'Cuando la izquierda quiere hacer daño, ataca las creencias más íntimas':
Madrileño de 1976, Gonzalo Altozano presenta los domingos a las 21.30 el nuevo programa de Intereconomía No es bueno que Dios esté solo. El entrevistador es aquí el entrevistado y nos explica cómo ve a Dios.
-¿Hablar de Dios resulta peligroso?
-Te puede complicar la vida. Hubo momentos en que si te declarabas públicamente católico te podían hacer subsecretario de algún ministerio; hoy te pueden poner de patitas en la calle según el sitio, y sobre todo te puede estigmatizar. No te mandarán a los leones, como hacían los romanos, pero sí te pueden estar ridiculizando constantemente. Se corre un riesgo hablando de Dios.
-¿Qué problema tiene la izquierda con Dios?
-Muchas veces practicar la fe católica ha sido sinónimo de adoptar ciertas posturas políticas, más conservadoras, burguesas. Y al ser una cuestión tan íntima lo de la fe, yo creo que cuando la izquierda quiere golpear y hacer daño, va a lo más íntimo, donde más duele, las creencias íntimas de cada uno.
-¿Los mejores seguidores de Jesús son los llamados ‘pecadores públicos’?
-El último personaje al que he entrevistado es Fabio McNamara, que en cuestiones de sexo, drogas y rock and roll lo ha probado todo, es quizá una figura prototípica de eso que llaman un pecador arrepentido. Hay poco que innovar, ya dice Cristo aquello de que las prostitutas os precederán en el Reino de los Cielos, que es una cosa como para pararse a pensar.
-¿Entre los llamados católicos hay mucho fariseo?
-Creo que fariseísmo e hipocresía son dos cosas distintas. La hipocresía es el homenaje que el vicio le rinde a la virtud. El hipócrita se sabe pecador, sabe que actúa mal, pero reconoce que hay unas conductas que son las apropiadas. Yo agradezco mucho que la gente no vaya por ahí contando sus intimidades y pecados. Tiene que haber un espacio de intimidad en el que no vayamos contando todo lo que hacemos, sea bueno o malo.
-Si entrevistara a Jesucristo, ¿qué le preguntaría?
-Aquello que escribió un poeta de los años cincuenta, Manolito el Pollero: ‘Cuando con los demás niños, de niño, jugabas tú, ¿sabías o no sabías que eras el Niño Jesús?’ Sería la primera de muchísimas preguntas.
-¿Preferiría que alguien tras ver su programa se hiciera cura o que le diera un millón de euros?
-(Risas). Me encantaría que un millonario me dijese que lo deja todo para meterse a cura, y que el millón de euros que tenía lo cediese para el programa. Yo en ningún momento me he planteado el programa como un trabajo apostólico. Soy periodista y cobro por serlo. No me podría plantear una cosa de apostolado con una retribución. Miel sobre hojuelas que haya gente a la que le esté ayudando, pero no me gustaría ir de telepredicador por la vida, como alguien que usa a Dios para lucrarse.
-¿Algún pasaje del Evangelio le gusta especialmente?
-El del buen ladrón, porque es la primera persona de la que tenemos constancia, por boca de Cristo, de que está en el Cielo. Es alguien al que han crucificado por criminal, que no era una persona ejemplar, y le basta arrepentirse en el último momento. Eso me da mucha esperanza.
-¿El cristianismo es una utopía poco práctica?
-Si lo fuera me parecería peligrosa, porque no hay utopía a lo largo de la historia que no haya acabado en derramamiento de sangre. Tampoco creo que sea una filosofía práctica de vida ni que el estante de las librerías donde mejor cuadre la Biblia o el Nuevo Testamento sean los libros de autoayuda. Tomar decisiones en conciencia tarde o temprano te complica la vida. Uno de mis entrevistados respondía que si al ir a misa tenía sensación de spa, malo. Tienes que tener una sensación que te remueve por dentro la conciencia de las cosas que no estás haciendo bien.
-¿La Iglesia pide perdón suficientemente?
-Pide perdón y lo pide bien. No conozco otra institución que lo haga. A veces tarda, porque para ver lo que has hecho mal necesitas perspectiva.
-¿Usted se arrepiente?
-De muchas cosas a lo largo del día. De muchas cosas que he hecho y que no he hecho en la vida, que he dicho y que no he dicho. Si volviera a nacer, cambiaría un montón de cosas. Pero es absurdo pensar: me gustaría volver a nacer, porque sólo puedes cambiar el primer error, y el resto sería una vida nueva y te tendrías que enfrentar con la misma incertidumbre. En concreto me arrepiento de haberle dedicado más tiempo a los sufrimientos imaginados que a los reales.
viernes, 11 de mayo de 2012
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