventurados los pobres de espíritu, porque de ellos es el reino de los cielos (Mt 5,3). Hay muchos que, perseverando en oraciones y oficios, hacen muchas abstinencias y mortificaciones corporales, pero, por una sola palabra que les parezca injuriosa para sus cuerpos o por alguna cosa que se les quite, escandalizados enseguida se perturban. Estos no son pobres de espíritu, porque quien es de verdad pobre de espíritu, se odia a sí mismo y ama a aquellos que lo golpean en la mejilla.

La Regla de la Orden Franciscana Seglar trae a colación en su articulo 11 este llamado a la Pobreza de Espíritu, además de que las referencias de este artículo profundizan sobre el particular:

Artículo 11

Cristo, confiado en el Padre, aún apreciando atenta y amorosamente las realidades creadas, eligió para Sí y para su Madre una vida pobre y humilde (18); del mismo modo, los Franciscanos seglares han de buscar en el desapego y en el uso, una justa relación con los bienes terrenos, simplificando las propias exigencias materiales; sean conscientes, en conformidad con el Evangelio, de ser administradores de los bienes recibidos, en favor de los hijos de Dios. (J)

Así, en el espíritu de las "Bienaventuranzas", esfuércense en purificar el corazón de toda tendencia y deseo de posesión y de dominio, como "peregrinos y forasteros" en el camino hacia la casa del Padre (19).

COMENTARIOS:

(18) Este aspecto citado por el artículo 11 encuentra su base en el No. 5 de la segunda redacción de la Carta a los Fieles, escrita por San Francisco de Asís, donde habla de la Palabra del Padre encarnada: El Señor Jesucristo.

El texto de esta cita dice:

5. Él, siendo rico (2 Cor 8,9), quiso sobre todas las cosas elegir, con la beatísima Virgen, su Madre, la pobreza en el mundo.

(19) La Carta de San Pablo a los Romanos, capítulo VIII, versículo 17 y el No. 7, párrafo 4 de la Constitución Dogmática Lumen Gentium iluminan este párrafo.

Respectivamente, los textos íntegros:

Rom 8, 17: Y si somos hijos, también somos herederos, herederos de Dios y coherederos de Cristo, porque sufrimos con él para ser glorificados con él.

En Lumen gentium, el No. 7, párrafo 4 señala:

En la fraccion del pan eucaristico, participando realmente del cuerpo del Senor, nos elevamos a una comunion con El y entre nosotros mismos. "Porque el pan es uno, somos muchos un solo cuerpo, pues todos participamos de ese unico pan" (1Co 10,17). Asi todos nosotros quedamos hechos miembros de su cuerpo (1Co 12,27), "pero cada uno es miembro del otro" (Rm 12,5).

Agregamos tambien de Lumen Gentium, el no. 7 párrafo 11 para reforzar:

Peregrinos todavia sobre la tierra siguiendo sus huellas en el sufrimiento y en la persecucion, nos unimos a sus dolores como el cuerpo a la Cabeza, padeciendo con El, para ser con el glorificados (Rm 8,17).

(J) Es importante considerar lo que el catecismo de la Iglesia Católica nos enseña sobre la Pobreza de Espíritu y que es hacia donde este artículo nos conduce.

Los Nos. 2544 a 2547 nos hablan de la Pobreza de Corazón. Los textos citados señalan:

III.- LA POBREZA DE CORAZON

2544 Jesús exhorta a sus discípulos a preferirle a El respecto a todo y a todos y les propone "renunciar a todos sus bienes" (Lc 14,33) por El y por el Evangelio. Poco antes de su pasión les mostró como ejemplo la pobre viuda de Jerusalén que, de su indigencia, dio todo lo que tenía para vivir. El precepto del desprendimiento de las riquezas es obligatorio para entrar en el Reino de los cielos.

2545 "Todos los cristianos... han de intentar orientar rectamente sus deseos para que el uso de las cosas de este mundo y el apego a las riquezas no les impidan, en contra del espíritu de pobreza evangélica, buscar el amor perfecto".

