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“Bony” Simonovis: Mi familia está tan presa como Iván (+Entrevista +especial)
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Caracas, 24 de diciembre de 2011- Esta ama de casa y profesional nunca pensó que su marido, el comisario Iván Simonovis, sería sentenciado a 30 años por su supuesta relación con los hechos de abril en 2002. “Bony” Simonovis mantiene desde hace casi siete años una lucha por la liberación de su esposo, denunciando las condiciones a las que está sometido en su sitio de reclusión y su estado de salud. Describe que sus múltiples actividades la han alejado a ella y a su esposo de perderse de momentos importantes en la vida de sus hijos y explica cómo su familia se ha tenido que restringir, al punto de sentirse tan presos como el padre.
¿Qué opina del exhorto del Presidente acerca de los presos políticos enfermos?
-Yo lo veo más allá. No sólo los que tienen cáncer como él, sino a los que tiene un padecimiento grave y que necesitan estar en su casa para recuperarse. Estar enfermo le hizo ver las cosas de otra manera al Presidente. Mi padre murió de cáncer de colon y en esos casos no sólo sufre el enfermo, también sufre la familia. Por eso el Presidente dijo que era importante que se recuperaran en su casa; además, lo establece el Código Orgánico Procesal Penal. Pero en las evaluaciones del Servicio Bolivariano de Inteligencia (Sebin) se dice que Iván es un “adulto sano” y le practican unos exámenes que no son integrales.
¿Cree que se llegue a buen término o es más retórica del Presidente?
-Aquí no hay separación de poderes. El mismo día que él hizo la “recomendación” al Vicepresidente, inmediatamente un médico forense y una fiscal se apersonaron por “iniciativa propia” al Sebin para entrevistarse con Alejandro Peña Esclusa y Lázaro Forero, ahora en sus hogares. El resto de los presos no fueron considerados, desconociendo lo que puedan tener porque si no son evaluados no se sabe qué puedan tener.
Iván Simonovis envió una carta dirigida al Presidente ¿Qué opina de ella?
-Es el producto de la frustración que siente él y nosotros por saber si existe la posibilidad de que si al tener una enfermedad terminal pueda morirse en su casa. La semana pasada fui al tribunal para hacer la solicitud, a ver si se le acuerda la medida humanitaria.
¿En qué ha avanzado la lucha por los presos políticos?
-Las palabras del Presidente fueron importantes porque reconoció la existencia de prisioneros. A él se le escapó el término y sí son prisioneros por razones ideológicas y de pensamiento. Son prisioneros del Presidente para reescribir la historia de lo que pasó. Ya en Venezuela no tenemos las vías legales. Estamos esperando la respuesta por parte de la Comisión Interamericana de los Derechos Humanos para la admisión del caso.
¿Cómo ha cambiado su vida?
-Mi vida está a función de la libertad de Iván y demás presos. También de función de la sensibilización por los 46 mil presos que hay en Venezuela. Algunos se están muriendo de SIDA y otras enfermedades terminales, y no son atendidos; muchos, siendo culpables, ya pagaron sus penas y siguen detenidos. Yo fui defensora pública de presos y nunca pensé defender a mi esposo. Yo era feliz, trabajaba en Pdvsa y me botaron sin haberme sumado al paro. Ahí fue cuando empecé a activarme por la lucha contra la persecución porque vi como nos acosaban. Nunca nos pagaron. Después, cuando Iván y yo decidimos tener nuestra empresa, lo metieron preso y toda mi vida giró entonces en torno a él. Tanto así que nuestros hijos han crecido y nos hemos perdido muchos momentos que no vamos a poder recuperar. Mis hijos se llaman Iván e Ivana y por los momentos esto es un estigma. Mi lucha también está en la casa para que ellos no sean unos resentidos después de ver cómo el Presidente se ha burlado de su padre o les dice “asesinos” a los presos políticos. Prefiero que lo entiendan y no capitalicen esto como odio. Esto me ha llevado a la defensa de los derechos humanos, que siempre me ha gustado. Aquí todos estamos en libertad condicional y la gente piensa que eso me pasó a mí por ser la esposa de un policía. Pero resulta que le pasa a la esposa de cualquier venezolano que se atreva a disentir.
Como defensora de los DDHH ¿qué puede decirnos de la crisis penitenciaria?
