sábado, 24 de diciembre de 2011

LA FILOSOFÍA ARISTOTÉLICA DEL ACTO Y LA POTENCIA Y EL CRISTIANISMO

LA FILOSOFÍA ARISTOTÉLICA DEL ACTO Y LA POTENCIA Y EL CRISTIANISMO:


La poderosa síntesis tomistadescansa, como en su más profundo cimiento, en la doctrina aristotélica delacto y la potencia. Esto esperamos demostrarlo a continuación. Más,precisamente este afianzamiento del aquinate sobre una determinada teoría fundamental, es para muchos piedra de tropiezo. A sus ojos, no sólo amenaza al progreso, sino que compromete incluso la revelación divina, la cual, comofuente de la verdad absoluta, no necesita de ningún determinado sistemafilosófico de origen humano. Afirmar tal cosa sería hacer depender lo absolutode lo relativo, sería incluso poner en tela de juicio el absolutismo delcristianismo. Además, sabido es para todo el que estudia la historia que lainvestigación y filosofía patrísticas se apoyaban, eminentemente sobre basesplatónicas. ¡Cuántas veces en la antigüedad, e incluso los tiempos modernos, seproclamó a Platón precursor del cristianismo!. Por consiguiente, Tomás parecehaber ocasionado con su concepción una ruptura entre la escolástica y lapatrística, estructura que se manifiesta tanto más probable, si se consideranlas repetidas prohibiciones de Aristóteles por parte de la Iglesia en el sigloXIII.

Nos vemos obligados a salir, yaaquí, al paso de estas objeciones, que, a los ojos de algunos, proyectan sobrela persona del aquinate una luz peculiar.

A


La doctrina aristotélica del actoy la potencia, y la revelación


Cierto es que lo absoluto nodepende de lo relativo. Al contrario: depende lo relativo de lo absoluto. Peroesto no se sigue que entre lo relativo y lo absoluto no exista y tenga queexistir una conexión interna y necesaria, precisamente porque lo relativodepende del absoluto y, si no, no sería relativo. Así, ya el estagiritadistinguió entre un ser absolutamente necesario -Dios-y cosas relativamentenecesarias, que están condicionadas por el primer. Así, las esencias de lascosas son internamente necesarias e inmutables a causa de Dios, que, a causa desí mismo, no puede cambiarlas. Quien no sea absolutamente evolucionista acataráeste principio. Quien se imaginará el absolutismo el cristianismo en el sentidode que Dios hubiera cambiar todo lo relativo arbitrariamente, según el tiempo ylas circunstancias, llegaría inevitablemente a ser víctima tanto delvoluntarismo como del agnosticismo absolutos. Por eso, para nosotros son falsasambas afirmaciones: lo absoluto depende de lo relativo, y lo relativo esindependiente del absoluto. Como aclaración del problema, véase lo siguiente.

Es profundamente tomista eldecir: de suyo, la revelación, y, por consiguiente, la fe, no expresa ningunarelación necesaria con la filosofía y, por tanto, tampoco necesita de lafilosofía, pues es obra de la fuerza sobrenatural de la gracia. En estesentido, lo absoluto y divino es totalmente independiente de lo humano yrelativo. Pero, si a una verdad revelada se aplica al mismo tiempo unadeterminada explicación filosófica, ésta implica, positiva o negativamente, unarelación interna y necesaria con la revelación; es decir, o armoniza con larevelación o está en oposición a ella. Así, pues, científicamente, todafilosofía está, en un caso dado, en relación necesaria con la revelación, envirtud de la unidad de la verdad. Así, la relación estará siempre, pornecesidad interna, en oposición con el materialismo.

Y la pregunta: ¿expresa ladoctrina del acto y la potencia o filosofía del ser y devenir semejanterelación internamente necesaria con la revelación? Contestamos a ellaafirmativamente sin vacilar. Tres posiciones, y sólo tres, son posibles antenuestra pregunta: la de la filosofía del mero devenir, la de la filosofía delmero ser y, finalmente, la de la filosofía del ser y devenir.

