sábado, 3 de octubre de 2015

RV: Presentación Crónica de la Dictadura

 

 

A continuación y en archivo adjunto:

Presentación del libro Crónica de la Dictadura de Rafael Díaz Blanco

Guillermo Yepes Boscán

 

 

 

 

     "Si la política es una dimensión de la historia, es también crítica política y moral (…) La crítica: el ácido que disuelve las imágenes.  En este caso (y tal vez en todos) la crítica no es sino uno de los modos de operación  de la imaginación, una de sus manifestaciones. En nuestra época la imaginación es crítica. Cierto, la crítica no es el sueño pero ella nos enseña a soñar y a distinguir entre los espectros de las pesadillas y las verdaderas  visiones. La crítica es el aprendizaje de la imaginación en su segunda vuelta, la imaginación curada de fantasía y decidida a afrontar la realidad del mundo. La crítica nos dice que debemos aprender a disolver los ídolos: aprender a disolverlos dentro de nosotros mismos. Tenemos que aprender a ser aire, sueño en libertad."                                                   Octavio Paz, Postdata  (1970) 

                                                                                                                       "Sin libertad la democracia es despotismo, sin democracia la libertad es una quimera."                      Octavio Paz, La tradición liberal (1982)

 

        "Convencido de la existencia de un proyecto de control absoluto de la sociedad venezolana, mi propósito ha sido contribuir a encontrar la verdad ilustrando sobre lo que en Venezuela ocurre e intentando hacer aportes para derrotar el miedo y la violencia oficial y militar, columna vertebral de todo proyecto totalitario. No estoy seguro de haberlo logrado. Sin embargo, espero haber dado testimonio de una recta intención, a la par del amor por Venezuela, por mi terruño y mi pretensión de actuar escribiendo como pienso con la verdad, para ser fiel a mis ideas y no terminar -como diría Gabriel Marcel- pensando como actúo, como ocurre cuando no hay coherencia entre el pensamiento y la acción."

                             Rafael Díaz Blanco, Crónica de la Dictadura (2015)

 

  He querido comenzar la "Presentación" de la extraordinaria y profética obra Crónica de la Dictadura, de mi admirado amigo fraternal, Rafael Díaz Blanco, respetado, tanto como periodista de opinión, ciudadano e insobornable demócrata, con tres citas, dos de Octavio Paz y una del propio autor del libro, las cuales retratan a quien hoy nos reúne aquí en La Verdad, para hacer el lanzamiento de un texto-plural y excepcional, no por la calidad estético-literaria, sino por la agudeza periodística y la verdad histórica con que fue escrito en las páginas del diario que, generosamente, nos sirve en la actualidad de anfitrión.

    Estamos seguros que este libro levantará roncha entre los colaboracionistas del régimen, los tibios ante las violaciones de derechos humanos y los cómplices del sistema en general. Asimismo, colmará de entusiasmo y alegría a quienes estamos hartos de la opresión y nos duele la patria destruida y martirizada por las alevosías, las injusticias y el hambre, flagelos que se han regado como la pólvora y las balas asesinas que la Guardia Nacional dispara, a diestra y siniestra, y Díaz Blanco denuncia con coraje e indignación.

  Hay en la mayor parte de las páginas de este libro, a pesar de haber sido construido con artículos que pudiera pensarse son tácitamente volanderos -como es costumbre en la mayoría de los articulistas de opinión- una reflexión firme y densa con talante comprometido y délfico. Ello se origina en el fervor por la verdad. "Verdad verdadera", diría el oráculo de Delfos. Cosa rara en estos tiempos de trampas y mentiras y de la fidelidad a una acción cívica transparente que practica Rafi y la patria reclama.

   La tierra venezolana está devastada por la oscuridad de la mentira, el latrocinio y la rapacidad. Crónica de la Dictadura es, por ello, un libro que toma posición ante el furor vigente de la satrapía y el sultanismo. En el país mermado que hoy tenemos, la mayoría de los intelectuales y los periodistas expresan sus opiniones y su público toma nota o deja pasar, para decirlo coloquialmente "se hacen los locos", pero no toman posición ante la destrucción de la nación que es espejo de la aniquilación, moral y física, del pueblo llano. La toma de posición constituye el principio y el fin de la acción intelectual, cuando hay rectitud de conciencia. Las posiciones públicas del articulista de opinión libre que encarna Rafael Díaz Blanco, casi siempre despiertan un diálogo democrático apasionado o una respuesta colmada de reproches, provocaciones e improperios. Otras veces sus criterios, suscitan un debate lleno de ruido y de envidia. Más allá de las controversias sobre la validez de sus ideas, no nos cabe la menor duda, que Rafi ha sido, invariablemente útil, para el desarrollo de un verdadero debate político e intelectual de linaje democrático en Venezuela, particularmente en el Zulia, de donde es oriundo y ha vivido siempre, aunque no lo parezca, en la vanguardia política con el arma de su pluma desenfundada a discreción.