2546 "Bienaventurados los pobres en el espíritu" (Mt 5,3). Las bienaventuranzas revelan un orden de felicidad y de gracia, de belleza y de paz. Jesús celebra la alegría de los pobres, a quienes pertenece ya el Reino: El Verbo llama "pobreza en el Espíritu" a la humildad voluntaria de un espíritu humano y su renuncia; el apóstol nos da como ejemplo la pobreza de Dios cuando dice: "Se hizo pobre por nosotros" (2Co 8,9). [San Gregorio de Nisa]

2547 El Señor se lamenta de los ricos porque encuentran su consuelo en la abundancia de bienes. "El orgulloso busca el poder terreno, mientras el pobre en espíritu busca el Reino de los cielos". El abandono en la providencia del Padre del cielo libera de la inquietud por el mañana. La confianza en Dios dispone a la bienaventuranza de los pobres: ellos verán a Dios.

Finalmente, analicemos en tres escenas de la vida de nuestro Padre San Francisco de Asís, su manera de vivir la Pobreza y su sujeción a la Providencia de Dios. Estas escenas están tomadas del Escrito Biográfico Fraciscano denominado "Espejo de Perfección":

Cómo fue a pedir limosna antes de entrar a comer con el cardenal

23. En cierta ocasión en que el bienaventurado Francisco visitaba al señor ostiense, que fue después el papa Gregorio, a la hora de comer salió furtivamente a pedir limosna; cuando volvió, ya había entrado el señor ostiense a comer con muchos caballeros y nobles. Acercándose el bienaventurado Francisco, colocó sobre la mesa ante el cardenal las limosnas que había encontrado y se puso junto a éste, porque el cardenal quería que el bienaventurado Francisco se sentara siempre a su lado. El señor cardenal sintió sonrojo de que hubiera ido en busca de limosnas y las hubiera dejado sobre la mesa, pero entonces nada le dijo en atención a los comensales. Después que el bienaventurado Francisco comió un poco, tomó de sus limosnas y dio un poco de ellas, de parte del Señor Dios, a cada uno de los caballeros y a los capellanes del señor cardenal. Todos lo recibieron con muestras de devoción, descubriéndose reverentemente; y algunos lo comían y otros lo guardaban por devoción a Francisco. El señor ostiense se alegró visiblemente por la devoción de los comensales y más teniendo en cuenta que aquellas limosnas no eran pan de trigo.

Después de la comida se retiró el señor cardenal a su aposento y se llevó consigo al bienaventurado Francisco; echándole los brazos, lo estrechó contra sí con gran gozo y alegría y le susurró: «¿Por qué, hermano mío simplón, me has hecho pasar por el sonrojo de que, viniendo a mi casa, que es la de todos tus hermanos, hayas ido antes a pedir limosna?»

A lo cual respondió el bienaventurado Francisco: «Al contrario, señor, os he demostrado el máximo honor, porque, cuando el súbdito realiza su quehacer y obedece a su señor, le honra grandemente». Y añadió: «Yo tengo que ser forma y ejemplo de vuestros pobres, sobre todo porque sé que en esta Religión hay y habrá hermanos menores de nombre y de hecho, los cuales, por amor del Señor Dios y por la unción del Espíritu Santo, que los adoctrinará en todo, se rebajarán a toda humildad, sujeción y servicio de sus hermanos; los hay también, y los habrá entre ellos, que, dominados por la vergüenza o por la mala costumbre, se niegan y se negarán a humillarse y a abajarse para pedir limosna y para dedicarse a trabajos serviles; y por eso me siento obligado a enseñar con las obras a todos los que están y estarán en la Religión, para que no tengan excusa ante Dios ni en este mundo ni en el otro. Estando, pues, en vuestra casa, y sois nuestro señor y papa, y en las de otros nobles y ricos del mundo, y sabiendo que no sólo me recibís con gran devoción por amor del Señor Dios, sino que me urgís a ello, no quiero avergonzarme de ir a pedir limosna. Muy al contrario, lo quiero considerar y tener, según Dios, por la mayor nobleza y dignidad real y como un honor a Aquel que, siendo Señor de todos, por amor nuestro se quiso hacer esclavo de todos; y, siendo rico y resplandeciente de majestad, quiso venir pobre y despreciado en nuestra bajeza (cf. 2 Cel 73).