La filosofía del mero devenir,que rechaza todo ser permanente e inmutable, se opone contradictoriamente, portanto, por necesidad interna, a los artículos de la fe sobre la inmutabilidadde Dios y de sus leyes y planes eternos. La filosofía del mero ser, que noadmite ni la multiplicidad ni la mutación, se opone también contradictoriamentey, por tanto, por necesidad interna, a los artículos de la fe sobre la creacióny sobre la encarnación de Cristo, sobre su pasión, muerte y resurrección. Enconsecuencia, sólo la filosofía del ser y devenir es, por necesidad eterna,conciliable con la revelación. Por tanto, es incontrovertible esta afirmación:científicamente, el cristianismo sólo podía moverse en el campo de la doctrinadel acto y la potencia. Cuán profunda y fundamental será esta relación internay necesaria de la doctrina del acto y la potencia con la revelación, salta a lavista con mayor evidencia aún, si consideramos que lo que representa en Dios lomás profundo y garantiza su absoluta infalibilidad como fuente de larevelación, por nada puede ser expresado científicamente con más profundidadque por su absoluta realidad –actus purus-. Y, al mismo tiempo, que la raízfundamental de la caducidad inmutabilidad de las criaturas encuentra en supotencialidad la última y más profunda explicación.

Por consiguiente, el sentidonuestra tesis es éste: una filosofía cristiana, una síntesis cristianamentecientífica, tiene que apoyarse en la doctrina aristotélica del acto y lapotencia, en orden a la revelación. En este sentido, se puede también afirmarsin error: Aristóteles es más cristiano que cualquiera otro filósofo delpaganismo. Esta postura sólo podría, en definitiva, ser combatida por quien,como absoluto relativista y evolucionista, haya proclamado la absolutamutabilidad de la verdad divina y natural. Pero esto sería la ruina de todafilosofía y revelación a un tiempo.


B


La doctrina aristotélica del acto y la potencia en la filosofíapatrística-agustiniana


La síntesis tomista se apoya en Platóny Aristóteles, pero fundamentalmente en el último, como padre de la doctrinacientífica del acto y la potencia. Con esta observación inicial queda dichomucho. Con ella queda dicho que aquí no tenemos nada que ver con aquellasprohibiciones de Aristóteles en el siglo XIII, porque tales prohibiciones notenían nada que ver con la doctrina del acto y la potencia. Por otra parte, conaquella observación hemos vendido ya el puente desde Tomás a sus antecesorescristianos, cuyo mérito quisiéramos destacar aquí de manera especial.

Como siempre, también en la épocapatrística hay que distinguir una doble filosofía: la filosofía de la vida odel sano sentido humano y la concepción del mundo, científica y sistemática.

Una manifiesta contradicción conlas evidentes exigencias del sano sentido humano, es decir, con la filosofía dela vida, con la actividad práctica de cada día, acabará siendo fatal para todafilosofía científica, porque, con ello, la misma razón humana que especulasufre violencia en el terreno práctico. La filosofía práctica de la vida haadmitido siempre, y siempre admitirá, el ser y el devenir, la unidad y lamultiplicidad en las cosas, porque, si lo uno y lo otro, ni siquiera podríanegar lo uno o lo otro. Tal sucedió también entre los padres de la Iglesia ylos escritores patrísticos; con lo cual se encontraban en el campo aristotélicotanto como en el cristiano. La fe les hablaba del ser y del devenir, lo mismoque la sana ratio, la sana razón humana. Y, al adoptar el tomismo, siguiendo aAristóteles, como base científica de su síntesis, la doctrina del acto y lapotencia, no sólo no se produjo entre él y la patrística ninguna sima, ningunaruptura, sino una completa armonía. Ante el foro de la sana filosofía de lavida, los padres de la Iglesia eran aristotélico es en el fondo, mucho antes deque en la era cristiana se diera un aristotelismo científico. En este sentido,no es erróneo afirmar: ¡la filosofía del ser y devenir fue el más profundosupuesto y fundamento de toda la filosofía cristiana, de toda la filosofíaperenne!