   Este temple le viene a Rafael Díaz Blanco de su formación en una familia de inspiración y práctica cristiana. Recordemos, simplemente, que su padre, Rafael Díaz Cerrada, fue importante dirigente del partido Socialcristiano, Vice-Rector de LUZ y estuvo en todo momento acompañando a sus amigos los doctores Nectario Andrade Labarca y Elio Suárez Romero en la tarea fundacional de la organización en los tiempos nacientes y difíciles de la alternativa política que significaba COPEI. Por otra parte, Rafael Díaz Blanco participó, en puestos de avanzada, en las luchas de juventud como Secretario General de la Democracia Cristiana Universitaria (DCU), en conflicto perpetuo con el estudiantado marxista-leninista y socialdemócrata por la conquista de posiciones de comando en el debate Universitario. 

      En el mundo académico, hizo sus primeros estudios de educación superior en la Facultad de Derecho y Ciencias Jurídicas de LUZ, donde obtuvo el título de abogado, y luego, en una estadía de varios años, ente 1975 y 1978, en la Universitá degli Studi la Sapienza di Roma, allí alcanzó el diploma en Ciencias Políticas y fue testigo, en esta ciudad, de singulares hechos históricos, como el asesinato de Aldo Moro, entre otros acontecimientos legendarios de la vetusta Italia.

      Al regresar a Venezuela, la pasión política ocupará un lugar muy especial en el amplio campo de las preocupaciones intelectuales del autor de la Crónica, inclinación que fue reforzada, al ser designado por el Presidente Luis Herrera Campíns, en 1979, como Ministro Consejero de la Embajada de Venezuela en Nicaragua. Entonces llevó a cabo, conjuntamente con sus responsabilidades de Ministro Consejero, un extraordinario trabajo por la instauración de la democracia en el país centroamericano, que había caído bajo la tutela tiránica de los sandinistas. Dicha actitud la adoptó en honor a la obligación de difundir la libertad y la democracia al que conminaba el Prefacio de la Constitución del 61, a quienes fuéramos a representar a Venezuela en el Servicio Exterior.

      Rafael Díaz Blanco era apenas un muchacho, pero el temprano parti-pris (tomar partido) por una democracia de auténtico linaje socialcristiano -humanismo integral, libertades civiles y políticas, estado de derecho, pluralismo sociopolítico, honestidad en la administración de los bienes públicos, entre otros deberes cívicos- lo condenó, en función de sus inclinaciones ideológicas, a chocar con el régimen dictatorial e inmoral del sandinismo-militarista y con otros políticos e intelectuales nicaragüenses de una izquierda antiliberal y deshonesta.

     Siempre en el marco riguroso de la función primordial que debía ejercer, la representación diplomática de un país democrático, su pasión por una política constructiva lo llevó a hacer alianzas con los, entonces, oprimidos sectores democráticos de Nicaragua (la Iglesia Católica, la empresa privada, los pocos medios de comunicación social opuestos al gobierno, el pequeño partido socialcristiano, los sectores independientes, entre otros factores que concebían y aspiraban a la democracia integral de la vida nicaragüense.) Alianza que terminó, mostrando el efecto de un beneficio político retardado,   conduciendo a doña Violeta de Chamorro y a Alfonso Robelo a abandonar la "Junta de Reconstrucción Nacional", la cual se había convertido en una guarida de sandinistas que, a medida que se consolidaba el mal llamado proceso revolucionario de Nicaragua, invalidaban o torpedeaban las iniciativas propuestas por los dos miembros democráticos de la corporación.

     Dicha decisión, compartida e inducida por Rafi, tuvo su efecto años más tarde, cuando doña Violeta de Chamorro, gracias a su inquebrantable conducta democrática de oposición a las dictaduras, en las primeras elecciones presidenciales que propusieron los sandinistas, resultó electa Presidenta de la República Nicaragüense. 