-Aquí no hay una política de Estado en materia de presos porque son catalogados como despojos humanos, y arrojados a las cárceles como si ésta fuera un depósito. No les interesa porque este asunto no capitaliza votos… hasta ahora cuando se ha elevado el costo político con la situación de El Rodeo, que destapó toda esa podredumbre donde los Pranes son el verdadero poder y no los custodios. En ninguna cárcel del mundo la Guardia Nacional es la que está a cargo de la custodia. De las prisiones que hay en Venezuela, sólo dos fueron construidas para ese fin. El Helicoide no es un lugar para tener presa a una persona. Iván es el preso más antiguo en El Helicoide y sólo ha tenido seis días de sol porque les permiten una hora de luz natural cada 15 días. Lo rodean unas paredes de concreto que no le dejan ver si llueve, si es de día o de noche. No hay ventilación. Eso es un trato cruel, inhumano y degradante. También ese trato lo reciben los que están en esas cárceles donde no hay espacio y la gente muere golpeada, violada o asfixiada. No hay criterio de clasificación de los reclusos. Se debería empezar de cero con un censo responsable, viendo el estado jurídico de todas esas causas y determinando quiénes pueden salir en libertad. Una verdadera política de redención del recluso que pueda convertirlos en seres útiles y no en profesionales de la delincuencia.
¿Cómo es el día a día de Iván Simonovis?
-Tiene dos días de visita: los jueves, tres horas, y los domingos seis. Las visitas son limitadas, sólo pueden ir tres personas cada vez, a diferencia de cuando estuvo preso el Presidente y su tren de gobierno, que podían recibir la cantidad de visitas que ellos querían, todos los días. Además contaban con atención inmediata en el Hospital Militar. Iván no tiene eso. Hay restricción fuerte a las visitas, y hasta las llamadas son grabadas. Ellos no tienen privacidad. En fechas especiales tenemos que turnarnos porque si va mucha gente a visitarlo suspenden las visitas de todos los prisioneros, para así presionar a Iván. Si la gente le quiere expresar solidaridad, esto se revierte en su contra. Lo trancan con candado en su calabozo de 10 de la noche a seis de la mañana. Es decir, que si hay un terremoto o un incendio no habrá un funcionario que vaya probando cada llave para abrir cada celda. Se irá a morir allá adentro porque no hay liberación automática, como en otras cárceles del mundo. En el pasillo donde está Iván se encuentra la cocina y si alguien cocina, lo levanta con los olores y el humo porque no hay extractor de aire. Su rutina se hace más lenta, se baña, cocina, ve televisión, lee o escribe. Después hace un poco de ejercicio, pero no mucho porque tiene una afección en la columna.
A las cinco de la tarde y a las ocho de la noche, tiene la oportunidad de llamar a casa durante 10 minutos. Luego de eso cena y lo trancan otra vez. Así son todos los días, una copia del anterior. Los días de visita estamos en una sala común donde están todos. A nosotros nos tocó frente al baño. A veces no da tiempo de compartir porque la requisa tarda. Nos revisan a nosotros, a la comida. Siempre se nos olvida algo porque hay que llevarle su ropa, su comida, su medicina, sus lecturas, su tarjeta para llamar. Él depende de nosotros y nosotros estamos presos con él.
¿Cómo es el trato de los custodios?
Algunos presos, y no los culpo, sufren del síndrome de Estocolmo. Nosotros no y yo no. Creo que ellos son cómplices. Ellos saben que no están obligados a cumplir órdenes ilegales porque van a tener que responder por eso. Siempre les recuerdo el Estatuto de Roma. Los custodios cumplen por el miedo, o lo que sea. Yo les digo que se vean en el espejo de Iván porque tantos años sacrificados, de no estar con su familia pero sí con la policía, con esos sueldos miserables, para que al final no le paguen ni la jubilación, le quiten las condecoraciones y obligación de pagar el juicio. Quieren que paguemos cinco mil bolígrafos, 10 mil lápices, 100 mil hojas, 10 tóner… pero nosotros no lo vamos a pagar. Nos declaramos en desobediencia ¿Qué más le van a hacer? ¿Meterlo más preso?
¿Afuera de las instalaciones qué otras cosas le ha tocado vivir?