»Por eso quiero que sepan los hermanos de hoy y de mañana que siento más gozo espiritual y corporal cuando me siento a la mesa pobre de los hermanos y veo con mis ojos las limosnas pobres recogidas de puerta en puerta por amor del Señor Dios, que cuando me siento con vos o con otros señores a mesas preparadas con gran variedad de manjares. Porque el pan de limosna es pan santo santificado por la alabanza y amor de Dios, pues, cuando va el hermano a pedir limosna, primero debe proclamar: "Bendito y alabado sea Dios", y después debe decir: "Una limosna por amor del Señor Dios"».

Con estas palabras del bienaventurado Francisco quedó el señor cardenal muy edificado, y le dijo: «Hijo mío, haz lo que mejor te parezca, pues veo que el Señor está contigo, y tú con él».

El bienaventurado Francisco quiso siempre, y muchas veces lo dijo, que los hermanos no debieran pasar mucho tiempo sin ir a pedir limosna, por el mérito que tiene y porque no se avergonzaran luego cuando habrían de hacerlo. Es más, cuanto más noble y de condición social más alta hubiera sido un hermano, tanto más se alegraba y se edificaba al verlo ir por limosna o que hacía otros trabajos serviles que solían hacer entonces los hermanos.

Un hermano que ni oraba ni trabajaba y comía bien

24. Al comienzo de la Religión, cuando los hermanos moraban en Rivo Torto, cerca de Asís, había entre ellos uno que oraba poco y no trabajaba ni quería ir a pedir limosna y comía bien.

Viéndolo el bienaventurado Francisco, conoció por inspiración del Espíritu Santo que era hombre carnal, y le dijo: «Sigue tu camino, hermano mosca, pues quieres chupar del trabajo de tus hermanos y permanecer ocioso en la obra del Señor, como zángano ocioso y estéril, que nada produce y no trabaja, y se alimenta del trabajo y producto de las buenas abejas».

Y se marchó por su camino; y porque era carnal, no pidió ni encontró misericordia.

Cómo salió con fervor al encuentro de un pobre que volvió con la limosna cantando al Señor

25. En otra ocasión, estando el bienaventurado Francisco en Santa María de la Porciúncula, un pobre muy espiritual (10) venía por el camino, con la limosna que había recogido en Asís, alabando en alta voz al Señor con gozosa alegría. Cuando ya se acercaba a la iglesia de Santa María, le oyó el bienaventurado Francisco, y, sin perder tiempo, le salió al encuentro en el camino con gran fervor y gozo; y, besándole con incontenible alegría el hombro sobre el cual llevaba la alforja con las limosnas, se la tomó, se la puso sobre su hombro y la llevó a la casa, y allí, delante de los hermanos, exclamó: «Así quiero que vayan y vuelvan mis hermanos con la limosna: alegres, jubilosos y alabando a Dios».

CUESTIONARIO:
1. ¿Qué debemos entender por Pobreza de Espíritu?
2. ¿Cuál artículo de la Regla de la OFS es el que nos invita a vivir la Pobreza de Espíritu?
3. ¿Qué es lo que nos dice este articulo sobre el desapego a las cosas materiales?
4. ¿Que dice el Catecismo de la Iglesia Catolica en los numeros 2546 y 2457 sobre la Pobreza de Espíritu?
5. ¿Que decía Nuestro Padre San Francisco de Asís del hermano que ni oraba ni trabajaba y comía bien?

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