    De regreso al país -ahora en el campo de la formación política y la docencia universitaria- Díaz Blanco asume la dirección del Instituto Regional de Formación y Estudios Sociopolíticos para la promoción del Hombre (IRFES) hasta 1989. Allí desarrolló la labor de formación de cuadros de la Democracia Cristiana, que sirvieron para la consolidación del IRFES y del Gobierno del Presidente Herrera, a nivel regional, en la etapa final de su mandato a escala nacional e ingresa en la Universidad Rafael Urdaneta como Profesor de las cátedras de "Derecho Constitucional" (1987-2007) y de "Historia de las Instituciones Jurídicas y Políticas", desde el 2007 hasta la actualidad, en la cual sigue lidiando con las nuevas generaciones para que estén formadas, a pesar de la barbarie, en el momento que salga el sol de la libertad y la democracia en nuestro país.

    En 1999, se enardece nuevamente su pasión política, en combinación con la congoja patriótica, con el ascenso al poder de Hugo Chávez Frías, un militar mediocre que se aprovechó de la debilidad e ingenuidad del doctor Caldera, el desbarajuste de los partidos históricos del país, la anti-política y la ceguera, candorosa y manipulada, del electorado nacional, para acceder a la presidencia con un respaldo, en apariencia, gigantesco. Rafael Díaz Blanco vuelve a las trincheras pero, ésta vez, con el arma de los recuerdos de las tropelías de la revolución sandinista y la intuición aguzada de su olfato político, para ponerlo al servicio temprano de un periodismo de oposición, en las ediciones de este diario.

     Producto de una reflexión cotidiana, "no siempre serena y muchas  veces angustiada, -apunta el propio Rafi- realizada sobre la marcha de los acontecimientos que se producen en Venezuela, entre la llegada al poder de Hugo Chávez Frías  y los sucesos de abril de este año", escribe unos artículos sobre los sucesos que se van generando. De esa experiencia surge Alzando la voz, el primer libro del combativo autor, que sale de la imprenta en abril del 2002, escrito con el mismo talante y compromiso vital de la continuación de esa obra que viene a representar Crónica de la dictadura, que hoy nos ha reunido aquí para saludar su lanzamiento.

     Alzando la voz, representa la aspiración de Rafi de hacer comprender, con los artículos que lo componen, a su entorno más cercano como a sus lectores, lo "que veíamos, sentíamos y pensábamos", pero todavía en esa etapa de la dictadura en embrión fue difícil que se le comprendiera. Es por ello, que en un tono de confesión en esas páginas expresan: "Muchísimas veces, sentimos incomprensión y con frecuencia, nos preguntamos si era que no sabía explicar lo que con claridad observaba, si estaba equivocado o simplemente, si pertenecíamos a otro mundo. Sentirnos rechazados, marcianos en nuestra tierra, cuando con pasión se ama lo nuestro, entristece y más difícil hacía alzar la voz y recorrer, los a veces riesgosos, caminos de la libertad. Deseamos siempre estar equivocados, pero nunca claudicamos ni claudicaremos para decir algo diferente a lo que vemos, a lo que pensamos. Mentir a nuestros amables lectores, sería mentirnos a nosotros mismos". Estas son palabras de un periodista, no sólo inteligente, sino sincero y valiente. Y he aquí, la prueba irrebatible que da del coraje de Rafael Díaz Blanco la publicación de Crónica de la Dictadura, la cual explicita el temple de que no claudicará hasta ver a los altos personajes del régimen en manos de una justicia verdadera y no amañada y de canallas como es la nuestra.                                                                           

     Los textos, apasionados, angustiados o serenos de la Crónica que estamos presentando, dada la matriz periodística de origen que induce a condensar en dos cuartillas los temas seleccionados por el periodista, no pone a nuestra disposición un pensamiento político sistemático no obstante el sólido ideario socialcristiano de raigambre vital que anima al escritor. Sin embargo, el libro tiene en sus artículos una coherencia y continuidad persistente del libre pensamiento de Rafi sobre las conductas perversas de la Dictadura Chavista así como también de los aciertos y fallas de la Oposición, más o menos democrática, entre el 2002 y el 2014. Además, estas páginas, seleccionadas con inteligencia, oportunidad y rigor, suman, como ya lo señalamos a propósito de lo útil que son las ideas de Díaz Blanco para el desarrollo de un verdadero debate político e intelectual, una serie de conceptos, cuya originalidad, pertinencia y agudeza de su conciencia rebelde, al no ser tomados en cuenta por los políticos y la opinión opositora, han permitido a la Dictadura incrementar el tiempo de duración, hasta llevarla a desangrar a Venezuela, haciendo uso del pretorianismo militar, la corrupción planificada desde las alturas del aparato gubernamental y la mentira sistemática del chavismo sin escrúpulos.