Es cierto que, científicamente,rara o ninguna vez se encontrará en los padres de la Iglesia y escritorespatrística os una exposición cohesivasobre el acto y la potencia. Ni siquiera San Agustín, que conocía por Plotinola doctrina del acto y la potencia, fue llevado por esta doctrina, en sus doscomentarios al Génesis, a una clara concepción de la materia prima como purapotencia. Los motivos de todo esto radican en las circunstancias de la época.La filosofía patrística, a pesar de sus profundísimas especulaciones aisladas,no constituía aún una síntesis, y, por consiguiente, aún no poseía un hogarpropio. No era más que el escudero de la fe, y en sus duros e ingeniosos duelosle proporcionaba el platonismo, con su trascendentalismo y ejemplarismo, quePlotino fomentó grandemente y San Agustín hizo suyo, modificándolo, armas agudísimaspara defensa del cristianismo. De aquí la tesis sobre "Platón precursordel cristianismo". Todos sabemos qué riqueza de ideas sacó Tomás de estafuente platónico-agustiniana. Pero también este trascendentalismo y ejemplarismoplatónico lo incorporó científicamente a su síntesis a base de acto y potencia.

Poco a poco, con esto entramos yaen el campo de la primitiva escolástica, se va destacando más y más como teoríala doctrina del acto y la potencia. Ciertas tendencias fuertemente monísticas,sobre todo la de Escoto Eriugena y la de los místicos extremados, lo pedíanasí. Influencia más decisiva sobre los agustiniano, la consiguió la doctrinacientífica del acto y la potencia gracias a la aparición de la literaturaarábigo-aristotélico-judaica, en la segunda mitad del siglo XII, y luego sobrelos grandes maestros de París a principios del siglo XIII, como Guillermo deParís, Alejandro de Hales, Juan de Rupella y finalmente, sobre Alberto yBuenaventura. Los platónicos y agustiniano los cristianos entran así en laserie de los grandes y meritísimos precursores de la síntesis tomista. Con estoqueda ya trazada con suficiente claridad la línea fundamental que une a Tomáscon los padres de la Iglesia y con el Agustinismo. Más adelante hablaremos aúnde esto con mayor detalle.


C


La doctrina aristotélica del actoy la potencia y el progreso

También el temor de que elafianzamiento del atomismo sobre la filosofía aristotélica del ser y el devenirpudiera perjudicar al progreso es infundado. ¡Al contrario! La doctrina delacto y la potencia como base inscribe el progreso como lema en la bandera del tomismo.Esto es verdad por dos motivos:

1) en primer lugar, laposibilidad de todo progreso depende de la doctrina del acto y la potencia.¿Acaso no es así? La filosofía del mero ser, con su absoluta identidad del ser,suprime toda mutación y multiplicidad; y, con ello, todo crecimiento y auge, esdecir, todo progreso en el saber. La filosofía del mero devenir, con suabsoluto y total devenir, sin ser, excluye todo sujeto del devenir, al cualpudiera añadirse algo nuevo, y, por consiguiente, suprime también todo progresoen el saber. En ese terreno se movían y se mueven los aquellos modernistas yevolucionistas que han proclamado la absoluta mutabilidad de la verdad. Sonenemigos del progreso. La Iglesia, al proscribir este modernísimo y fundamentalerror, ha prestado a la ciencia el mayor servicio. Lo con ello ha dado tambiénla prueba más decisiva de con falsa es aquella afirmación, según la cual, ellahabría adoptado, en el transcurso del tiempo y de los siglos, los más diversosy heterogéneos sistemas filosóficos.

En consecuencia, ¡sólo lafilosofía del ser y devenir hace posible cualquier verdadero progreso!

2) es, incluso, la única que enprincipio abre el camino para un progreso infinito. En realidad, el progresohumano será siempre limitado, porque, fuera de Dios, no será ni puede darseningún infinito en acto. Pero, supuesta la doctrina del acto y la potencia, esposible un infinito progreso humano, porque para el espíritu humano, que estáordenado potencialmente a lo infinito, no hay límites determinados. Y, comoquiera que esta posibilidad infinita radica en la íntima esencia delentendimiento espiritual y, al mismo tiempo, puede efectuarse diversamentesegún los individuos, pueblos, naciones, razas y meridianos, según la preparasecientífica, las disposiciones físicas, los climas y el genio del pueblo, elprogreso puede ser, en atención a todas estas circunstancias, indescriptiblementevario y diverso. Pero todo esto sólo es posible sobre la base de la filosofíadel ser y devenir. Esta filosofía, con su infinito en potencia como objeto delorden filosófico natural, es un reflejo del divino infinito en acto. ¡En esto radica,ciertamente, la dignidad suprema de la filosofía tomista! ¡La doctrina del actoy la potencia se la otorga!


(Tomado del libro "La esencia del tomismo", de Manser)



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