-Durante el juicio lanzaron una bomba molotov a la puerta de mi casa. Eso te da un grado de terror. Mi hijo estuvo en Cadivi y ahí muestran tu nombre en una pantalla cuando te toca el turno. Mi hijo estaba preocupadísimo y cuando salió su nombre, Iván Simonovis, voltearon a donde estábamos y nos insultaron. Luego un señor de camisa roja nos atendió muy mal. Recibimos mucha solidaridad, pero también mucha persecución.
¿No ha considerado que sus hijos salgan del país?
-Sí. A mi hijo lo asaltaron hace tres semanas a punta de pistola y ahí uno se replantea todo ¿Y si le hubiese pasado algo a él? Ya una no puede estar tranquila cuando salen. Ellos son jóvenes y tienen derecho a vivir, pero se la pasan enclaustrados en la casa, o donde su papá, o salen al cine sólo de día y en grupo. Estamos en libertad condicional, al igual que todos los venezolanos. Tenemos cámaras en la casa, concertinas y una santamaría porque una vez nos robaron y nadie investigó nada. Todos los días me despierto y abro la santamaría, desconecto las alarmas… ellos se sienten muy vulnerables porque hemos sido víctimas de muchas agresiones.
¿Cómo se ha portado la oposición con la familia Simonovis?
-Como en todas las familias. Hay unos que se portan bien, unos que se olvidan de ti y otros que no son familia, pero pareciera que lo fueran. Empezando por la Mesa de la Unidad Democrática, hay gente que a mí no me gusta porque no se ha portado bien, pero la mayoría han sido solidarios, cuando las elecciones de la Asamblea Nacional, porque los inhabilitó el Tribunal Supremo de Justicia, porque la MUD estaba dispuesta a darles oportunidad a los presos políticos. Hay particularidades que se han portado más que bien, como Antonio Ledezma, Diego Arria, Henrique Capriles Radonski, Leopoldo López, Emilio Graterón y otros. Hay quienes no han sido solidarios y se han hecho los locos a pesar de que ellos o sus familiares han sido perseguidos. Pero el balance es positivo.
¿En estos siete años ha tenido un día feliz?
-Un día no, pero sí pedacitos. Ejemplos, cuando mi hijo ganó el Centro de Estudiantes, cuando quedó en segundo lugar en un concurso de rock. Hay que abstraerse a veces, sobre todo por ellos y continuar con el lema de que la vida es bella. Mi hija de 14 años me dice que ya no tiene recuerdos de su papá fuera de la cárcel. Yo quiero que mis hijos me vean reír y a su papá, a pesar de las adversidades, porque no les queremos transmitir amargura. Una vez mi hijo me dijo que para qué sirvió que yo estudiara Derecho y defendiera a su papá si al final fue como si él no hubiese tenido un abogado. Eso es muy duro… Cuando soy feliz no me siento culpable, creo que están en deuda con nosotros.
¿Piensa demandar al Estado por lo ocurrido?
-Ya los estoy demandando internacionalmente por las violaciones a Iván y las de mi familia. Hace varios años acusé a Mario Silva porque en el 2007 a Iván lo estaban operando y él se hizo de los partes médicos… se burló de mi familia y lo denuncié. Lo que pasa es que la justicia internacional es muy lenta. Algo que quiero hacer es documentar todo lo que ha pasado y así tenga 80 años voy a hacer que esa gente responda, sin venganza pero con justicia. No podemos permitir que esto se repita, y cuando esto cambie, si a ellos les violan sus derechos humanos deben tener la seguridad de que voy a estar ahí luchando.
Iván enfermo
“Él es paracaidista y como consecuencia de esto tiene una lesión en la columna que con el tiempo y la vida sedentaria se le ha agravado. Desde hace años se ha registrado cómo ha desmejorado su salud. Lo único que pido es que trasladen a Iván a su médico y vean cómo está, porque desde el 2007 no ha sido evaluado. Cuatro años sin atención médica y en el Sebin siempre dicen que es un adulto sano. En El Helicoide sólo hay un policía, que es paramédico. Esa es la atención que ellos tienen, el criterio de un paramédico. En una oportunidad a Iván lo evaluó una médico forense que era pediatra. Iván, de paso, se está quedando ciego por la luz artificial. Cada vez que vamos nos ve borroso y la fórmula que supuestamente necesita, que me dieron en el Sebin, no sirve porque ya le he hecho lentes tres veces. Quiero que Iván se vea con su médico de confianza y después que eso lo evalúe un médico forense”.
Tags: entrevista preso politico simonovis libertad familia
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