    Rafael Díaz Blanco, ha manifestado con insistencia -esto lo afirmamos como ejemplo de la agudeza intuitiva y conceptual que no se ha querido apreciar y, a efectos, del nuevo rumbo que debió tomar la política opositora de la Mesa de la Unidad- que desde hace tiempo, en particular más ostensiblemente a partir de la última elección presidencial en que fue armado el gran fraude y desconocido el triunfo de Capriles, que la oposición es mayoría en Venezuela, expresándose y comportándose dicha mayoría como minoría, permitiendo a los que usurpan el poder, hasta lo insólito, la conducta inescrupulosa del gobierno y el ventajismo obsceno que muestra el  chavismo, en infame conchupancia con los más negros intereses del espectro político que exhibe la oscura jerarquía electoral, ante cualquier elección de cualquier nivel, que se realice en el país.

   El material que compone la sustancia del libro es, pues, en su mayoría, escritos a contra corriente de la opinión mayoritaria, opinión alcahueta o silente frente al régimen, bien sea por personas "enchufadas", empresarios blanqueados como sepulcros, viles políticos oportunistas de oficio o adeptos ignorantes al sistema totalitario. La excusa que esgrimirá la especie de mala conciencia de todos los participantes en el Festín de Baltasar que hoy es la dictadura, tarde o más temprano según vaya la marea, será afirmar que ellos no sabían. Quienes así actuarán se les aplicará aquello, que comparte el autor de la Crónica de la Dictadura, que hay seres que al sistema de corrupción lo siguen a sabiendas de que opera con dogmas criminales. Ante esto, que es un extremo de la irracionalidad, por piedad no queda más que sostener: No saber es humanamente perdonable; no querer saber es algo distinto. Ese "no querer saber" sería un grado supino del cinismo y la ignorancia que clamaría al cielo. No hay más remedio que dejarle a la Providencia, para ser consecuentes con nuestra creencia cristiana católica, en su santa y profunda sabiduría, la decisión y el alcance de Su Justicia que será, como los tiempos de su Voluntad, Perfectos.

     En conclusión, la Crónica de la Dictadura que hace Rafi, constituye en rigor, una crónica de la destrucción de un país, el nuestro; de la política impía propia de la cocina de un burdel italiano, la política del "salchichón" que se va rebanando a piezas hasta desaparecerlo, como ha acontecido con Venezuela, gracias, no a un italiano, sino a usurpadores chulos cubanos que viven del  hambre que nos aqueja y de nuestras entrañas. Este libro, en fin, es un recorrido por las miserias de un régimen de oprobio que no sólo se niega a morir electoralmente, sino a querer resucitar cuando ya está agonizando en su propia podredumbre, haciendo tropeles y tropelías de todas clases, como la violación de derechos humanos a granel, justificados con cinismo, por Maduro, mediante un ilegítimo y absurdo estado de excepción y las desgraciadas, desagradecidas e indignas "razzias" de colombianos, miles de deportados como delincuentes, con la complicidad de la Guardia Nacional que está actuando, bajo la supuesta justificación, de órdenes superiores que no los eximen de culpabilidad personal. Además, se trata de enfrentamientos de "mafias militares" por los controles del contrabando de artículos de primera necesidad y de las gandolas de gasolina que, entre gallos y medianoche, pasan por la frontera con el beneplácito de la guardia como si fueran millones de litros de aire.

     Para terminar, saludo con entusiasmo la aparición de este libro y me inclino ante el autor por su constancia opositora y el coraje y la valentía que hacen de Rafael Díaz Blanco un excelente escritor al servicio de la política inteligente y la resurrección en Venezuela del diálogo libre y democrático.  

 

 

GYB/17.05.15

       

   

       

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

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